El próximo 31 de mayo la selección cubana de béisbol saldrá a la grama del estadio Clover Park, de Port St. Lucie, en el estado de Florida, para enfrentar al elenco de Venezuela en el inicio del torneo donde se estará disputando un boleto para los Juegos Olímpicos de Tokio.
En su llave también estarán los equipos nacionales de Canadá y Colombia, mientras que en el otro apartado se enfrentarán EEUU, República Dominicana, Puerto Rico, y Nicaragua.
Los dos mejores de cada grupo pasarán a la llamada Súper Ronda arrastrando el resultado en su pleito con el otro clasificado, donde se definirá el único privilegiado.
En las cinco ediciones estivales donde ha estado presente este deporte, Cuba siempre ha llegado a la final, alcanzando tres medallas doradas en las citas de Barcelona (1992), Atlanta (1996) y Atenas (2004), y quedando en medalla plateada en Sidney (2000) y en Beijing (2008).
Mucho ha llovido desde entonces y ya aquella "potencia beisbolera" que llegó a eslabonar una cadena impresionante de éxitos dominando todos los torneos regionales y mundiales donde participaba, no existe.
El béisbol cubano, desde que otros países iniciaron un proceso de convocatoria de jugadores profesionales y comenzaron a emigrar de la Isla sus mejores peloteros y talentos jóvenes, no se ha podido recuperar y ha perdido las supremacías en todas las categorías, hasta caer estrepitosamente a un bochornoso sexto lugar en los últimos Juegos Panamericanos, efectuados en Lima hace menos de dos años.
Para esta ocasión, las autoridades deportivas de la Isla en voz del recientemente fallecido presidente de la Federación Cubana Higinio Vélez, habían anunciado una "apertura" con la posibilidad por primera vez de convocar a la selección nacional a peloteros que habían abandonado el país en el pasado y se desempeñaban en ligas profesionales alrededor del mundo, pero a solo 15 días del inicio del torneo, a excepción de tres jugadores repatriados que tuvieron acción en la última Serie Nacional, no hay nadie en la nómina.
Arrogancia, orgullo, atrasos en el llamado, y sobre todo, razones políticas, incidieron para que esto sucediera y dejará una vez más al equipo de las cuatro letras sin armas para pelear por el boleto olímpico.
A la cita volverá a asistir un conjunto donde la columna vertebral es la misma de otras ediciones, plagada de jugadores impregnados de una mentalidad perdedora que se han forjado durante años, siempre bajo presión y obligados a largos entrenamientos inefectivos y extenuantes.
No podrán contar en esta ocasión con su estrella Yurisbel Gracial ni con el receptor Ariel Martínez, por encontrarse ambos lesionados en la liga japonesa, y es toda una incertidumbre su slugger Alfredo Despaigne, sumido en su peor temporada con los Halcones de Softbank, al punto de ser bajado a las Ligas Menores.
Los rivales ya han comenzado a publicar sus nóminas, donde sobresalen atletas que han jugado en las Grandes Ligas y en otros circuitos profesionales, y lo cierto es que cada día que pasa el ticket de entrada a Tokio parece más inalcanzable.
No obstante, los equipos que logren ubicarse en el segundo y tercer puesto de ese torneo, tendrán una opción más de conseguir su pase a la cita estival en una repechaje en China Taipéi donde además de los locales estarán países como Holanda y Australia, peleando por el último cupo disponible.
Cuba, según han asegurado medios oficiales, asistirá a los Juegos Olímpicos con la delegación más pequeña en muchos años producto de una crisis generalizada de la que no escapa el deporte.
Si el béisbol lograra estar presente sería una gran sorpresa y el acontecimiento deportivo del año, comparable quizás, por las condiciones en que se encuentra ahora mismo, con aquel segundo lugar logrado en el primer Clásico Mundial, hace ya 15 años.
Esta gente no se ganan ni el chiklet vienen a comer jamón nada más