Conocí a Enrique Figuerola en el 2016, en La Habana, cuando hacíamos los talleres de capacitación electoral para la presentación de candidatos independientes en las elecciones de circunscripción.
Él es de Santiago de Cuba y ambos éramos parte de la campaña #Otro18 para tales fines. Enrique se recuperaba de una fractura de mandíbula ocasionada por un policía el 10 de febrero de ese año. Titulé la entrevista que le hice entonces "Un héroe de nuestro tiempo"; fue publicada en DIARIO DE CUBA el 28 de marzo de 2016. Enrique había perdido mucho peso entonces porque los aparatos bucales para ayudarlo a sanar le impedían comer de manera apropiada. Sobre el golpe me comentó:
"Él (el oficial que lo golpeó) me da el primer bofetón, luego me coge por el cuello y hace como que me va a llevar para el área de los calabozos, donde hay un pasillo pequeño. Y allí empieza a golpearme. Había más policías, pero quien me golpea es él. Parece que los demás estaban en espera de que yo reaccionara, lo que no hice porque ya he sido víctima de dos acusaciones de atentado anteriormente. No pude ni defenderme, por temor a romperle un botón y entonces, tú sabes, eso se revierte. Él me da dos golpes en el abdomen, pienso que lo que quiere es verme derribado y me agacho, y cuando me agacho es que me fractura la mandíbula de un piñazo".
Enrique es firmante del Proyecto Varela y fue de los 53 presos políticos liberados a propósito del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre el castrismo y el Gobierno de Estados Unidos. Cuando lo conocí había estado en prisión en cuatro ocasiones. Como deja ver en el fragmento de la entrevista que reproduje antes, dos de esas ocasiones fueron por la acusación de atentado. Nunca se insistirá suficiente acerca de la manipulación legal que de este delito hace la dictadura cubana. El atentado se cuenta entre el racimo de cargos imputados al artista Maykel Castillo (Osorbo), que sirvieron para condenarlo a nueve años de cárcel el pasado 23 de junio de 2022.
Después de la entrevista de 2016 he seguido a Enrique en las redes sociales y a menudo alabo las fotos que pone de su hijo más pequeño. Un niño de tres años y medio con cara de niño que se sabe querido. Es el cuarto hijo de Enrique, un hombre familiar que disfruta a sus hijos y esposa.
La narración de los hechos que sigue es el resultado de una entrevista personal con él a propósito de una detención que sufrió en días recientes.
El pasado jueves 4 de agosto, sobre las 7:00 de la noche, Enrique regresaba a su casa del trabajo cuando se cruzó con miembros de las brigadas especiales que, al verlo cargar una mochila, dijeron: "Mira este, viene más cargado que una bibijagua".
Enrique llevaba consigo arroz, azúcar, una compota y un mazo de uvas. Llevaba además dinero en un canguro al que él llama "portapiche": "Querían registrarme en la calle, yo me negué por el comentario irrespetuoso con que me detienen. Me proyectan violentamente contra el carro, me requisan y me suben al camión. Revisaron la mochila y, a pesar de no haber encontrado nada anormal, me trasladan, según ellos porque había incurrido en el delito de desobediencia. En el camino uno de los militares me decía: 'Mira qué feo, este no debe tener ni mujer, haciéndose el de las leyes, deja que lleguemos a la Unidad'".
Enrique fue trasladado a la Tercera Unidad de Santiago de Cuba, conocida como "La Motorizada". Allí fue golpeado y sufrió la fractura de mandíbula en 2016. Cuando se haga la historia del comunismo en Cuba habrá que dedicar una parte a los abusos en las estaciones policiales, cada opositor tiene su capítulo.
En la unidad policial a Enrique le devuelven la mochila sin el portapiche con el dinero, pretextando que era mucho y debían saber su procedencia. Él insiste en que lo contaran para definir el monto previo a la ocupación, pero los militares se negaron a hacerlo.
"'Cállate', me decían, 'no eres quién para decirnos lo que tenemos que hacer'. Entonces, me llevan al hospital Saturnino Lora para hacerme una prueba de aliento etílico. En el hospital, la doctora redacta un papel que ni sé qué decía. De allí me llevan de nuevo para la Tercera Estación. Cuando me van a dar el portapiche, yo me rehúso a tomarlo, porque no se había contado el dinero. El policía me manda a callar y me dice que voy a quedarme en la estación porque tenía una navaja en la mochila. La mochila la habían revisado en dos ocasiones, tanto en el camión como en la estación. Después que vengo del hospital, es que 'aparece' la navaja. Ya no me quedo detenido por desobediencia, ya es por tenencia ilegal de arma blanca. Yo no tenía ninguna navaja".
Hacia la medianoche del jueves Enrique fue llevado para los calabozos. Allí estuvo, en huelga de hambre y sed, desde el jueves hasta el mediodía del domingo. Inicialmente, a Enrique le exigían 1.000 pesos de fianza para salir en libertad; él se negó a pagar esos 1.000 pesos y los 500 que le reclamaban después. Cuando sale en libertad lo hace sin pagar nada. En un video que publicó en Facebook inmediatamente después de salir, se le ven los labios resecos por la sed. Del total del dinero que Enrique llevaba consigo el día de la detención, le faltaban, al salir en libertad, 6.800 pesos. No es la primera vez que la Seguridad del Estado y la Policía cubana roban a los opositores aprovechando la impunidad que les provee el castrismo.
Al verlo llegar, el pequeño hijo de Enrique comenzó a llorar. Lloraba de ira e impotencia por el estado en que llegó su padre, dos sentimientos que un niño no tiene por qué experimentar a tan corta edad. "Mi bebo sabe muchísimo, varón", me comentó Enrique cuando hablamos, con ese "varón" añadido, que me llamó la atención desde la vez que lo entrevisté, en 2016, porque no es habitual en La Habana, donde preferimos hermano o amigo.
Las últimas palabras de este héroe de nuestro tiempo fueron: "hermano, estoy destrozado, temo por mi vida y la de mi familia".
Modelo Roto:
El patrón de lucha que adoptan los opositores y activistas cubanos se basa principalmente en la continuidad de una estructura que manifiesta denuncias y exigencias. Un esquema fallido que no se adapta a la realidad geopolítica compleja. Porque la metodología de denuncias y exigencias no logró ni logra modificar el comportamiento del régimen. El seguimiento cuantitativo de presos, episodios de represión y abusos a menores de edad, es necesario (ingenio y acción moral); pero estratégicamente inefectivo para avanzar con los cambios político-sociales en la isla. El cuerpo ciudadano necesita estar armado con un movimiento apolítico capaz de incidir entre cubanos e influenciar el hemisferio a nuestro favor.
A los comunistas si aquello va abajo hay que hacerles sufrir lo mismo,necesitamos un gobierno de transición de derecha dura.Ah y los esbirros uniformados que han abusado que paguen con cárcel o bienes .Pueden ser desalojados de sus viviendas con familia como ellos hacen con las madres ocupas o los habitantes de poblados " llega y pon"...