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Represión

Dayron Martín Rodríguez, un paciente psiquiátrico cubano condenado a 30 años de cárcel por manifestarse

El joven de 37 años está en tratamiento desde 2014 por 'doble depresión' y un intento de suicidio. Su vida corre peligro en prisión, opinan especialistas.

Madrid
El preso político Dayron Martín Rodríguez.
El preso político Dayron Martín Rodríguez.

La madre de Dayron Martín Rodríguez sufrió un preinfarto cuando supo que a su hijo lo condenaban a 30 años de cárcel por participar en la protesta de La Güinera, uno de los barrios más castigados tras las manifestaciones del 11 de julio en Cuba. De 790 personas procesadas penalmente por participar en las manifestaciones de 2021 contra el régimen cubano, 96 son de La Güinera.

En ese humilde barrio habanero los vecinos salieron a manifestarse el 12 de julio, y fueron violentamente reprimidos por la Policía, incluso con armas de fuego. De La Güinera es la única víctima mortal reconocida por las autoridades: Diubis Laurencio Tejeda, de 36 años, fallecido por un disparo de un policía.

Coral Martín Rodríguez cuenta desde Ecuador que su hermano Dayron la llamó desde la cárcel tras el juicio colectivo que tuvo lugar en diciembre pasado, y le contó la sentencia que le comunicaron en ese momento de modo oral. "Mi mamá se puso muy mal, soltó el teléfono, se desmayó… Y tuve que seguir hablando con él, que me decía: '¿qué le pasó a mi mamá, qué le pasó a mi mamá…?'", relata la joven, quien tuvo que darle ánimos a su hermano en los tres minutos que duró la llamada y luego reanimar a su madre.  "Cuando ella volvió en sí, empezó a llorar mucho, y en ese momento le dio un dolor fuerte en el pecho. (…) La llevé a urgencias y allí me dijeron que había tenido un preinfarto del disgusto tan grande que había tenido". Coral acota que su madre está deprimida desde el encarcelamiento de Dayron. 

El miércoles 16 de marzo el régimen dio a conocer las sentencias para los manifestantes de la Esquina de Toyo y La Güinera, en La Habana. Dayron Martín Rodríguez es el preso político cubano número 285 de 1.007 de la lista que compila la ONG Cuban Prisoners Defenders y una de las dos personas condenadas a 30 años de privación de libertad por sedición, un delito político. Antes del 11J la cifra de prisioneros políticos no llegaba a 200.

"La vida de nosotros la acabaron", dice Coral en un video publicado en su cuenta de Facebook, en el cual también aparece su madre, muy afectada tras conocerse la sentencia en firme. Para la familia, la condena es muy injusta; aún no terminan de asimilar la situación, pero reafirman que no dejarán de luchar por la liberación de Dayron. "No estamos de acuerdo con la condena y no vamos a parar".

"Somos su esperanza", dice Esmeralda Rodríguez, madre de Dayron. "Aunque yo me esté muriendo por dentro vamos a seguir luchando por mi hijo, y por todos los presos políticos, porque los cubanos tienen mucho miedo, por eso no ha pasado más nada, tienen mucho miedo, y prefieren morirse en Cuba con miedo", dice. 

Dayron tiene 37 años. Su último cumpleaños lo pasó en prisión, como podría pasar el resto de su vida tras la dura condena impuesta por el régimen. En la sentencia, a la que tuvo acceso DIARIO DE CUBA, se tuvo en cuenta su "reincidencia", ya que tenía antecedentes penales por un delito anterior de malversación por el que fue condenado a ocho años. En cambio, no se valoró que Dayron tiene problemas psiquiátricos, algo que los jueces sí tuvieron en cuenta para la sanción anterior.

Condición clínica

Mi hermano "padece de los nervios", explica Coral, "hasta el punto que intentó quitarse la vida. Mi mamá tuvo que mudarse un tiempo a su casa con la esposa de él, porque no se le podía dejar solo y la esposa tenía que trabajar… Estaba que no quería vivir, no tenía motivos para vivir. A raíz de eso, lo llevamos al médico y es cuando le diagnostican su problema psiquiátrico, y que tenía que tomar medicamentos, y estuvo un tiempo ingresado (en el Sanatorio San Juan de Dios de La Habana) hasta que mejoró", aunque seguía asistiendo a terapias regularmente y con medicación, explica Coral, quien señala que, tras ser encarcelado por el 11J no ha recibido la atención adecuada para su padecimiento.

