Roberto de Jesús Quiñones Haces lleva 310 días encarcelado por hacer periodismo libre en un país que no lo es. Es el único periodista preso en Cuba, algo que no ocurría desde la Primavera Negra de 2003 cuando fueron encarcelados 75 disidentes, entre ellos 29 periodistas independientes.
El periodista de Cubanet se encontraba el 22 de abril de 2019 en el portal del Tribunal Provincial de Guantánamo intentando cubrir el juicio contra los pastores Ramón Rigal y Ayda Expósito, procesados por educar a sus hijos en el hogar, cuando un oficial de Policía le aplicó una llave y se lo llevó detenido. Lo condujeron a la estación y golpearon en varias ocasiones, en las que asegura le lesionaron el tímpano y le causaron varios hematomas.
Posteriormente fue enjuiciado por los supuestos delitos de "resistencia y desobediencia" y sancionado a un año de privación de libertad, sustituido por trabajo correccional con internamiento. Quiñones se resistió a la medida, y fue llevado a prisión.
"Si las autoridades cubanas quieren transmitir una imagen de avance y apertura ante la comunidad internacional, maltratar, encarcelar y multar a un periodista envía el mensaje equivocado", declaró Robert Mahoney, subdirector ejecutivo del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), cuando Quiñones fue condenado.
Reporteros sin Fronteras (RSF) ubicó a Cuba en el puesto 171 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de 2020, dos puestos por debajo de la lista de 2019. La Isla sigue siendo el país peor clasificado de América Latina en cuestión de libertad de prensa. Algo que se evidencia en el aumento de la represión contra periodistas independientes en 2019 y 2020, con casos recientes como el del periodista de DIARIO DE CUBA Jorge Enrique Rodríguez, quien fue detenido seis días y a punto de ser llevado a juicio por filmar a la Policía durante una detención violenta.
En el contexto actual, con sucesos como las dos muertes de civiles a manos de la Policía, la prensa oficial publicó escuetos comunicados incriminatorios de las víctimas, e incluso periodistas oficialistas se hicieron eco de una versión oficiosa dada por un youtuber anónimo que estaría vinculado a la Seguridad de Estado. Esto hace patente que la labor de los periodistas independientes es fundamental para contrarrestar la falta de profesionalismo del periodismo oficialista.
El caso de Quiñones como escarmiento público
Aunque el caso de Quiñones ha sido denunciado por numerosas organizaciones internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Sociedad Interamericana de Prensa, el PEN International y Amnistía Internacional (AI), que lo declaró prisionero de conciencia, así como por representantes de gobiernos como el secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, no se ha logrado su excarcelación.
La condena a prisión de Roberto de Jesús Quiñones envía un mensaje claro al resto del gremio independiente: esto es lo que les espera a quienes cruzan la línea roja que marca el régimen. ¿Y cuál es esa línea?
Quiñones intentaba cubrir un juicio a unos padres que pretendían educar a sus hijos en casa. La educación, uno de los pilares de la propaganda castrista, está bajo el control absoluto del Estado. Ese bastión es intocable porque así el régimen controla el adoctrinamiento desde la infancia, que le permite mantener a flote el sistema caduco imperante en Cuba.
Para esa Cuba que se cansó de callar, un grupo de cubanos/as que se dedican al periodismo independiente, la creación, el análisis jurídico y el activismo, unidos bajo el nombre de Libertad Cuba Lab (LCLAB), impulsan campañas que visibilicen y denuncien casos como el de Quiñones.
"Es importante seguir exigiendo la libertad de Roberto de Jesús Quiñones porque es un caso en el que la injusticia ha sido desmesurada", opinó Larizta Diversent, abogada y directora de Cubalex y miembro de LCLAB.
"En primer lugar porque es uno de los casos más emblemáticos donde se atenta contra la libertad de expresión, se ha encarcelado a un periodista por hacer su trabajo, y eso de por sí es condenable. Y en segundo lugar porque es un caso de violencia policial, donde se ha garantizado impunidad a los represores, a los agentes del Estado. Y creo que no se ha enfocado mucho su caso en este punto, pero los oficiales que lo agredieron, por lo que sancionaron a Quiñones al delito de resistencia, fueron totalmente exculpados por la Fiscalía militar, ni siquiera fueron a juicio por las lesiones que le provocaron a Roberto", señaló Diversent.
"Algo parecido ha pasado con casos de violencia policial recientemente", acotó en referencia a las muertes de Yamisel Díaz y Hansel Hernández a manos de la Policía este año. "No sabemos qué pasa con los agentes que comenten estos delitos que atentan contra los derechos humanos, en el caso de Roberto de Jesús contra su integridad personal ocasionándole lesiones, o privándoles de la vida como en el caso de Hansel y Yamisel".
Desde el punto de vista jurídico, a Quiñones "se le han violado todas las garantías del debido proceso", señaló y acotó que incluso se le negó ejercer la autodefensa, ya que el periodista es abogado.
Para Diversent, aunque el caso de Quiñones ha tenido mucha solidaridad internacional, no ha sido un apoyo focalizado: "no ha habido una articulación de todas esas personas e instituciones que están exigiendo su libertad, y en eso van enfocados los esfuerzos del laboratorio de ideas que estamos desarrollando".
Para Tania Bruguera, artista y directora del Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR) con el caso de Quiñones el régimen ha hecho "un aleccionamiento para periodistas independientes, poetas, abogados y católicos que se enfrentan a la injusticia" en Cuba.
En cambio, "lo que ha sucedido es que Quiñones se ha convertido en un símbolo de la arbitrariedad de un Gobierno que va perdiendo el poder", destacó Bruguera, también miembro de LCLAB.
Tras diez meses de encarcelamiento y con la salud deteriorada, Quiñones, de 62 años, es la muestra viviente de que el sistema le teme a la libertad de expresión, y que no debemos conformarnos con el silencio y la censura. Su libertad es también la libertad de esa prensa que se cansó de callar ante las injusticias en Cuba.
// El problema es... //
...que el castrismo no se debe a nosotros, para poder "exigirle" cosa alguna. Estableció su control sobre Cuba por él mismo, nosotros ni lo pusimos ni nos es fácil quitarlo.
Y siempre ha contado con la gran ventaja de no tener oposición política *efectiva*.