Ernesto Borges Pérez, de 51 años, no es un preso político cualquiera. Este excapitán de la Contrainteligencia del régimen ha cumplido 19 años cárcel de una condena de 30 por "tentativa de espionaje".
Su padre, Raúl Borges Álvarez, presidente del Partido por la Unidad Democrática Cristiana de Cuba y miembro del Comité Coordinador del Foro por los Derechos y Libertades, encabeza junto a las Damas de Blanco la lucha por su liberación.
Cuenta que cuando el cardenal Jaime Ortega Alamino intercedió en 2010 por su hijo ante Raúl Castro, el general respondió que los exmilitares presos "eran un caso de él".
Esta es la historia de Ernesto Borges Pérez, contada a DIARIO DE CUBA por su padre.
¿Cómo se decepcionó tu hijo del régimen siendo un oficial de la Contrainteligencia?
A mi hijo lo mandan a estudiar a la escuela de la KGB en la extinta Unión Soviética en la época de la Perestroika. Allí se gradúa con Diploma de Oro en solo cuatro años de los cinco previstos. Él conoció de primera mano cómo vivían los altos oficiales de ese órgano de inteligencia y la corrupción tan grande que existía entre la oficialidad soviética. Por eso simpatizó con el proceso de cambio que estaba llevando a cabo Mijaíl Gorbachov.
Cuando regresó a Cuba en 1989 estaba muy decepcionado del socialismo. Los años siguientes los pasó con una angustia tremenda. Apenas un año antes de intentar hacerle llegar información a la CIA me dijo que estaba muy decepcionado del Ministerio del Interior y que deseaba pedir la baja.
¿En qué consistió el delito que cometió Ernesto Borges?
Él era primer analista del Departamento 1 de Contraespionaje y Juegos Operativos de la Direccion Nacional de Contrainteligencia del Ministerio del Interior (MININT). Este departamento se encargaba de atender las sedes diplomáticas en Cuba y priorizaban a la entonces Sección de Intereses de los Estados Unidos. Él trabajaba sobre los agentes de la CIA que desde allí operaban.
Ernesto sustrajo documentos donde estaban los nombres de 26 espías que el Gobierno cubano tenía en fase preparatoria para posteriormente introducirlos en Estados Unidos y países de la OTAN. Esa información trató de hacerla llegar a un funcionario de inteligencia norteamericano. El trabajo operativo de la Contrainteligencia cubana evitó que Ernesto pudiera entregar esa información.
Fue detenido el 17 de julio de 1998 y acusado de tentativa de espionaje. La Fiscalía militar le solicitó pena de muerte, que fue conmutada por 30 años de cárcel.
¿Cómo son las condiciones de la prisión en que ha estado preso todos estos años?
A Ernesto lo llevaron para una celda de aislamiento de dos por tres metros, semioscura, semitapiada y sin ventilación, en la prisión de máxima seguridad de Guanajay. Allí permaneció los primeros diez años en condiciones crueles y degradantes, violatorias de la Convención de Ginebra sobre el trato a los prisioneros políticos.
La posta más cercana estaba a 40 metros y estaba muy limitado para pedir auxilio ante una situación de enfermedad. La oscuridad de la celda le afectó la vista, la pésima alimentación le aumentó los problemas gástricos y, la falta de oxígeno, el asma crónica. Esa última patología le ha producido enfisemas pulmonares que ponen en riesgo su vida.
Ernesto padece de 12 enfermedades y nueve de ellas son crónicas debido a las infrahumanas condiciones carcelarias.
En 2011 lo trasladaron para el Combinado del Este, en La Habana, también en condiciones de máxima seguridad. Lo pusieron a convivir con más de 200 presos comunes de alta peligrosidad.
Mi hijo ha realizado varias huelgas de hambre que han puesto en riesgo su vida, entre ellas una para pedir la liberación del excontratista norteamericano Alan Gross y otra por la excarcelación de los prisioneros de la Primavera Negra.
En 2012 hizo una huelga durante 25 días exigiendo su libertad, que ya le pertenecía [según las leyes militares cubanas que, por su delito, permiten la excarcelación pasados los diez años de condena]. En vísperas de la visita del papa Benedicto XVI, Jaime Ortega lo visitó y le pidió que abandonara la protesta. Le prometió volver a discutir con el general Raúl Castro su liberación. Ernesto accedió y el cardenal nunca dio respuesta.
Hace alrededor de dos meses, la Comisión Ministerial (del MININT) le hizo una nueva evaluación y la Direccion del Edificio 2, donde se encuentra en el Combinado del Este, aprobó pasarlo a un régimen de mínima severidad, quedando pendiente su ratificación por el nivel superior.
Ernesto Borges es el único prisionero político en Cuba que solo puede hablar con sus familiares por teléfono si hay un alto oficial del MININT presente, con la amenaza de que si habla de cuestiones políticas le arrebatan el teléfono de la mano.
En los años que Ernesto Borges lleva en prisión se han producido varias liberaciones de presos político, pero su hijo sigue en la cárcel. ¿Cree que saldrá en libertad pronto?
Creo que su libertad está cerca porque aparte de haber cumplido ya [el período estipulado por las leyes militares cubanas] y con las enfermedades crónicas que padece no hay razón para que continúe en prisión.
Su madre, Santa Ivonne Pérez Díaz, se encuentra en muy grave estado de salud y quisiera disfrutar a su hijo aunque sea unos días en libertad. Considero que con el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, es lógico valorar que mantenerlo en prisión sería demasiado ensañamiento, no justificable.
¿Cómo está Ernesto Borges hoy?
Su estado anímico es muy bueno. Desde su celda ha seguido la realidad cubana todo el tiempo y ha sido miembro de honor de la dirección de varios partidos de la oposición, entre ellos el que dirijo. Su activismo político desde la cárcel y en condiciones muy difíciles no ha cesado. Por eso la campaña por su libertad y la de los más de 100 presos políticos no cesará hasta que todos estén fuera de la cárcel.
Creo que el hecho de que Ernesto Borges sea un preso emblemático, conocido y querido por la oposición en Cuba y en el exilio, se debe a que ha mantenido una posición inclaudicable contra el régimen durante los años en prisión.
También que es un destacado laico católico que ha mantenido estrechos vínculos con la Nunciatura Apostólica del Vaticano en Cuba y ha recibido dos cartas de acompañamiento espiritual de Benedicto XVI. Han sido de mucha importancia las relaciones con los exrepresentantes de la Santa Sede Luizzi Bonansi, actual embajador del Vaticano en Canadá, y Angelo Becciu, subsecretario de Estado del Vaticano.