El 22 de diciembre, Mariana Castillo recibió una llamada telefónica desde la prisión Combinado del Este en la que le informaron que su hijo de 21 años, Gilberto Castillo Castillo, había obtenido el "beneficio" de pasar a trabajo correccional con internamiento. El joven padece discapacidad intelectual y nunca debió estar preso, pero el régimen lo condenó a seis años de privación de libertad por participar en las protestas del 11 de julio de 2021 en el municipio de Güira de Melena, Artemisa.
Ya ha cumplido un año y medio de sanción por los delitos de atentado, desorden público y sabotaje.
"Gilberto me decía 'mami, yo no sé por qué no me han dado campamento'", cuenta a DIARIO DE CUBA la madre.
La modalidad penitenciaria de trabajo correccional con internamiento, conocida popularmente como "campamento", consiste en enviar a los reos a sitios penitenciarios de estudio o de trabajo en los que terminan de cumplir su sanción, con posibilidades adicionales como visitas más frecuentes e incluso pases. También es un beneficio que se le otorga a reclusos que han cumplido la mayor parte de su sentencia, o a los que les restan un aproximado de cinco años para concluirla.
Gilberto Castillo Castillo fue detenido en la madrugada del 12 de julio de 2021 por su presencia en las masivas protestas antigubernamentales que ocurrieron en toda Cuba. En el momento de su detención tenía 20 años de edad y un expediente médico que demostraba su discapacidad intelectual.
El joven preso estudió en una escuela para niños con trastornos de aprendizaje, en la cual no superó el primer grado. Firma los documentos legales con su huella digital, pues no sabe leer ni escribir. En los interrogatorios iniciales a los que fue sometido tras su llegada al centro de detención Reloj Club, ubicado en Boyeros, no supo siquiera decir su dirección particular. Además de esto, padece enfermedades adicionales como asma, que se le han agudizado en prisión.
Tras el arresto de Gilberto Castillo —que su madre describe como injustificadamente violento—, Mariana Castillo se personó en Reloj Club con el expediente médico del joven. Semanas después, cuando fue trasladado hacia la prisión de menores conocida como El Guatao, los oficiales penitenciarios afirmaron que esos documentos no existían ya. La madre denunció ante los medios que en el Hospital William Soler, donde atendía a su hijo desde pequeño, le negaron también el acceso al historial médico.
Gilberto Castillo Castillo, se encuentra aún en la prisión Combinado del Este, de La Habana, a donde fue trasladado tras cumplir 21 años y llegar a la mayoría de edad en junio pasado.
"Sus compañeros de prisión me lo elogian", dice su madre. "Me dicen, 'mamá, su hijo no habla ni se mete con nadie. Su hijo no habla'. Y es que él es así. Todo el que lo conoce en Güira sabe que mi hijo no habla. Ni a mí me habla casi nunca porque mi niño tiene retraso".
En los videos que se usaron para condenarlo en marzo pasado, se ve a Gilberto Castillo llevarse las manos a la cabeza luego de haber lanzado una piedra, como hacían decenas de manifestantes, a la tienda en pesos convertibles El Encanto.
El abogado que defendió su caso recalcó que, según las pruebas realizadas al muchacho, Gilberto Castillo mostraba el cociente intelectual de una persona de entre siete y 12 años. Por tal motivo, pidió para él libertad inmediata, la cuál fue negada. Por el contrario, los jueces del régimen condenaron al joven a seis años de prisión.
Gilberto Castillo Castillo es una de las 33 personas juzgadas en Güira de Melena por participar en las protestas del 11J. Junto a Yanley López Basulto y Lázaro Yeison Cecé Álvarez, en momento de su detención tenía menos de 21 años.
"Gilbertico tiene que estar libre. Él no está preparado para estar preso y no sabe por qué hizo lo que hizo", dice su madre.