-No has visto nada en La Ciudad Nuclear. Nada.
-Lo he visto todo,
todo.
He visto el policlínico,
estoy segura.
Existe un policlínico en La Ciudad Nuclear.
¿Cómo podría no verlo?
-No has visto el policlínico en La Ciudad Nuclear.
No has visto nada en La Ciudad Nuclear.
-Cuatro veces al reactor.
-¿Qué reactor en La Ciudad Nuclear?
-Cuatro veces al reactor en La Ciudad Nuclear.
He visto a los ingenieros pasearse.
Los ingenieros se pasean, pensativos,
a través de las paredes de hierro,
el desmantelamiento,
a falta de otra cosa. Las paredes,
las paredes,
el desmantelamiento, a falta de otra cosa. Las justificaciones,
a falta de otra cosa.
Cuatro veces al reactor.
He mirado a los ingenieros,
he mirado, incluso yo,
pensativa, el hierro,
el hierro vulnerable como la carne.
He visto la gran cúpula.
¿Quién lo habría dicho?
Pieles jóvenes, sacrificadas,
sobrevivientes,
todavía en la pena del sufrimiento.
Edificios, edificios vacíos,
edificios inacabados.
Cabelleras rubias
de mujeres extranjeras.
He tenido calor
en la plaza.
Cuarenta grados en la plaza.
Yo lo sé.
La temperatura del sol en la plaza.
¿Cómo ignorarlo?
El mar...muy sencillo.
-No has visto nada en La Ciudad Nuclear.
Nada.
-El desmantelamiento se ha hecho con la mayor seriedad posible.
La historia se ha hecho con la mayor seriedad posible.
La historia es tan bien contada
que los otros apenas saben.
Siempre uno puede gritar.
¿Pero qué puede hacer el otro,
si no sabe nada?
Siempre he pensado en el destino
de la Ciudad Nuclear. Siempre.
-No.
¿Por qué habrías pensado?
-He conocido gente.
En el 91,
no me lo he inventado,
desde el 91,
miles de personas aparecieron desde la electronuclear,
y el fracaso.
Y esas personas viven...aquí. Los he visto.
Me lo ha contado la gente.
Los he visto.
Desde el 91,
desde el 92,
desde el 93.
-No has visto nada.
Nada.
-Desde el 94.
La Ciudad Nuclear se llenó de sus fracasos.
Por todas partes, radioquímicos y electronucleares,
y termofísicos...
No me he inventado nada.
-Lo has inventado todo.
-Nada.
Igual que en la vida,
esta ilusión existió,
esa ilusión de lograr un sueño.
He tenido la ilusión de que jamás olvidarán.
Igual que en la vida.
También he visto a los descendientes,
a los que estaban en el vientre.
He visto la conformidad,
la inocencia,
el desconocimiento aparente
de los herederos de La Ciudad Nuclear,
que se acomodan a un destino tan injusto,
que la imaginación,
habitualmente tan fecunda,
ante ellos, se cierra.
Escucha, lo sé.
Lo sé todo. Cómo continúa.
-Nada.
No sabes nada.
-Las mujeres crían a sus hijos.
Pero continúa.
Los hombres corren el riesgo.
Pero continúa.
Situaciones desiertas.
La costa araña.
Ha arañado a esta gente.
El hambre.
No hay tierra en la ciudad entera.
La furia de una ciudad entera.
La furia de una ciudad entera.
¿Contra quién la furia de una ciudad entera?
La furia de una ciudad entera...
contra qué?
Escúchame.
Como tú, conozco el olvido.
-No.
No conoces el olvido.
-Como tú, estoy dotada de memoria.
Conozco el olvido.
-No.
No estás dotada de memoria.
-Como tú, yo también he intentado luchar con todas mis fuerzas contra el olvido.
Como tú, he olvidado.
Como tú, he deseado tener una memoria inconsolable,
una memoria de sombras y piedras.
He luchado por mi cuenta,
con todas mis fuerzas,
contra el horror de ya no entender
la necesidad de acordarse.
Como tú, he olvidado.
¿Por qué negar la necesidad evidente de la memoria?
Escúchame.
Todavía sé.
Volverá a empezar.
Miles de jóvenes.
Son cifras oficiales.
Volverá a empezar.
Habrá calor sobre la tierra.
Así es Cuba, dirán.
El asfalto arderá.
Un profundo desorden reinará.
Una ciudad entera será destruida y se convertirá en cenizas.
Katherine Bisquet nació en Ciudad Nuclear, Cienfuegos, en 1992. Ha publicado el libro de poesía Algo aquí se descompone (Colección Sur Editores, La Habana, 2014). Es editora de poesía en la editorial Unión. Fue organizadora de la #00Bienal de La Habana 2018. Este poema pertenece al libro Uranio empobrecido.