Amnistía Internacional (AI) calificó este viernes a Luis Manuel Otero Alcántara, líder del Movimiento San Isidro, como prisionero de conciencia y exigió su liberación.
La organización hizo la misma declaración para la curadora de arte Anamely Ramos González, aunque esta ya ha sido liberada por las autoridades y estaba este viernes por la tarde en casa de la activista Omara Ruiz Urquiola, vigilada por la Seguridad del Estado, según confirmaron varias fuentes a DIARIO DE CUBA.
Después de varias horas detenido dentro de una patrulla de la Policía, el régimen recluyó a Otero Alcántara por la fuerza en el Hospital Fajardo, en La Habana.
El artista y el rapero Maykel Castillo Pérez (Osorbo) están en huelga de hambre para exigir la liberación del rapero Denis Solís, condenado a ocho meses de prisión en un juicio express y sin garantías, bajo un delito fabricado de "desacato".
Otero Alcántara, Ramos González, Castillo Pérez y otra decena de activistas fueron desalojados el jueves de la sede del Movimiento San Isidro, en La Habana Vieja, donde llevaban varios días ayunando por la libertad de Solís.
El régimen se escudó en una supuesta violación de los protocolos de salud relacionados con COVID-19.
La madre de la hija de Maykel Castillo dijo al activista Esteban Rodríguez que "tiene muchos dolores" debido a los días de huelga "y que su casa está vigilada por la policía política".
El delito de "desacato", utilizado para condenar a Denis Solís y aplicado con frecuencia por el régimen a los opositores, "no concuerda con las normas internacionales de derechos humanos, por lo que (el rapero) debería ser liberado inmediatamente", dijo Amnistía Internacional.
"Estos activistas pueden ser irreverentes, pueden estar criticando a las autoridades de una manera que les resulta incómoda y han generado una gran atención internacional esta semana con su activismo pacífico y el uso de las redes sociales, pero ¿qué clase de Estado intenta aplastar las ideas robando despiadadamente a las personas su derecho a la libertad de expresión?", cuestionó Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.