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Transporte

El infierno del transporte en Cuba, un problema que el castrismo no quiere resolver

¿Por qué el Gobierno prefiere mantenerse enrocado en inservibles estructuras de transporte estatal y no renovar el vetusto parque vehicular?

La Habana
Cubanos intentando subir a una guagua en La Habana.
Cubanos intentando subir a una guagua en La Habana. Diario de Cuba

Horror y espanto: en La Habana hay menos de una guagua por cada 7.000 habitantes, así que moverse en la capital —por no hablar de provincias— es una aventura con violencia, lenguaje de adultos y sexo no consentido a la que, habitualmente, se sobrevive con nervios destrozados y ganas de llorar.

Por eso es tan deprimente cuando aparece en televisión el ministro del Transporte sin ofrecer solución, culpando a los sospechosos habituales —Covid, embargo, crisis mundial— de que las bases principales de transporte de todo el país haya estado "trabajando prácticamente sin piezas de repuesto los últimos tres años", por lo que la disponibilidad técnica "ha estado por debajo del 50%", lo que conllevó a que "los niveles de carga de importación y exportación operada en los puertos se redujeran más del 44%".

Aburrida verborrea para describir un país semiparalizado donde solo funciona la mitad de las pocas guaguas, camiones, barcos, trenes y aviones existentes hace apenas tres años… ni Afganistán debe estar en situación semejante.

Lo del transporte y el castrismo es, como poco, enigmático, pues es difícil entender por qué este no rentabiliza su monopolio del comercio exterior importando vehículos para vender a particulares, lo que le reportaría beneficios a la vez que dinamizaría notablemente todos los renglones de la economía y, como colofón para un negocio redondo, disminuiría el disgusto popular por la dificultad de trasladarse y, hasta aminoraría los enormes gastos sanitarios asociados a las múltiples enfermedades provocadas por el smog de motores antiguos y en mal estado.

¿Será que para el Gobierno valen menos esos beneficios económicos y humanos que el beneficio político de mantener a la población inmóvil y desconectada, aunque viva en municipios adyacentes, siempre preocupada y ocupada por cómo va a desplazarse? ¿Es posible que el Gobierno no quiera privatizar en demasía el transporte para que no se desarrolle un grupo que lo confronte?

En cualquier nación democrática los transportistas paralizan ciudades si sus intereses son afectados. Incluso en la Cuba totalitaria, son los únicos trabajadores que han amagado —ya al menos dos veces— con iniciar algo parecido a una huelga, aunque luego no la concreten por falta de liderazgo y temor a la represión. Pero eso podría cambiar si el sector del transporte privado alguna vez superara al estatal, consiguiendo con ello una enorme influencia.

Probablemente, temiendo esa fuerza que podrían adquirir los transportistas particulares, aun sabiendo que la privatización es la única salida para uno de los dramas más sangrantes de la cotidianidad cubana, y además algo que podría reportarle mucho dinero, el Gobierno prefiere mantenerse enrocado en inservibles estructuras de transporte estatal y en no renovar el vetusto parque vehicular.

Gran miedo a esa privatización debe tener el castrismo, porque hace mucho podía haber comenzado a vender vehículos modernos a los actuales propietarios de dinosáuricos carros americanos y obsoletas chatarras rusas, en una operación similar a la hecha en la "revolución energética", cuando el Gobierno electrodomésticos antiguos de alto consumo energético por equivalentes modernos más eficientes.

Solo con esa operación, tal como está cautivo el mercado cubano, hubiese el castrismo recaudado millones de dólares, ayudado a controlar la inflación y, de propina, se habría quedado con millones de toneladas de chatarra de acero que muy bien vendría a su industria siderúrgica.

En un segundo momento —ya sabemos que al castrismo le gusta ir por fases— podría haber autorizado las importaciones a una MIPYME "privada", propiedad de algún sobrino de Raúl u otro hijo de la primera dama —que tan bien sabe colocarlos la señora— para que se forren importando vehículos a valores que pueden fácilmente duplicar en la Isla.

En cambio, lo que ha hecho el Gobierno han sido intentos fallidos de vender Peugeot como si fuesen Ferrari, en lo que parece más un esquema intencionalmente absurdo para obstruir la entrada de carros modernos a Cuba, que uno para mejorar el parque automotriz.

En fin, siendo el transporte uno de los pocos sectores que el cleptómano Fidel jamás pudo estatalizar del todo, no puede explicarse por razones económicas que el castrismo no haya profundizado su privatización durante estos últimos años de supuesta apertura. Ese inmovilismo se debe entonces a mezquinos cálculos políticos de un Gobierno que, temiendo perder poder, se niega a autorizar algo que tanto beneficiaría al pueblo pues, al fin y al cabo, el transporte como el resto de la economía, está supeditado a la conveniencia de una casta que se traslada en Mercedes, Lexus y Range Rover climatizados, en los cuales, a 90 millas por hora, apenas se sienten los baches de la Revolución.

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5 comentarios

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Profile picture for user Pedro Benitez

Porque "los niveles de carga de importación y exportación operada en los puertos se redujeran más del 44%".; los cubanos tenemos que crear nuestras propias rutas de importacion, sobornando la guarda Frontera e Integrando la guarda Costa a la inspecion en sitio*. Soborno con ley

Profile picture for user Don Carlitos

En cualquier lugar del mundo, por la milésima parte de lo que se está viviendo en la Cuba de hoy, el pueblo se hubiera lanzado a las calles y hubiera sacado a patadas por el c... a todo esos explotadores gobernantes que siguen viviendo y disfrutando a cuenta de héroes, mártires, falsas ideologías y toda esa caterva de recursos anticuados y obsoletos que eternizan los regímenes tiranos y esclavistas. Por favor, no sigan esperando que alguien los va a ir a salvar, la única opción es acabar de revelarse en las calles, a sangre y fuego si es necesario, de lo contrario, van a desaparecer como cucarachas exterminadas.

pocas veces un gobierno ha podido y sabido destartalar y controlar luego a su pueblo, tan bien como el castrismo. Es dificil comparar aunque, efectivamente, sin una resistencia interna mayor hay poco que hacer.

Estimada Ms Cruz, a la dictadura no le interesa el transporte o el estado de las calles y carreteras ni la inflación ni si hay comida o medicinas si no hay combustible etc. Lo único que le interesa es mantener el poder y nada mejor que tener al cubano de a pie empobrecido y preocupado en cómo conseguir los alimentos y medicinas como llegar al trabajo cómo sobrevivir una inflación con salarios de miseria etc. con todo eso no tendrán tiempo para conspiraciones o pensar como derrocar el gobierno. Todas las conspiraciones y alzamientos contra los gobiernos a lo largo de la historia mundial fueron hechos e iniciados por las clases medias y ricas, nunca por las clases pobres y ahí está el porqué la dictadura cubana tiene a los que no son sus enchufados viviendo en niveles de extrema pobreza.

podria ponerte algunos ejemplos de alzamientos de los estratos más bajos, desde espartaco hasta tupac amaro, eso sí, casi siempre infructuosos. hay una correlación mas interesante que la que hay entre levantamientos y clases sociales, y es la existente entre levantamientos y cohortes de edad, solo donde la juventud es mayoría ha habido levantamientos, eso sí no tiene excepciones históricas. Cuba es país de viejo, probablemente por diseño.