Con la victoria de los Alazanes de Granma llegó a su fin el campeonato cubano de béisbol en su edición 61, un torneo que se extendió por espacio de cinco meses y que acaparó la atención de los aficionados, quienes, a pesar de las carencias en la Isla, mantuvieron llenos los estadios durante casi toda la competencia.
"La pelota", como la llaman los cubanos, sigue siendo el mayor espectáculo deportivo del país, a pesar de la bajada de calidad que ha sufrido en los últimos años por la emigración de sus principales exponentes y la contratación de otros —con el auspicio de la Federación Cubana— en ligas profesionales alrededor del mundo.
Esto último fue uno de los puntos negativos en esta temporada, al perder los equipos a varias de sus principales figuras a lo largo del torneo, algo que conspiró contra los resultados finales; sin quitarle el mérito a los campeones, quienes supieron pasar por encima de estas dificultades para alcanzar su cuarto título en las últimas seis campañas.
Temas como el arbitraje, deficiente en muchos partidos clave a lo largo de estos meses, empañaron en varias ocasiones un campeonato que tuvo que jugarse en horas de la tarde por los graves problemas energéticos que sufre el país, y la rotura de las luminarias en la mayoría de los estadios.
Una mala decisión de los jueces en una jugada en el home-plate en el desafío que decidió el ganador del campeonato, fue el colofón de esta mala gestión, puesta en evidencia por su propio jefe, Luis César Valdés, en una declaración en redes sociales.
"Después de un largo camino y de días incansables, reconozco públicamente la equivocación del replay en la jugada en home. Seguiremos trabajando y luchando para que cosas como estas no sucedan", dijo el directivo.
Problemas de organización, enmiendas en el reglamento, doble juegos a siete entradas en horas de la mañana que afectaron las estadísticas y la presencia de público, indisciplinas graves en el terreno por parte de jugadores y managers, y otros problemas, conspiraron contra la seriedad de la serie y fueron motivo para las críticas y burlas en las redes sociales.
Empero, en Cuba el béisbol es más que un deporte, y está demostrado que el movimiento popular que se crea alrededor de él no tiene parangón, pese todas esas manchas que aparecen en cada temporada.
El playoff final fue una muestra de esto. Tanto en Matanzas como en Bayamo, los graderíos se desbordaron desde horas antes del comienzo de los partidos, y en las calles se pusieron pantallas gigantes para los que no pudieron acceder.
Solo dos veces en series nacionales un equipo había remontado para vencer en un duelo a siete encuentros cuando estaba debajo 2-3, y jamás había sucedido en su propio terreno, algo que magnifica la actuación de estos Alazanes y le da un cierre épico a la historia.
Esas hazañas las habían firmado dos de los llamados equipos grandes del béisbol cubano: Santiago de Cuba en el 1999 e Industriales en 2010, última copa que consiguieron los capitalinos.
El mentor de Granma, Carlos Martí, con este cuarto título se convirtió en el segundo manager más ganador en los 61 años de existencia de estos campeonatos, empatado con los desaparecidos Ramón Carneado e Higinio Vélez, todos a solo una corona del mítico Jorge Fuentes.