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Béisbol: Grandes Ligas

El béisbol de Grandes Ligas sigue camino a la ruptura

Los primeros días de julio serán decisivos para el futuro del juego.

Miami
El Target Field de Minneapolis, vacío.
El Target Field de Minneapolis, vacío. STAR TRIBUNE

En el recién finalizado mes de mayo, varias cuestiones han quedado claras en las Grandes Ligas. De ellas, la más importante es la constatación de que el béisbol está roto. Las propuestas de MLB al Sindicato de Jugadores han sido desechadas por estos últimos debido a diferencias salariales irreconciliables. La propuesta de la Oficina del Comisionado ni siquiera se llevó a discusión. El presidente del Sindicato de Jugadores, Tony Clark, dijo sentirse profundamente decepcionado tras semanas a la espera de un posible regreso del béisbol en Estados Unidos.

Major League Baseball envió las siguientes cifras:

$563.5K $262K

$1M $434K

$2M $736K

$5M $1.64M

$10M $2.95M

$15M $4.05M

$20M $5.15M

$25M $6.05M

$30M $6.95M

$35M $7.84M

Es decir, las reducciones del salario superan incluso el 70%.

Mientras eso ocurría, en la última semana de un mes que el béisbol recordará como el peor en las últimas dos o tres decádas, afloraron los recortes de peloteros en Ligas Menores. Un total de 340 jugadores fueron cesados de sus respectivas franquicias, entre ellos dos cubanos: Camilo Quintero (Medias Blancas de Chicago) y Cristian Zamora (Bravos de Atlanta).

Pudo haber sido peor para los antillanos, pero no lo fue. Entre los 344 beisbolistas que probablemente han visto alejarse el sueño de llegar a Grandes Ligas, hay 196 nacidos en Estados Unidos, 91 en República Dominicana, 31 en Venezuela, nueve boricuas, cinco mexicanos, dos de Canadá y Aruba, y uno de Alemania, Curacao, Colombia, Bahamas, Sudáfrica, Panamá y Nicaragua.

"No me rendiré tan fácil, seguiré luchando", le dijo Camilo Quintero a DIARIO DE CUBA, el mismo día que fuera despedido.

Quintero había firmado en 2017 por 300.000 dólares con la franquicia del sur de Chicago y había tenido una breve pasantía en el nivel de Doble-A.

Mientras, el dueño de los Atléticos de Oakland, John Fisher, emitió una carta a los más de 200 peloteros que entrenan en sus campos, comunicando que dejaría de pagar el salario semanal de 400 dólares acordado en marzo. En dicha carta, Fisher menciona que los jugadores son como una familia, pero que él decidió destinar el millón de dólares que suponía la totalidad de estos salarios a pagar la renta de su estadio.

Otras organizaciones, como los Reales de Kansas, los Tigres de Detroit y los Padres de San Diego, han mostrado más humanidad y se han comprometido a pagarles el salario a sus peloteros de Ligas Menores hasta el 31 de agosto.

Los primeros días de julio, decisivos

Pese a estos últimos sucesos, el béisbol comprobó la noche del jueves que no todo está perdido. Sin siquiera haber disputado un partido oficial con los Dodgers de Los Ángeles, equipo al que fue transferido en el invierno desde Boston, el lanzador David Price prometió pagar de su propio bolsillo 1.000 dólares a todos los jugadores en Ligas Menores de su nueva franquicia.

Ese reporte, que realicé en Twitter, causó un impacto generalizado: ¿acaso no estaba haciendo un jugador lo que debía realizar un dueño de equipo?

Con más de 470 peloteros despedidos entre marzo y mayo y la realización de una temporada que cada vez see desliza más al terreno de lo improbable, el futuro del béisbol peligra más que nunca. La crisis generada por la pandemia del coronavirus podrían tener consecuencias catastróficas para el deporte en las Grandes Ligas.

De no jugarse en 2020, los propietarios regresarían en 2021 con la intención de reestructurar financieramente sus equipos. Pagarían a peloteros promedio o de Liga Menor; las reconstrucciones alargarían la temporalidad hasta quizás un lustro, pues el modelo financiero estaría casi destruido; las contradicciones entre MLB y el Sindicato de Jugadores caerían escalarían a su nivel más alto desde 1994; y los fanáticos se alejarían de un juego que ya poseía pérdidas en su base estructural de seguidores.

Si las propuestas económicas no mejoran y no se implementa el tan anunciado plan de comenzar a principios de julio, el béisbol en Estados Unidos cerrará sus estadios antes de abrirlos. Los primeros 10 días de julio serán decisivos para el futuro del juego. Por ahora, un grupo de propietarios, de los que depende la Oficina del Comisionado de MLB, ha decidido preservar riquezas y no responder al juego que representan.

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