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Béisbol de Grandes Ligas: La tanda cubana

Espejismo de un imperio

Una pelota en un museo de Parma, el parteaguas de la revolú y la teoría de Trucutú.

Pinar del Río
Pelota firmada por el equipo cubano de 1978.
Pelota firmada por el equipo cubano de 1978. M. TEJERO

El parteaguas de la revolú y la teoría de Trucutú —aquella de la pelota libre y la pelota esclava, un artefacto tan inservible como todo lo del susodicho— crearon el espejismo de un imperio: el de la supremacía del béisbol cubano.

Sin enfrentar a otros profesionales, armados con bates de aluminio, abusando de novenas de estudiantes y jornaleros, el resultado fue un chovinismo que contagió a millones, narrado en vivo y en directo por engoladas y patrióticas voces.

Hoy, el espejismo se ha disuelto. Se gana y se pierde. Y cada cubano que huye y triunfa demuestra que lo que se adquiere en el exterior —el conocimiento técnico, el rigor, la disciplina, la alimentación…— resulta imprescindible. En la Isla solo queda el talento bruto, lo único que no estuvo nunca en manos de Trucutú y sus aduladores.

Anoche, en las Grandes Ligas, no hubo nadie del caimán en los duelos Rangers/Atléticos (11 a 3), Cardenales/Piratas (6 a 3) y Orioles/Angelinos (10 a 8 en 16). Nick Castellanos (de 4-1, K, .282) y los Tigres fueron cazados por los Marineros, 2 a 10; Jorge Soler (de 5-0, RBI, BB, K, .244) y los Reales decapitados por los Indios, 4 a 5 en 14; Eric Hosmer (de 4-0, 3K, .283), Adrián Morejón (IP, H, K, 2.70), Michel Báez (IP, H, 2K, BB, 0.00) y los Padres aleccionados por los Mets, 0 a 4; y jonjay (de 4-0, K, .302), Abreu (de 4-1, 2K, .269), Moncada (de 4-1, HR, RBI, 2R, .299) y las Medias Blancas ripiados por los Mellizos, 3 a 10. En una jornada breve y discreta, tan solo sonrieron Nolan Arenado (K, .302), Yonder Alonso (de 1-0, .187) y los Rockies, que se vengaron 8 a 7 de los Nacionales; y J. D. Martínez (de 6-2, 2 2B, R, 2K, .294) y las Medias Rojas, que apalearon 19 a 3 a los Mulos.

Aún no habían acabado las acciones cuando una amiga nos envió esta reliquia con la que ilustramos el palimpsesto de hoy.

Se trata de una pelota expuesta en Parma, Italia, firmada por la escuadra cubana al día siguiente de conquistar, invicta, el Campeonato del Mundo de 1978. Entonces, el partido decisivo se ganó ante los norteamericanos, tal y como le gustaba a Trucutú. Así podía esperar a los héroes al pie de la escalerilla del avión, con su porte envarado y su mesiánica barba, pintando detalle a detalle su propia realidad. 

Más que nostalgia o experiencia mística, la reliquia provoca ternura. Es un objeto de la Guerra Fría, de aquellos años del materialismo dialéctico y de la superioridad del socialismo sobre el capitalismo, de un mundo tan lejano ya como los inicios de la cristiandad. Al mismo tiempo, es la prueba de un engaño, un trozo caído del trampantojo de Trucutú. 

Al pie de la bola, en la lengua de Gramsci, se lee: 'Palla da baseball firmata dai giocatori della Squadra Cubana campione del mondo in visita al Museo il giorno dopo la partita finale del Campionato del Mondo, giocata a Parma nel 1978'.

Recogiendo el bate y las pelotas

En resumen: las palmas de la jornada para el que, con los suyos, apaleó a los Mulos.

En total: en aquel año de 1978, en aquel Campeonato del Mundo, el jugador más destacado fue Antonio Muñoz, aquel al que se conocía como El Gigante del Escambray*.

Nos vimos ayer, nos veremos mañana.


Liga Nacional

Este: Atlanta (60-43), Washington (55-47), Filadelfia (54-48), NY Mets (47-55), Miami (38-62) Centro: Chicago Cubs (55-47), San Luis (54-47), Milwaukee (54-50), Cincinnati (46-54), Pittsburgh (46-56) Oeste: LA Dodgers (67-37), Arizona (52-51), San Francisco (52-51), San Diego (48-54), Colorado (48-55).

Liga Americana

EsteNY Yankees (66-36), Tampa (58-47), Boston (57-47), Toronto (39-65), Baltimore (33-69) Centro: Minnesota (62-40), Cleveland (60-42), Chicago White Sox (45-55)Kansas (39-65), Detroit (30-68) Oeste: Houston (66-38), Oakland (58-46), LA Angels (54-50), Texas (52-51), Seattle (43-63).


 

* Tiene razón el lector El Bobo de la Yuca, Antonio Muñoz era conocido como "El Gigante del Escambray" y no como "El Guajiro del Escambray", tal y como apareció en una primera versión de esta columna.

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