La selección cubana de fútbol comenzó con buen pie su retorno al nivel A de la Liga de Naciones de la CONCACAF (Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol), tras conseguir cuatro puntos de seis posibles, producto del empate ante Haití y el triunfo sobre Surinam en la recién concluida fecha FIFA. Dicho rendimiento podría representar el inicio de una nueva etapa marcada por el cambio del colectivo técnico, encabezado desde agosto pasado por el espirituano Yunielys Castillo.
En el primero de los dos encuentros en esta ventana de selecciones a nivel mundial, que le sirvió a Cuba para agrupar de nuevo a sus mejores exponentes, los criollos rascaron un valioso empate ante los haitianos en República Dominicana, sede aleatoria que sirvió de hogar a Les Grenadiers (apelativo de la selección haitiana). Con una plantilla inferior en cuanto al talento y la trayectoria de sus figuras, el 0-0 final fue un inicio positivo en la búsqueda de la permanencia, objetivo prioritario al final de la ruta de cuatro fechas.
Luego, en el estadio Antonio Maceo de Santiago de Cuba, ganar era una tarea casi obligatoria. Surinam, a pesar de que partía como favorito en las principales páginas de apuestas, y contaba también con jugadores insertados en certámenes de nivel como la MLS, la Liga Turca o la Eredivisie holandesa, era a priori el oponente más asequible de los que enfrentarían los cubanos en el torneo. Por ello, más allá de lo ajustado del éxito, los tres puntos obtenidos tienen sabor a gloria.
Este evento se disputa por el conocido formato suizo, en el que cada elenco efectúa cuatro partidos, dos en casa y dos fuera. Al concluir el calendario, los dos primeros de cada grupo avanzan a cuartos de finales, donde ya aparecen "sembrados" los cuatro primeros puestos del ranking de la CONCACAF: México, EEUU, Costa Rica y Canadá. Esa fase comprende choques de ida y vuelta y los vencedores garantizan de forma directa un cupo a la Copa América de Fútbol 2024.
En el caso de los Leones del Caribe, el contexto en esta ocasión no era halagüeño para conseguir un saldo favorable. En junio habían chocado con un sonado fiasco en la Copa Oro, evento en el cual ni siquiera pudieron lograr una victoria: en tres salidas a la grama sufrieron igual número de derrotas. Además, cuatro futbolistas y el médico del equipo abandonaron el grupo y decidieron quedarse en EEUU.
A partir de ahí, por la culpabilidad del revés y quizás también de las "deserciones", el entrenador de entonces, Pablo Elier Sánchez, fue destituido de su cargo. La afición en la Isla, cada vez más apegada en simpatía a la selección nacional por la influencia del fútbol foráneo, pidió la contratación de un técnico extranjero que ayudara a mejorar el nivel de ese deporte. Sin embargo, tal petición fue ignorada.
Pensar en la posibilidad de que la Asociación de Fútbol de Cuba (AFC) le pagara a un preparador de fuera para venir a enfrentarse a las vicisitudes, carencias y, sobre todo, al pésimo estado de las canchas, entre otras limitaciones, sonaba algo utópico más allá de lo necesario de un cambio drástico. En un país menguado por la carestía, soñar con "despilfarros" en el deporte resulta tan alocado como improbable.
Así, la designación de Yunielys Castillo, conocido popularmente como "Papo", fue la desesperada solución de los directivos para sacudir un poco la compleja situación, acentuada por las lesiones de hombres claves en el equipo como el extremo Onel Hernández, el mediapunta Dairon Reyes y el centrocampista de contención Karel Espino. El primero de ellos, sin dudas el mejor futbolista cubano de la actualidad, estaría reacio a regresar a la selección, según rumores, debido a inconformidades con las condiciones de los entrenamientos.
Semejante cabeza de playa no constituye, en absoluto, un hecho aislado. Cosas peores se han visto en la escuadra nacional de Cuba: desde los tantos años que se impidió venir a todo el que no estuviera inscrito bajo el amparo de la AFC, hasta la nueva política, impulsada con desespero, de vestir con la franela patria a todo aquel que tenga un mínimo nivel, viva donde viva, siempre y cuando no se "haya quedado" en ningún evento. Los constantes golpes abrieron mentes obtusas, obligadas a modificar sus directrices con o sin la voluntad de hacerlo.
Los rumores sobre Onel Hernández, según Castillo, son inciertos y el futbolista ansía regresar a Cuba para jugar junto a sus compañeros. Mientras, Marcel Hernández, un delantero que brilla en la Liga de Costa Rica, declinó volver pues considera inadecuadas las carencias con que tiene que lidiar la selección cada vez que enfrenta un partido internacional.
En medio de esta tormenta y de la mano de un técnico amateur que dirigía a una mayoría de jugadores amateurs, haber empatado con Haití y ganado a Surinam, aunque no sea para lanzar serpentinas al viento, al menos constituye un inicio sólido que deberá ser refrendado en octubre venidero en doble fecha ante otro elenco superior y de más tradición: Honduras. Una sorpresa en esa oportunidad sí sería entonces para tomar en serio las posibilidades de Cuba de dar el salto ansiado a la élite del fútbol.