El pelotero cubano nacionalizado mexicano Randy Arozarena descartó jugar con el equipo de béisbol de Cuba en el futuro, después de convertirse en el Jugador Más Valioso de su grupo eliminatorio y en uno de los líderes del seleccionado de México, que se enfrenta a Japón este lunes en la segunda semifinal del Clásico Mundial de Béisbol.
"Con Cuba no voy a jugar", dijo durante un intercambio con la prensa en un entrenamiento en Miami, donde tiene lugar el segmento final del torneo, reportado por AFP.
En cambio, el primer bate de México dijo estar comprometido con esa selección, y se confesó agradecido por "las cosas lindas que están pasando con el equipo", además de ser el país que le abrió las puertas de salida de la dictadura cubana.
Durante la breve charla el domingo, Arozarena reconoció que le gustaría medirse a Cuba en la final, por lo que deseó que la novena de la Isla venciera a EEUU, algo que no sucedió. Ahora México, que está por vez primera en una semifinal del Clásico, puede acceder a disputar el título si se impone al favorito Japón.
Mas, refiriéndose a la novena de Cuba, Arozarena señaló que "ni ellos mismos saben cómo pasaron de grupo, pero así es el béisbol. Han ganado los partidos importantes y van a dar pelea contra Estados Unidos", pronosticó.
Pese a ello, la selección cubana cayó con marcador de 14 por 2, la mayor diferencia registrada en todos los Clásicos.
México ha sido una de las gratas sorpresas en el Clásico Mundial. La novena, liderada por Benjamín Gil, venció contra todo pronóstico a uno de los grandes favoritos para llevarse el título, la selección de Puerto Rico. En ese encuentro, un fildeo en la octava entrada de Arozarena fue decisivo para la victoria.
Arozarena, quien se nacionalizó mexicano después de encontrar refugio escapando del régimen autoritario de su país natal y juega en los Tampa Bay Rays, es el mejor de la alineación mexicana y el más destacado entre todos los cubanos del torneo.
En cinco juegos suma ocho jits en 17 turnos al bate y ha marcado siete carreras, con un jonrón y nueve empujadas, según las estadísticas del torneo. Pero lo importante es que lo suele hacer a la hora buena, cuando el resultado afecta positivamente a su equipo.