El mítico entrenador cubano de judo Ronaldo Veitía falleció este lunes a los 75 años, en La Habana, tras meses de gravedad en los que hubo momentos de mejoría. Se encontraba en la Isla desde octubre pasado, luego de haber estado hospitalizado en España.
Según la nota del medio deportivo estatal Jit, en las últimas jornadas el estado de salud del reconocido entrenador se había deteriorado, "razón por la cual debió ser hospitalizado. Las complicaciones asociadas a su diabetes y el alto riesgo cardiovascular marcaron su gravedad hasta el fatal desenlace".
En agosto pasado, Veitía sufrió un accidente cerebrovascular, por lo que tuvo que ser ingresado en la unidad de cuidados intensivos del Hospital General Universitario de Elda, en Alicante, España, país en el cual residía hacía varios años.
Luego de seis semanas hospitalizado en ese centro, viajó a Cuba en compañía de su hijo, para continuar su recuperación tras haber rebasado la gravedad. Estuvo ingresado en Hospital Hermanos Amejeiras varios días, pero luego fue enviado a su casa en el Cotorro. La periodista deportiva Julia Osendi criticó en Facebook, a inicios de noviembre, que no hubiera sido llevado a un centro de rehabilitación.
Veitía se inició en el judo a los 15 años, cuando entró ese deporte a Cuba de la mano del soviético Andres Kolychkine. Fue campeón nacional de judo en la división de 93 kilogramos y varias veces medallista panamericano. Sin embargo, fue como entrenador del equipo femenino cubano que alcanzó sus mayores éxitos.
A lo largo de tres décadas, sus pupilas conquistaron 24 medallas olímpicas, entre las que se incluyen los cinco títulos alcanzados por Odalys Revé ((1992), Driulis González (1996), Legna Verdecia (2000), Sibelis Veranes (2000) e Idalis Ortiz (2012).
Bajo su guía, la fallecida judoca Estela Rodríguez se convirtió en la primera campeona mundial cubana de este deporte, en Belgrado 1989.
Las alumnas del llamado Buda cubano conquistaron el primer lugar por países en el campeonato mundial de 1995, celebrado nada menos que en Japón, cuna de este deporte. Repitieron ese resultado en campeonato de Egipto (2008). Por equipos, ganaron en Bielorrusia (1998). En la categoría juvenil, Veitía llevó al equipo a la cima del podio en Francia (1990).
En Sidney 2000, además de los títulos de Sibelis y Veranes, las cubanas conducidas por Veitía ocuparon el primer lugar por países.
Veitía se retiró oficialmente en 2016 y dos años más tarde fue exaltado al Salón de la Fama por la Federación Internacional de Judo en Bakú.
Fue el tercer cubano en entrar a ese salón, precedido por Héctor Rodríguez (primer campeón olímpico de judo de la Isla, en 1976) y Driulis González (cuatro veces medallista olímpica y triple campeona mundial).
Después de su retiro, los resultados del judo cubano, principalmente el femenino, en competencias mundiales y torneos olímpicos, no han sido los mismos.
En una entrevista concedida a la periodista Julia Osendi, publicada por Cibercuba en abril pasado, el entrenador retirado atribuyó el declive a carencias que van más allá de la base.
"Las situaciones por las que atraviesa el judo cubano en la actualidad cuando solo una superestrella como Idalys Ortiz, formada por mí, se sube a un podio olímpico", expresó.
"El judo necesita kimonos, colchones, buenos entrenadores, que muchos han partido en misiones o simplemente han buscado nuevos horizontes. Todo afecta. Pero el problema ahora no es solo la base", explicó Veitía.
También lamentó que no se pusieran en práctica sus planes de entrenamiento, que tan buenos resultados dieron en su momento, pero destacó el esfuerzo de los atletas, "muchachas y varones, que han dado lo mejor de sí, su esfuerzo, su sacrificio en pos de mejores performances. Jamás diré lo contrario".
La entrevista reveló que el Buda, artífice del éxito del judo femenino cubano durante tres décadas, consideraba que le quedaban cosas por hacer, pero sentía que lo habían echado a un lado injustamente.
"Cantidad de planes, de esperanzas, de nuevas conquistas. Pero me cercaron incomprensiones, traiciones, cosas dolorosas que corroen mi alma, porque yo, a pesar de mi edad y de mi físico obeso, era aún muy útil. ¿Que cometí errores? ¡Que lance la primera piedra aquél que no los haya cometido! Pero no era para que prescindieran de mí así nada más", dijo. No obstante, había descartado la posibilidad de regresar al Cerro Pelado como asesor o técnico.