Donde algún condenado al patíbulo cae,
los tallos que en fila marchaban a doblegarse renuncian.
Y los insectos a zambullirse vienen,
de cabeza.
El trigal que avanza después
parece un comedor obrero.
Tiene un no sé qué
Glotón.
Ausentes de huellas dactilares
las esporas dispersas sobre el mantel
no temen decorar un plato.
Los miopes las empujan con los cubiertos.
Los miopes y los paranoicos.
Si me tiro y les hago el amor con el cuchillo hasta el amanecer,
será para desintoxicarme o para dejar de interrogar.
Se necesita una.
En lo posible, viva.
María Elena Hernández Caballero nació en La Habana, en 1967. Sus últimos libros de poesía publicados son Electroshock-Palabras (Argentina, 2001), La rama se par-te (Ediciones Torremozas, Madrid, 2013) y Yo iba tranquila dentro de una bala (Verbum, Madrid, 2016), que compila la mayoría de sus libros de poemas. Este poema pertenece al recién aparecido La noche del erizo (Casa Vacía, College Station, 2018).