"Esto es una cosa privada, esto es del Estado, sácame a la prensa".
Con esta frase, la jefa del gabinete plan de la ciudad de Caracas, Jacqueline Farías, ordena la expulsión de los periodistas que cubren una protesta de trabajadores en una corporación de servicios de la Alcaldía del municipio Libertador. En el video, compartido a través de Twitter a pocos días de celebrarse las elecciones presidenciales organizadas por el oficialismo en Venezuela, hay al menos dos elementos interesantes.
Farías, que ha ocupado diferentes cargos en los gobiernos de Chávez y Maduro, evidencia una total desconexión con las denuncias de los trabajadores, llegando a mostrar incluso su total falta de empatía cuando una mujer le muestra la comida en mal estado con que se alimentan: la tan mentada revolución fundada en la solidaridad no solo se ha quedado en el discurso, sino que ha desmejorado las condiciones de vida de los más desposeídos.
Otro elemento es la respuesta de quienes pretendían ser escuchados en sus reclamos. Al ser conminados a retirar a los medios de comunicación, se niegan, algo inimaginable hasta hace pocos años. Incluso en sus peores momentos, Chávez logró capitalizar la solidaridad de sus seguidores, expresada en el apoyo incondicional a sus órdenes, así fueran amenazados y agredidos periodistas, prohibida la cobertura en las sedes de los poderes públicos, o efectuados los tan conocidos cierres de medios televisivos y radiales.
'Fake elections'
El evento que comentamos antecedió a una serie de actos violentos por parte de figuras emblemáticas del régimen. Freddy Bernal, protector del Estado Táchira y comisario general del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), campeó por las calles de esta localidad acompañado de civiles armados después de que fuera abatido un ganadero que supuestamente se resistió con "armas" cuando las autoridades iban a detenerle por financiar "grupos paramilitares de la frontera", según declaraciones del propio Bernal.
Por otro lado, médicos y personal de un hospital del Estado Zulia resultaron golpeados y detenidos cuando protestaban por la falta de insumos.
En este ambiente de violencia, hambre e inseguridad, se celebran unas elecciones que no son tales. Elegir, en términos electorales, supone contar con diferentes opciones en condición de libre competencia, algo que el Gobierno de Maduro se ha encargado de eliminar. Cárcel, inhabilitaciones, amenazas en contra de políticos opositores, sus familiares y equipos de trabajos, son las cartas que juega lo que se ha configurado como la segunda dictadura de la región, después de Cuba.
Una Mesa de la Unidad democrática muy golpeada por su falta de cohesión en algunos momentos y sus errores comunicacionales en otros, hoy junto a un ejercicio político que incluye a otros actores y sectores de la sociedad venezolana bajo el Frente Amplio Venezuela Libre, se niega a participar de este remedo electoral e invita a los venezolanos a mantenerse en sus hogares el próximo 20 de mayo, cuando la muy abusada expresión gubernamental de "hoy se celebra una fiesta democrática" deberá ser sustituida por la de "fake elections".
Algunos números
Diferentes estudios de medición realizados entre abril y mayo, indican que en las elecciones del próximo domingo la participación rondará entre el 50 y algo más del 60%. Cabe destacar que el nivel de participación en la última elección presidencial en Venezuela fue de 79,68%, por lo que podría esperarse más de un 20% de abstención, un dato muy significativo para un pueblo que, como el venezolano, se ha identificado con el voto como herramienta de cambio.
Según la última medición de la encuestadora Datanálisis, entre los electores "muy dispuestos" a participar, Henry Falcón —candidato que no ha recibido el apoyo de la mayoría de los partidos políticos representados en la Mesa de Unidad— capitalizaría el 33,4%, mientras Nicolás Maduro obtendría el 31,1% y Javier Bertucci, un tercer candidato, pastor evangélico y empresario, contaría con el apoyo de 21%. Si se suma el segmento de los "muy dispuestos" con el de "algo dispuestos" a votar, Falcón recibiría el 34,7% de los votos, mientras el 26% apoyaría la reelección de Maduro y un 21% votaría por Bertucci.
Por otro lado, de acuerdo ala firma ICS Internacional, acudirán a votar 13,9 millones de ciudadanos, y el 55,9% lo hará por Nicolás Maduro.
La encuestadora Consultores 30.11, por su parte, indica que el 60% de los ciudadanos dice estar muy seguro de ir a votar. Según sus estimaciones, la participación máxima rondará el 66,9% de los electores inscritos en el Registro Electoral. En este escenario, concluye que el 48,4% votará por Maduro, y el 36% por Falcón.
En el caso de la encuestadora Delphos, el segmento de los "muy seguros de votar" se ubica en 51,3% (lo que equivale a 10,2 millones de votantes). Si se le suma al segmento de los "muy seguros" el de quienes "quizás votaría", la participación pudiese llegar al 65%. 38% de esos electores dicen que votarían por Maduro, mientras que el 24% lo haría por Falcón.
Consultores 21 ubica la participación (muy seguros) en 56,5%, con un 48% apoyando a Falcón y un 39% a Maduro.
Como se ve, los dos principales candidatos son favorecidos por unos y otros, algo propio de las predicciones vistas en recientes elecciones, sin que los números acerquen o brinden excesiva claridad sobre una posibilidad real de triunfo.
Lo que sí se advirtió en las últimas elecciones celebradas en Venezuela es la conducta grotescamente parcial de quienes dirigen el órgano electoral. Al mismo tiempo, la sospecha que pesa sobre Henry Falcón como candidato útil del Gobierno para salvarse de las graves denuncias de corrupción que le persiguen y su consecuente enjuiciamiento, es un velo más que empaña este proceso electoral.
Venezuela y Cuba definen hoy lo que podríamos denominar como fake elections: un mecanismo que usa las elecciones sin garantías de competencia, tanto para quien quiere ser elegido como para quienes quieren elegir. Al final, como dice la funcionaria Jacqueline Farías, "esto es una cosa privada, esto es del Estado, sácame a la prensa".