A una semana de concluido el campeonato cubano de béisbol, DIARIO DE CUBA repasa las luces y sombras de un torneo que sigue considerándose el mayor show deportivo en la Isla, y que este año, como la gran mayoría de las ligas en el mundo, no pudo contar con la presencia de los aficionados en los graderíos de los estadios por el impacto de la pandemia de Covid-19.
No obstante, la Serie Nacional número 60 pudo terminarse después de más de seis meses de acción en medio de una de las mayores crisis económicas que ha vivido la Cuba desde 1959.
Su larga duración a causa de varios parones en la parte final de la campaña por el contagio masivo de coronavirus en las filas de varios equipos, fue precisamente algo que conspiró contra la calidad del espectáculo. Algunos atletas y hasta conjuntos completos perdieron la forma deportiva al estar alejados de los terrenos días o semanas en medio de la competición, algo que hizo mermar el rendimiento colectivo y propició que se rompieran algunos vaticinios de especialistas.
La creación de "burbujas" para jugar la postemporada como método para aislar a los peloteros y al personal técnico y evitar contagios de Covid-19, tuvo varias fisuras y en más de una ocasión se violaron los protocolos sanitarios impuestos por las autoridades de salud, algo que llegó a poner en peligro la culminación de la contienda, pendiente de un hilo hasta el último momento.
Como todo campeonato cubano "que se respete", este no estuvo exento de escándalos. La omisión encima de la banca de primera base en el marco del Juego de las Estrellas del mítico número 6 del "Capitán de capitanes", Antonio Pacheco, y de otras luminarias santiagueras que abandonaron el país, provocó gran malestar dentro de la fanaticada y dejó muy mal parada a la Comisión Nacional de Béisbol, que recibió fuertes críticas incluso de algunos periodistas oficialistas.
Por otra parte, las increíbles sanciones a dos peloteros por denunciar en las redes sociales irregularidades dentro de la serie relacionadas con la alimentación y otros tópicos, y los suaves castigos a los atletas implicados en una trifulca (cosa que no ha sucedido otras veces), pusieron también en la picota pública a los directivos, que continúan siendo juez y parte tomando medidas a su conveniencia, ante la ausencia de un sindicato que defienda a los peloteros.
Otros detalles como el pésimo arbitraje y los errores de anotación en la página oficial del evento fueron otros elementos que les restaron brillo a la competencia, aunque justo es decir que esta última mejoró ostensiblemente su diseño y accesibilidad a medida que iban avanzando los días.
A pesar de todos estos problemas que de alguna manera se repiten temporada tras temporada, hubo en esta un salto cualitativo en parámetros que la hicieron superior a su antecesora.
El nuevo comisionado nacional, Ernesto Reinoso, muy criticado al momento de su designación por ser un cuadro político del Partido Comunista de Cuba que nada tenía que ver con nuestro deporte nacional, demostró sus dotes organizativas y encauzó una Serie Nacional que amenazaba con hundirse producto de tantos escándalos e ineficiencias.
Un reglamento nuevo bien diseñado, una buena comunicación con la prensa especializada, la instauración de premios individuales, la elección del Jugador Más Valioso de la semana, y el reconocimiento a las glorias deportivas fueron algunos de los puntos más relevantes.
Otra de las ganancias de esta edición del campeonato cubano de béisbol fue la creación del llamado Programa Nacional de talentos, donde varias figuras legendarias de este deporte hicieron seguimiento a los jóvenes prospectos. También, el regreso de varios peloteros que un día abandonaron el país y que se desempeñan en ligas profesionales foráneas.
A grandes rasgos, aunque ahora mismo en la Isla los indicadores sociales y económicos están en números rojos, la campaña beisbolera subió un peldaño, pese a que según varias fuentes terminó con las arcas vacías y los organizadores tuvieron que echar mano a parte del presupuesto de la próxima contienda.