Diez juristas cubanos, integrantes de la Corriente Agramontista, la más antigua organización de los profesionales independientes del Derecho en Cuba, hicieron pública una declaración en la que llaman al Gobierno a iniciar un "cambio profundo" en la Isla, abocada a una "desastrosa situación".
"Las raíces de este calamitoso estado de cosas subyacen en el inoperante sistema que, pese a haber demostrado sobradamente su inoperancia (...) ha sido impuesto y mantenido a sangre y fuego por el régimen castrista. El país está detenido en el tiempo e incluso involuciona. Los gobernantes insisten con obstinación en mantener ese sistema social, político y económico absolutamente inviable", subraya el documento.
"En lo social, vemos una población alienada, sin posibilidad de expresar lo que piensa o siente, embrutecida cual rebaño y que sólo ansía escapar hacia cualquier lado. En lo económico, constatamos que se ha optado por un capitalismo monopolista de Estado, disfrazado de una forma sui generis de socialismo, que impide el desarrollo de las fuerzas productivas. Estas últimas están bloqueadas con prohibiciones legales y administrativas, altas cargas tributarias, burocratismo y la presión moral que significa que los emprendedores, conforme a la arcaica teoría marxista-leninista mantenida a ultranza, sean considerados vulgares 'explotadores'".
Firmada por los juristas René Gómez Manzano, Hildebrando Chaviano Montes, Roberto de Jesús Quiñones Haces, Eduardo Ortiz Ramírez, Serafín Martínez, Yuniesky San Martín Garcés, Maybell Padilla Pérez, Lázaro G. Godínez González, Amelia Rodríguez Cala y René Lázaro López Benítez, la declaración advierte que en Cuba "tenemos una carta magna que es letra muerta".
"No se aprecia un cambio del régimen en cuanto al respeto de elementales derechos humanos como las libertades de expresión, opinión, movimiento y asociación; por el contrario, la represión contra todo signo de disenso se reitera y se vuelve más amenazante y violenta. Pese a haber decursado ya dos años, no se ha dictado la legislación complementaria que viabilizaría el disfrute de esos y otros derechos. También se ha incumplido con el plazo previsto para el nuevo Código de Familia".
"En el plano laboral, puede afirmarse que los obreros y campesinos cubanos están viviendo los peores momentos de su historia, lo cual no deja de constituir una burla en esta sociedad, que dice ser 'de los trabajadores'. Continúan siendo un sueño irrealizable los reclamos de los juristas cubanos (proclamados desde hace años por la Corriente Agramontista): que se restablezca el libre ejercicio de la abogacía, que los tribunales gocen de verdadera independencia y que la Fiscalía actúe ajustándose a criterios técnico-jurídicos, y no políticos".
La declaración sostiene que, a todo ello, se suma la pandemia del Covid-19 y la "mal llamada 'Tarea Ordenamiento'. Para realizar esta rebaja masiva de los ingresos reales de los cubanos de a pie, se aumentaron los salarios y pensiones, pero los precios de bienes y servicios fueron incrementados en medida mucho mayor, desatando una inflación brutal. Todo este conjunto de circunstancias determina que, en la Cuba de hoy, se pueda hablar de la existencia de una profunda crisis humanitaria".
Los juristas recuerdan que esta semana iniciará el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba. "Se supone que esa inminente reunión tome las decisiones estratégicas más importantes de la vida nacional. En esas circunstancias, llamamos la atención de los congresistas sobre algo que consideramos una evidente contradicción: en las relaciones internacionales, el régimen castrista clama por la tolerancia y el respeto a la diversidad; sin embargo, en lo interno propugna decisiones diametralmente opuestas".
"Debe reconocerse que no vivimos en una sociedad monolítica, sino plural, donde coexisten variados intereses económicos, sociales y políticos. Todos ellos merecen su espacio. Es inmoral que se mantenga la discriminación sobre los cubanos que piensan distinto".
"Y es necesario que los congresistas hallen una solución a la honda crisis económica, social y política en la que está hundido el país. Es menester que se inicie el cambio profundo —no cosmético— que Cuba necesita desesperadamente. Y quienes inicien ese proceso no deben ser los mismos ancianos que llevan más de sesenta años ejerciendo el poder, y haciéndolo muy mal", finaliza.