Al principio, cuando cayó preso, no le daban la medicina, tuvimos que fajarnos, porque sin esa medicina él se deprime”, cuenta Coral. Añade que incluso una vez le dieron el medicamento equivocado.

DIARIO DE CUBA consultó el resumen de la historia clínica de Dayron Martín Rodríguez, obtenido por su esposa en el Sanatorio San Juan de Dios de La Habana con el fin de presentarlo en el proceso judicial. En este documento consta su ingreso en 2014 con un diagnóstico de "doble depresión"; se indica que Dayron padece "distimia", un trastorno depresivo persistente, sumado a un "episodio depresivo de funcionamiento psicótico" y adicción al alcohol.

El informe psicológico, fechado el 23 de julio de 2021 y firmado por facultativos de la entidad pública cubana, señala que Dayron sufre "una depresión severa, con autoacusaciones, impulsos suicidas, incapacidad de tomar decisiones que lo guíen a metas positivas".

"El sistema carcelario no es compatible con la condición clínica y psquiátrica de este paciente", dice a DIARIO DE CUBA categóricamente el psiquiatra Emilio Arteaga Pérez, tras analizar el resumen médico.

"Alguien que tiene antecedentes de salud mental como él, y que tiene un diagnóstico de alcoholismo, con episodios depresivos, depresiones que por su naturaleza han llegado a tener una profundidad importante, tuvo un episodio psicótico, y fue necesario su ingreso en Psiquiatría. Alguien con todos estos elementos tiene una vulnerabilidad mucho mayor que la media general", señala el facultativo.

"Un sistema carcelario con el que tenemos, que no garantiza la salud en lo más básico (…), imagínate en algo tan delicado como salud mental, y estamos hablando de alguien que tiene un registro, que ha pasado por un trastorno mental depresivo importante. No, no es compatible el sistema carcelario con él, no lo es, y el riesgo de suicidio existe, es alto", advierte el especialista.

La familia se movilizó para conseguir este informe clínico y que fuera presentado en el juicio, pero se desestimó a la hora de sancionar al joven. En cambio, sí se tuvo en cuenta en la condena anterior de 2016, ya que Dayron estaba de licencia extrapenal en el momento en que fue detenido, el 13 de julio.

¿De qué se le acusa?

Dayron no salió a protestar el 12 de julio, sino a buscar comida para sus palomas, explica Coral. "Mi hermano cría palomas y salió a buscar comida cuando se encontró con que venían desde 'el basurero' las manifestaciones, y cuando vio a esa turba (…) se impresionó de ver tanta gente peleando con la Policía, y sacó el teléfono para mandarle un vídeo a a nuestro padre, que vive en La Palma, para que viera a lo que estaba pasando en ese momento."

Mientras filmaba "le da una piedra por la espalda, de la misma que estaban tirando lo mismo los manifestantes que los policías, que estaban dado palos, y le dio tan fuerte que se le cae el teléfono, y ahí reacciona (…) y se pone a tirar piedras también".

El teléfono de Dayron fue incautado por un Policía mientras él, asustado por los sucesos, se mandó a correr hasta su domicilio, según refiere su hermana. "Al otro día fue a la estación de 'El Capri' a recoger su teléfono, porque no pensó que había hecho nada malo, y desde ese día lo detuvieron y hasta el día de hoy no lo han liberado", relata Coral.

Según el documento de la sentencia, "resultó significativo y distintivo para los jueces como al visualizar las imágenes que aparecen en el disco Escenario 2, (…) logra observarse nítidamente a este encartado arrojando piedras contra el cordón policial y realizando gesticulaciones y movimientos obscenos, irrespetuosos y denigrantes en contra de los agentes del orden que estaban en su misma dirección, portando además una camiseta en sus manos que aventaba por momentos y que tenía estampada en la mayor parte de la prenda de vestir la enseña nacional cubana".

