Con la espectacular victoria de los Cocodrilos en los predios de un estadio Cándido González cerrado por capacidad, se puso fin a la Serie Nacional número 59 de la pelota cubana. El privilegio fue para un equipo que no levantaba el trofeo de campeón desde hace 29 años, y que jamás se había coronado con el nombre de Matanzas.
Armando Ferrer, mentor debutante, tomó las riendas y ha inscrito su nombre en los libros de récords, al ser el primero en la historia del béisbol en la Isla en llevar a un conjunto desde la última posición del torneo a la cumbre al año siguiente.
Sus retadores camagüeyanos, dirigidos por el actual timonel de la selección nacional, Miguel Borroto, igualaron su mejor actuación histórica, quedándose a las puertas de una corona que les es esquiva desde el nacimiento del equipo, hace 48 años.
Al caer el telón —con récords de asistencia desde las semifinales—, quedó demostrado que el béisbol, a pesar de los continuos descalabros internacionales (Cuba acaba de caer del tercero al octavo lugar en el ranking mundial) y de los múltiples problemas de toda índole que enfrenta a diario en el país, se mantiene como el espectáculo preferido de la gran mayoría de los cubanos.
Atrás quedó una Serie Nacional minada por escándalos organizativos, con problemas en el transporte de peloteros y árbitros, plagada de confusiones administrativas, de carencias elementales y de directivas cambiantes, y azotada por los problemas económicos de un país en "coyuntura", donde la única solución para no detener las acciones fue jugar todos los partidos en horarios diurnos, ante la escasez de combustible para encender las luces de los estadios.
Ahora, aunque los máximos dirigentes del deporte califiquen de "éxito" la temporada, Jesús Barroso, director de la Serie, ha sido sustituido de su cargo, según sus propias palabras en una entrevista publicada en el sitio Cubadebate, aunque no se ha emitido nota oficial alguna.
"Este es un trabajo muy intenso; no estoy vencido, pero seguro que el que venga ahora lo hará mucho mejor que yo", aseguró.
Convertido en otro chivo expiatorio, el muy criticado dirigente tendrá que pagar por los errores de la Comisión Nacional de Béisbol durante estos cinco meses de calendario. Su sacrificio no es más que una movida de altos funcionarios para ganar tiempo y tratar de mejorar su posición ante la cercanía de la próxima temporada, que comenzará en abril con un nuevo experimento, pues se maneja la posibilidad de una liga de invierno, parecida a las antiguas Series Selectivas.
Los problemas actuales del deporte nacional no dependen de una persona, ni siquiera de un grupo. Radican en la estructura misma, en las bases que la sostienen, en su concepción y en la mentalidad arcaica quienes mueven los hilos, incapaces de adaptarse a los tiempos que corren.