Desperté solo para descubrir que el resto del mundo todavía estaba dormido.
El arte es la reina de todas las ciencias: comunica el conocimiento a todas las generaciones del mundo.
Adquiere en tu juventud cosas que restauren el daño de tu vejez. Y si por vejez entiendes tener sabiduría como alimento, ingéniate de joven para que a tu vejez no le falte nutrición.
Antes existirá un cuerpo sin sombra que la virtud sin la envidia.
Quien no castiga el mal ordena que se haga.
Huye del estudio cuya obra resultante muere junto con quien la hizo.
La sencillez es la máxima sofisticación.
Dios nos vende todas las cosas al precio de la mano de obra.
Los hombres perseguirán la cosa de la que más miedo tengan. A saber, serán míseros por no caer en la miseria.
Se hablarán los hombres desde remotísimos países y uno a otro se responderán.
Si es posible, debe hacerse reír hasta a los muertos.
Una vez que hayas probado el sabor del cielo, siempre mirarás hacia arriba.
Hay tres clases de personas: las que ven, las que ven cuando se les muestra, las que no ven. Aprende a ver. Date cuenta que todo está conectado.
El que no valora la vida no se la merece. Nunca destruyas otra vida mediante la ira y la maldad.
Todos nosotros somos exiliados dentro del marco de un extraño cuadro. Quien sabe esto, viva de grande, los otros son insectos.
El arco no es sino una fuerza causada por dos debilidades y rigió que en los edificios se compusiera de dos cuartos de círculo; cada uno debilísimo en sí desea caer, y oponiéndose a la ruina uno de otro, dos debilidades se convierten en una fuerza única.
Por más que las perdices se roben los huevos unas a otras, de todos modos los hijos, nacidos de esos huevos, regresan siempre a su verdadera madre.
Ojalá le agrade a nuestro gran Autor que yo muestre la naturaleza de los humanos y sus hábitos por la manera en que describo sus figuras. [...] Hasta el felino es una obra maestra.
Desde que descubrí los estudios de óptica de Leonardo, en el curso de física del bachillerato, quedé prendada de su intelecto creador, tanto en la ciencia como en el arte en busca de verdad y belleza, al servicio de la vida. He seguido encontrándome con él en "la poesía muda" de sus diseños y pinturas con cada viaje a Florencia y a Milán, y le seguí las huellas hasta el Louvre por no perderme las obras con las que viajó a Francia poco antes de morir. Pero fue en una mesa de saldo de una librería de Montecatini Terme —cerca de su Vinci natal— donde encontré el librito que desde 1996 me invitó a familiarizarme con el Leonardo aforista, cuya festinada precisión verbal e imaginaria alcanza el blanco del corazón en cualquier tiempo humano. Adentrarse en su pensamiento enriquece el espíritu con "el placer más noble: el júbilo de la comprensión". JRP
Leonardo da Vinci, Pensamientos (Verbum, Madrid, 2019).