Abogados consultados por DIARIO DE CUBA opinan que "el régimen arreció la represión contra los que filmaron puntuales hechos y sucesos trascendentales del 11J, así como contra quienes postearon o reenviaron la información". El acto de filmación "en vez de interpretarse como un derecho de información/comunicación natural a ejercitar en el seno de cualquier contexto público y notorio, está siendo indebidamente calificado como un grave delito de sedición y otro de instigación a delinquir fundamentalmente".

"Con la criminalización severa de esta conducta cívica, el poder fáctico manda un mensaje claro a los ciudadanos que se vean relacionados de cualquier forma a un posterior contexto de estallido social: recibirán castigos desproporcionados —sin escatimar costos— quienes transmitan los sucesos a los demás y/o documenten acciones represivas oficiales", analizan los letrados consultados.

"El caso de Dayron Martín Rodríguez es un ejemplo más de la crisis de independencia y sobrevivencia que enfrenta lamentablemente el sistema judicial por muy complaciente que siga siendo de los intereses del poder", argumentan los abogados, para quienes dado el historial clínico de Dayron "su vida en prisión corre evidentemente grave peligro".

El abogado defensor de Dayron "refutó la imputación fiscal arguyendo que su patrocinado debe ser sancionado por un delito de desórdenes públicos", según consta en el acta del juicio. Pero se desestimó esa petición y también los informes sobre su salud mental, en un juicio donde los testigos fueron los mismos policías que ese día reprimieron la manifestación.

Un llamado a las familias

Cuando Dayron habla con su hermana por teléfono desde prisión siempre le pide "que sigan luchando por él, que no tengan miedo, porque ya a él le destruyeron la vida, más de lo que le hicieron no pueden hacerle".

Él "tiene un carácter fuerte", pero "es muy noble" y "muy familiar", dice su hermana, que lo define como una persona sociable que "le gusta llevarse bien con los vecinos" —algo que recoge incluso el acta del juicio—.

Dayron tiene una hija de 12 años que vive en Estados Unidos con la mamá: "La niña dice que su papá es un héroe porque salió a luchar por la libertad de Cuba", cuenta Coral, y acota que su hermano "tiene adoración con la niña. Le dio permiso a su mamá para que la sacara Estados Unidos para que pudieran vivir mejor, pero él todos los días la llamada por videollamada y siempre estaba pendiente de ella, pero desde que pasó esto más nunca ha podido hablar con ella", lamenta.

Esmeralda Rodríguez hace un llamado a las madres de todos los presos políticos para que no descansen y sigan demandando justicia: "No se dejen amedrentar, no dejen que el miedo los paralice, y luchen por sus hijos, aunque nosotros pensemos qué con aquel Gobierno quizás lo que estamos haciendo sea en vano, pero no, no podemos dejarlos solos, porque tenemos que seguir luchando que nosotros somos sus parientes (…). Hay que luchar porque ellos confían en nosotros, ellos adentro no pueden hacer nada y nosotros tenemos que ser la voz de ellos aquí afuera, donde quiera que estemos."

"Estamos sufriendo, pero este sufrimiento nos tiene que servir para darnos más valor, y para poder hacer por ellos, para que mañana no nos quede en conciencia que no hicimos nada por ellos", dice la madre de Dayron Martín Rodríguez y pide la libertad de todos los presos políticos de Cuba.

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1 comentario

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En general, las condenas a quienes participaron en el espontáneo movimiento popular del 11 de Julio, han sido, no sólo injustas sino criminales. El gobierno debería tener el pudor de evitar la represión sobre un pueblo que por seis décadas ha soportado una dictadura cruel, con fusilamientos, cárceles, despojo de propiedades, separación de las familias, irrespeto a los derechos humanos, violación sistématica de los derechos individuales y todo lo que ocurre en una sociedad dominada por el totalitarismo.
Dicho esto, no puedo pasar por alto que quienes pensamos de esa forma no somos idiotas.
Este señor aparece en este artículo como un pobre hombre, probablemente heroico por haber lanzado unas cuantas pedradas en 11 de julio; pero el propio artículo nos informa que es un ex-ladrón, alcohólico, vago y deprimido. Ni voy a mencionar el disparate de la "doble depresión".
El señor no merece esa condena; pero no me lo pinten de infeliz o de héroe, por favor.