Mejores peloteros cubanos en Series Nacionales: campo corto

Con la elección de los tres mejores torpederos que hayan jugado en Series Nacionales en los últimos 60 años —y tras haber elegido a receptores, inicialistas, camareros y antesalistas— terminamos hoy el listado de los jugadores de cuadro que han dejado una huella más honda desde que el profesionalismo se eliminara en la Isla.

Para desempeñarse en el campo corto se necesitan características especiales. Al igual que ocurre con los receptores, un equipo debe tener en esa posición a un excelente jugador defensivo. Y en Cuba, desde que comenzó a jugarse el actual modelo de campeonatos, ha habido muchos que han impactado por sus excelentes manos.

Sin embargo, cada uno de nuestros elegidos, además de su espectacularidad sobre la arcilla —en ocasiones mágica—, fueron también puntales ofensivos en sus equipos provinciales y en la selección nacional, lo que les permite sacar ventaja sobre otros contendientes.

Eduardo Paret, integralidad y consistencia

Si acudimos a las estadísticas, Paret no tiene comparación con ninguno de sus pares. Apenas cometió 261 errores en los 9.223 lances que recibió durante 21 temporadas, para un excelente promedio defensivo de .972. Bastaría este dato para colocarlo en cualquier listado.

Además, el villaclareño no era segundo de nadie con el bate en ristre. En 1.779 desafíos disparó 139 cuadrangulares, remolcó 690 carreras, terminó con un average de bateo de .293 y estafó 474 bases en 686 intentos. Si hablamos de integralidad, este es el mejor ejemplo.

Siempre colocado en la parte alta de las alineaciones por sus capacidades a la hora de embasarse (recibió 1.061 bases por bolas), Paret combinó sus reacciones felinas y sus buenas manos para garantizar la protección de la línea central de todos los equipos que tuvieron el privilegio de contar con sus servicios.

Tres veces campeón nacional de forma consecutiva con Villa Clara, fue también dos veces titular olímpico, en Atlanta-96 y en Atenas-04, y resultó elegido por la IBAF como mejor jugador del mundo en 2005, después de ser el Jugador Más Valioso del Campeonato Mundial efectuado ese mismo año en Holanda.

Paret integró también la selección cubana que logró la medalla de plata en el Primer Clásico Mundial de béisbol, donde según sus propias palabras, conectó el batazo más importante de su carrera, al desaparecerle una esférica al japonés Daisuke Matsuzaka en la discusión del título.

Germán Mesa, mística y show

Llamado "El mago" o "El imán" por sus jugadas espectaculares, seguramente tiene el récord de levantar a más aficionados de sus asientos durante las 16 campañas en las que participó. Numerosos periodistas de otras latitudes lo compararon en muchas ocasiones con el norteamericano Ozzie Smith, jugador de las Grandes Ligas y miembro del Salón de la Fama de Cooperstown.

Rodeado de un aura mística, Mesa solía llegarle a pelotas inimaginables, y la velocidad con las que la sacaba del guante era cosa de otra galaxia, algo por lo que más allá de las estadísticas que dejó —.964 de promedio defensivo—, le ha hecho ser considerado por muchos como el mejor torpedero defensivo que ha pasado por los torneos nacionales cubanos. Su combinación con Juan Padilla alrededor del segundo saco en el equipo Industriales es considerada la mejor de la historia nacional.

Al bate, a pesar de su baja estatura y su delgada constitución física, Mesa pegó 112 jonrones, empujó 526 carreras y promedió para .285, con 1.239 indiscutibles en 4.344 turnos oficiales, lo que hizo elevar su valor como pelotero.

Fue titular varias veces con el equipo nacional en torneos regionales, bateando para .373 de promedio en tres mundiales, .338 en tres copas mundiales, .393 en dos Juegos Olímpicos, .338 en tres Juegos Panamericanos, y .302 en citas centroamericanas.

Luis Ulacia, picardía y versatilidad

Luis Ulacia fue el típico pelotero versátil que todo director quiere tener en sus filas. Su tremenda picardía y concentración dentro del diamante, y sus habilidades naturales para llegar a la primera base por cualquier vía, lo convertían en cada desafío en una piedra en el zapato para los directores rivales.

En 21 temporadas, Ulacia promedió para .314 ofensivamente. Conectó 2.183 hits (muchos de ellos gracias a su maestría al tocar la bola) y disparó 145 cuadrangulares, con 682 remolques y 355 bases robadas, casi siempre como hombre proa de su equipo camagüeyano.

Aunque terminó su carrera patrullando las praderas, sobre todo en el equipo nacional, jugó la gran mayoría de su carrera deportiva como torpedero, combinando magistralmente la velocidad de sus piernas, la colocación en el terreno y sus excelentes manos, al punto de cometer apenas 288 errores en 7.386 lances, para un promedio al campo de .961.

Entre su cosecha de títulos durante 15 años vistiendo los colores del equipo Cuba, sobresalen las medallas de oro obtenidas en las olimpiadas de Barcelona-92 y Atlanta-96, en cuatro campeonatos mundiales, tres panamericanos y dos centroamericanos, así como la presea plateada en los Juegos Olímpicos de Sidney-2000.