Más de 7.000 personas tomaron por asalto The Armory este sábado en la noche y pagaron para ver pelear al cubano Osvary David Morrell, quien, pese a estar a más de 1.800 millas de su natal Santa Clara, se sintió como en casa en su décima pelea en el profesionalismo. Y no es de extrañar, a fin de cuentas Minneapolis tiene una peculiar relación de amor con Cuba desde que el estelar beisbolista Tony Oliva se convirtiera en ídolo de la ciudad hace casi 60 años.
Precisamente, Oliva fue uno de los que prestigió la última cartelera de Showtime en The Armory, donde apoyó hasta las últimas consecuencias a Morrell. El miembro del Salón de la Fama de Cooperstown se vio tan involucrado que hasta subió al cuadrilátero para felicitar a su paisano y tomarse un sinfín de fotos con la estrella de la noche, justo después de su apabullante victoria sobre Sena Agbeko, ghanés residente en Nashville.
Morrell atacó temprano a su rival, a quien acorraló contra las cuerdas a mediados del segundo round para entonces liquidarlo por la vía rápida con una demoledora combinación de ganchos y rectos. Ante el vendaval, Agbeko quedó prácticamente en el aire, desarticulado y sin capacidad de respuesta, lo que forzó al árbitro Mark Nelson a detener la pelea.
Enseguida Morrell alzó los brazos, se golpeó el pecho y celebró efusivamente tras retener por sexta ocasión el título secundario del peso súper mediano de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). A pura pegada, el cubano de 25 años se confirmó como una de las grandes promesas de las 168 libras, quizás el retador natural de Saúl "Canelo" Álvarez y David Benavidez, quienes deberían estar inquietos ante el ascenso y potencial del villaclareño.
Para Morrell fue una noche emocional, pues se trataba de su primera pelea desde que su hijo nació hace tres meses. Por otra parte, sus padres tuvieron la oportunidad de verlo en vivo por primera vez desde que inició su carrera profesional en Estados Unidos.
"Mi sueño más preciado se hizo realidad. Por muy feliz que fuera siempre me quedaba esa cosita allá adentro. Ya la tengo. Ahora sí no me para nadie. Si antes no me paraba nadie, ahora menos que menos. Mi familia está aquí. Cada vez que suba al ring será porque ellos estén bien aquí y porque mi niño me vea bien. No quiero que cuando vaya a la escuela le digan que a su padre lo noquearon. Quiero que sienta orgulloso de su padre", dijo el peleador villaclareño en una entrevista con El Nuevo Herald.
Agbeko, contrario al criterio de algunos fanáticos, no era un rival menor. Hablamos de un hombre con 30 peleas profesionales, 28 victorias (22 de ellas por KO) y solo dos derrotas. En todas esas presentaciones, solo había perdido una vez antes del límite. Reconocido por su resistencia y capacidad para reponerse sobre la marcha, el africano esperaba darle guerra a Morrell, pero el cubano destruyó el plan en cuestión de minutos con golpes muy serios.
Desde el primer round, el cubano lastimó a Agbeko y dio la sensación de que estaba listo para terminar temprano, pero Agbeko se sacudió con algunos contrataques y logró mantenerse en pie. Morrell no se desesperó, sabía que su oportunidad iba a llegar pronto, y en el segundo asalto concretó la masacre. Sus golpes fuertes se hicieron sentir y tambalearon el templo del africano, que fue reducido a cenizas en la esquina.
Lo más impresionante del villaclareño, más allá de su evidente pegada, fue su organización, el control de las emociones y la variabilidad de recursos para destruir a un oponente mucho más fuerte de lo que aparentó.
"Agbeko no es de los mejores de la división, pero es un oponente serio, quizás el más competitivo que ha enfrentado Morrell en su carrera y logró desbancarlo. Su pegada fue espectacular. Ha demostrado tener un talento natural, tamaño, pegada, técnica, sabe moverse cuando tiene que hacerlo", dijo en una directa Willie Suárez, líder de la página especializada Boxeo Cubano.
Obvio, tras una victoria todos son elogios. Pero en el caso de Morrell nadie lo está alabando solo por su rendimiento, sino por sus condiciones y herramientas. Ese talento puede llevarlo a ser el rey de los súper medianos y, por qué no, a pugnar en el futuro por múltiples títulos mundiales y por un puesto entre los mejores boxeadores libra por libra. Suena pretencioso, pero el chico tiene las condiciones físicas y técnicas y la mentalidad para aspirar a lo máximo.
Ahora todos se preguntan cuál sería el próximo paso para Morrell. ¿Está listo para una pelea con el mexicano David Benavidez? Si le preguntan a él, dirá sin pestañear que mañana mismo reta a cualquiera de los dos reyes de la división, pero no parece que eso vaya a suceder a corto plazo.
A su edad, con la poca experiencia que tiene, quizás cueste ponerlo al mismo nivel de "Canelo" o Benavidez, pero por su talento es extremadamente peligroso, tal cual ha demostrado en sus últimas presentaciones. Justamente, esas victorias inapelables han puesto sobre aviso a los poderosos mexicanos, que ahora valoran cautelosos y con recelo la opción de exponerse ante un chico que los puede acorralar con su pegada.