Tenemos mal morir. En la consulta
hablamos del retraso. La mujer
de melena espelurciada se encoge
y duerme junto al ficus. Su vecina
narra la paga —poca— que recibe
por el marido muerto en accidente
y la más joven
explica que fue a casa, tendió ropa
y la secó.
(Güelita Soledá
repetía duélenme los cadriles
—manos a las caderas— y era úlcera
de la aspirina. Oscar
pidió que recordasen sus cenizas
en botella de sidra. Honorina
no rige. Pichu se ahorcó.)
Con gesto
neutral, el dermatólogo retira
los lunares que habían complicado
el color:
no eran nada,
pero llevaban traza. Rasco el cerco
de vello afeitado y betadine
y sé el tiempo que viene:
qué haremos
con tanto plato, cenicero, prueba
de vacaciones, tanto relicario
del partido vivido, cuando mueran
y vayamos detrás,
cerrando casas.
Fruela Fernández nació en Langreo, Asturias, en 1982. Ha publicado los libros de poemas Folk (2013), Una paz europea (2016) y La familia socialista (La Bella Varsovia, Madrid, 2018), de donde procede este poema. Fue editor del libro colectivo The Smiths: música, política y deseo. Ha traducido textos de Peter Handke, Marie Luise Kaschnitz, Edoardo Sanguineti, Miltos Sajturis, Patrick Kavanagh y Hugo von Hofmannsthal. En la actualidad es profesor titular de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y profesor visitante en la Universidad Complutense de Madrid.