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Crítica

La emigración cubana y el Danubio en una novela

En la novela de Alejandro Otero Paz hay muy pocas concesiones a la nostalgia, tampoco se detiene en los posibles problemas del desarraigo o la identidad, que no pocos emigrados padecen.

La Habana
Danubio.
Danubio. Il Fatto Quotidiano

Poca semejanza estilística quedará ya para la literatura cubana por causa de la dispersión de sus autores. Dentro de la isla, persistiría el signo de la decadencia (en el ilustre sentido de Wilde) determinada por la lejanía del mercado y por los circuitos literarios cerrados. Fuera de ella, los autores se irían reacomodando, o empezando, según las circunstancias de su país de acogida. Hay una segunda decadencia, sin embargo, de la que sería más difícil desprenderse y aunaría mejor a la literatura de origen cubano: aquella que entiende el habla popular como una mengua, que  determina el éxodo de los autores mismos.

Este el tema de Danubio, novela de Alejandro Otero Paz (La Habana, 1978), antiguo residente de Nuevo Vedado, luego de Cochabamba, finalmente de Barcelona, con algún escape hacia Miami: el trauma del emigrado cubano, alguien que decidió huir de ambas decadencias pero que ya está fraguado por ellas invariablemente. La emigración cubana es particularmente difícil porque incluye a una clase media educada, que no tendría que salir despavorida de su país de origen y que, antes de la huida, ha tenido tiempo para fraguarse ilusiones superiores a las necesidades básicas. Por ellas, sin embargo, debe comenzar cuando arriba al país ajeno que tratará de hacer suyo.

En diferentes registros y varios personajes está reflejado este problema en la novela Danubio. El abandono de Cuba aparece como una zozobra recurrente, como el lugar adonde una crisis siempre te regresa, el momento de quiebre irremediable. "Nos han quitado todo, nos han convertido en parias, en vagabundos, en nómadas, en gente que no recuerda sus propias palabras", dice un personaje en la novela.

Sin embargo, a pesar de la calculada constancia del conflicto en cada personaje, el relato evita todo sentimentalismo: en Danubio hay muy pocas concesiones a la nostalgia, tampoco se detiene en los posibles problemas del desarraigo o la identidad, que no pocos emigrados padecen. Es el pragmatismo del narrador-protagonista quien se impone en el enfoque del problema, reduciendo la tragedia a la cuestión desnuda del desplazamiento, del cambio de lugar, e incluso confiriéndole un valor preferible en el desenlace.  

Formalmente, Danubio está construida más desde la preocupación de atraer al lector a su mensaje, que desde la angustia de un hallazgo estilístico. Danubio es una novela muy amena, contada linealmente por un narrador con el que simpatizamos. Salvo un par de momentos de impasse, de los que sale muy rápido, la atracción de su historia no se pierde, ni del ambiente que crea. Su mayor hallazgo quizás radique en el elemento indispensable que pedía Kundera para las novelas: en el trabajo de los personajes. Hay uno especialmente, llamado Sergio, que pertenecerá al cónclave de lo memorable. Es una novela inteligente, además, donde la reflexión se impone.

El lector cubano, especialmente, haya abandonado o no la Isla, agradecerá la fábrica de Danubio, y con suerte agradecerá la compañía en su conflicto. Ha sido publicada por el sello Ilíada ediciones y se encuentra en Amazon.


Alejandro Otero Paz, Danubio (Ilíada Ediciones, Miami, 2022).

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