Amada, mira en tu propio corazón,
el árbol sagrado crece allí
William Butler Yeats
Qué sentiría la madre, de repente, tan de honda la punzada
que corrió a la sombra del árbol, que se apoyó en su tronco
tranquila, que rompió aguas, con ellas regó la tan profunda
raíz, y así le vino el hijo, árbol él mismo, camino de la vida.
Qué patio de árboles frondosos le viera jugar, extenderse
su mundo de niño andarín y dueño de palacio , comer algún
que otro fruto tumbado, yerba para arrullo de pies descalzos
que iríanse luego a recorrer desapegados la no-existencia.
Qué le hiciera escoger entre todos un árbol, solo uno, aquel
al intuitivo explorador de las veredas, decir aquí me siento,
este es el lugar, vengan las tentaciones todas que yo puedo
y hágase la luz en mí bajo este y no otro, YO aquí me planto.
Por último preguntemos, si es que hay respuestas:
Qué sintieron los árboles aquellos, gemelos y equidistantes,
uno a los pies y otro a la cabeza, dando sombra al que sintió
la muerte ya en paz con su vida, cuando decidieron florecerle,
a destiempo, al unísono y para no dejarle tan solo aquel día.
Aleisa Ribalta nació en La Habana en 1971. Ha publicado el poemario Talud (Ekelecuá Ediciones, 2018). Este poema pertenece a un libro inédito.