Desde la década de los 70 del siglo pasado, Cuba se ganó el respeto en Juegos Olímpicos por sus grandes resultados en boxeo, lucha, judo, pesas, atletismo y deportes colectivos como el voleibol o el béisbol. Tan consistente fue el rendimiento de las delegaciones de la Isla que llegaron a ser consideradas potencia en citas bajo los cinco aros, algo inconcebible para un país pequeño que ha vivido siempre al borde del abismo económico. Sin embargo, los resultados han mermado considerablemente en las últimas décadas, sobre todo a partir del creciente éxodo que ha ubicado a muchas de nuestras figuras compitiendo bajo otras banderas.
Esa armada de representantes de la emigración y del exilio en muchos casos ha continuado mostrando su clase en los escenarios internacionales de primer nivel, incluidos los Juegos Olímpicos. En París 2024, por ejemplo, 21 deportistas cubanos defienden otros colores y luchan por engordar el medallero de esa "delegación" imaginaria de atletas desperdigados por el mundo.
Uno de los líderes de la emigración cubana en París es el triplista santiaguero Pedro Pablo Pichardo, quien ostenta el honor de ser el único campeón olímpico antillano compitiendo por otro país en la historia de los Juegos. El indómito, bajo la bandera de Portugal, ganó su especialidad en Tokio 2020 y estampó récord nacional de 17,98 metros, bien por delante del chino Zhu Yaming (17,57) y del burkinés Hugues Fabrice Zango (17,47).
Pichardo se sacó la espina de Río 2016, cuando no pudo competir por culpa de una lesión que apareció justo en el mejor momento de su carrera. En París defenderá su condición de monarca, pero tiene un rival de mucha consideración en Jordan Díaz, otro cubano que compite bajo una bandera diferente a la suya. Con España, el joven triplista habanero ya ganó el Europeo con un saltazo de 18,18 metros, la tercera mejor marca de todos los tiempos, y ahora es candidato a convertirse en el segundo cubano en la historia que logre un título olímpico con otro país.
Pero si hablamos de estrellas emigradas cubanas en Juegos Olímpicos, nuestra mirada debe enfocarse obligatoriamente en los gimnastas Danell Leyva y Annia Portuondo, los únicos atletas de la Isla multimedallistas compitiendo por otras naciones. Ambos representaron durante muchos años a Estados Unidos y dejaron huella de su calidad en múltiples eventos internacionales de primerísima categoría.
Leyva, por ejemplo, ganó cinco preseas mundiales, incluido un título en barras paralelas en Tokio 2011. Pero fue en los Juegos de Londres 2012 donde vivió el punto más alto de su carrera, con un bronce en el concurso de máximos acumuladores, la prueba reina que mide las habilidades de los gimnastas en todos los aparatos. Frente a los mejores del planeta, Danell ancló en la tercera posición con marca de 90.698 unidades, solo superado por el fuera de serie japonés Kohei Uchimura (92.690) y el alemán Marcel Nguyen (91.031).
Cuatro años más tarde siguió en la misma línea triunfal y estuvo a punto de subir a lo más alto del olimpo en Río de Janeiro. Leyva conquistó sendos subtítulos en paralelas y barra fija. En la primera prueba no pudo con el ucraniano Oleg Verniaiev (hombre que ha ganado cuatro medallas mundiales en ese aparato), y en la segunda se ubicó por detrás del alemán Fabian Hambüchen por muy estrecho margen.
Danell, matancero de nacimiento, emigró a Estados Unidos cuando solo tenía dos años con su madre y su padrastro, ambos exmiembros de la selección nacional cubana de gimnasia. El matrimonio estableció en Miami, donde fundó un gimnasio. Allí creció Leyva, quien se decantó por la disciplina en la que se convirtió en una estrella.
Otra cubana que brilló con Estados Unidos en la gimnasia artística de los Juegos Olímpicos fue Annia Portuondo o Annia Hatch. Casada con un norteamericano desde 1997, emigró tras pedir la baja del equipo nacional cuando era la mejor exponente del mismo. Un tanto decepcionada por no poder debutar en Juegos Olímpicos en 1996 porque el Gobierno cubano no tenía fondos para enviarla a la cita estival, no dudó en dejar todo atrás y establecerse a 90 millas de su tierra.
No obstante, su camino para volver al más alto nivel con su país de acogida estuvo marcado por tropiezos. Aunque se hizo ciudadana estadounidense en 2002, las reglas del deporte internacional estipulaban que necesitaba un permiso de Cuba para volver a competir durante el primer año luego de cambiar su condición migratoria. Ese permiso nunca fue concedido por Fidel Castro, a pesar de múltiples peticiones de políticos norteamericanos que guardaban buena relación con el régimen, como Jimmy Carter.
Finalmente, en 2003 tuvo vía libre y se coronó campeona de Estados Unidos en salto, pero una lesión de ligamentos la alejó de la práctica del deporte durante meses. Su recuperación fue lenta, aunque pudo llegar a tiempo a los Trials y clasificar a Juegos Olímpicos de Atenas, donde mostró toda su clase: contribuyó a la plata de la nación norteña en la competencia por equipos y consiguió un histórico subcampeonato en el caballo de salto, aparato en el que ninguna gimnasta norteamericana subía al podio desde Los Ángeles 1984. Para ese momento, Annia Hatch era considerada por muchos especialistas como la mejor saltadora del mundo.
Aparte de Dannel y Annia, otros cubanos han subido al podio olímpico por sus países de acogida en diferentes disciplinas. Joan Lino dio un bronce a España en el salto de longitud de Atenas 2004, mientras el camagüeyano Amaurys Pérez formó parte del equipo italiano de polo acuático que conquistó la plata en Londres 2012 tras perder en la final con Croacia.
Siguiendo el orden cronológico, en Río de Janeiro 2016, además de los dos subtítulos de Danell Leyva, conquistaron metales plateados el vallista corto Orlando Ortega (España), el boxeador de los 64kg Lorenzo Sotomayor (Azerbaiyán) y el voleibolista Osmany Juantorena (Italia), y quedaron en bronce el luchador Frank Chamizo (Italia) y el corredor Yasmany Copello (Turquía).
La cosecha de siete preseas en la urbe brasileña no pudo incrementarse en Tokio, pero se conquistaron cuatro bronces: Loren Berto Alfonso (Azerbaiyán-boxeo 81 kg), Ariel Torres (Estados Unidos-kárate), Abrahan Conyedo (Italia-lucha 97 kg) y Raúl Valdez (República Dominicana-béisbol).
Como dato curioso, de las 17 pruebas en las que los atletas cubanos emigrados han logrado medallas olímpicas, solo hay dos casos de deportistas de la delegación caribeña que los han acompañado en el podio: Arlen López en los 81 kg del boxeo y Reinieris Salas en los 97 kg de la lucha, ambos en Tokio.
Felicidades y muchas bendiciones para Todos esos Cubanos, que compiten con otras banderas. Eso no Importa, lo más importante es que ustedes y los Cubanos los llevamos en el Corazón. Les deseamos muchos éxitos a TODOS. Ustedes también nos representan a Nosostros. Claro que la Tiranía no va a ofrecer Información sobre ustedes. Pero sepan que van a brillar, ese es el Golpe sin mano para la Tiranía. Muchas bendiciones para TODOS