Los líderes evangélicos Yarian Sierra y Yéremi Blanco están detenidos desde pasado el 11 de julio, cuando se unieron a miles de cubanos en las mayores protestas contra el régimen en seis décadas.
Los pastores, ambos jóvenes y con familias, pertenecen a la Asociación Misión Bereana, con presencia en la Isla desde los años 40 del siglo pasado, aunque el régimen a partir de 1959 confiscó sus propiedades y se niega a reconocerla en el Registro de Asociaciones.
Adelys Rodríguez, esposa de Blanco, relató a DIARIO DE CUBA que supo de la detención sobre las 7:00 de la noche del domingo, y que tanto ella como Claudia Salazar, cónyuge de Sierra, se personaron en varias estaciones policiales matanceras, donde los agentes se negaron a darles información.
Solo al día siguiente supieron, en la delegación provincial del Ministerio del Interior, que los pastores se encontraban en una sección especialmente preparada para los detenidos durante las movilizaciones, en la Prisión de Mujeres, en las afueras de la ciudad de Matanzas.
"Allí fuimos a indagar y nos maltrataron. Altos oficiales nos dijeron que nuestros esposos iban a estar allí de siete a 14 días", declaró Rodríguez, quien es madre de tres hijos y pasó horas esperando por una respuesta a la entrada del centro penitenciario.
Durante las protestas masivas también permaneció bajo reclusión domiciliar durante dos días el pastor metodista Carlos Macías López, quien acompañó al pueblo de Jovellanos, Matanzas, en la movilización.
Adelys Rodríguez dijo que expresó a los militares que el derecho de su esposo y el de Sierra a tener una llamada había sido violentado, a lo que le respondieron que en la cárcel no hay teléfono. Al día siguiente, le dijeron que no hubo llamada porque ambos pastores se negaron a dar sus números.
"Eso es mentira, nuestros esposos no nos tendrían angustiadas, sin saber de su paradero", comentó Rodríguez, a quien las autoridades dijeron que hasta el martes próximo no recibirá información sobre la situación de su esposo y la de Sierra.
"Hombres de bien que aborrecen el comunismo"
Por su parte, Claudia Salazar denunció a través de un post en Facebook "el trato inhumano que han recibido" su cónyuge y Blanco "por manifestarse pacíficamente como ciudadanos cubanos en la protesta del día 11 de julio".
"No les han dado derecho ni a una llamada, ni nos dejan verlos", dijo, consideró que están "prácticamente secuestrados".
"Hasta los protocolos de sanidad violaron porque solo permitieron entregarles tres nasobucos y llevan desde el domingo detenidos".
"Para poder pasarle los medicamentos a Yéremi, que se esta recuperando de un Covid muy fuerte, tuvimos que buscarle hasta prescripción médica, porque no nos autorizaban a dejarle ningún medicamento", afirmó.
Matanzas, donde pastorean y se manifestaron ambos líderes religiosos, es una de las provincias cubanas con mayor cantidad de casos positivos al nuevo coronavirus. En el territorio se ha reportado la presencia de nuevas cepas.
"Quiero denunciar que nos trataron como si fuéramos perros, que no teníamos derecho a nada —dijo Salazar—. Nos peloteron de un lado para otro hasta que el lunes, a las 11 de la mañana, nos dijeron dónde supuestamente están, porque ni pruebas tenemos de que están ahí".
La pastora fue informada de que los dos líderes evangélicos presos serán procesados "bajo el cargo de escándalo público". Pero "ellos ni agredieron a nadie, ni destruyeron nada, solamente estaban como todos los demás ciudadanos cubanos, en una marcha pacífica" por su derecho a la libertad, dijo.
Salazar señaló que Blanco y Sierra están presos por pensar diferente y por manifestar lo que piensan. "¿Quién va a juzgar los comunistas que sí salieron a atacar con palos y armas a los ciudadanos desarmados? A ellos, que sí cometieron delitos, nadie los juzga, y a los demás, por manifestarse pacíficamente y sin armas, sí", cuestionó. "¿Dónde está la justicia?", preguntó y recordó que Miguel Díaz-Canel llamó a una guerra civil diciendo que la "orden de combate" estaba dada.
Salazar expresó que tanto Blanco como Sierra "son ciudadanos cubanos honrados, que han dedicado toda su juventud y vida al servicio de la iglesia, al servicio de las personas. Hombres de familia, padres amorosos, esposos amorosos, con un testimonio de vida intachable".
"Ellos no son ningunos delincuentes ni gente de baja calaña, como los llaman los gobernantes de este país. Ellos son hombres de bien, son hombres de Dios, que piensan diferente, que aborrecen el comunismo, y que salieron a expresarlo como cualquier ser humano que tiene derecho a pensar y decir lo que siente".