A mi hermana la tiraron al océano.
La vistieron de blanco,
le dijeron
que la iban a bautizar.
En el mar los locos flotan.
Los secretos del mar les pertenecen.
A veces algunos regresan a sus pueblos
como peces,
algas del mar,
corales.
Regresan a sus casas
con extrañas sabidurías.
Los locos conocen los secretos
de este mundo lleno de mordazas.
En el viaje se les muestra lo profundo.
El origen de las cosas,
el de las tijeras y el cuchillo.
Hablan con las rocas
y el viento les contesta.
Ven puentes y ven muertos.
Ven como los gatos.
Observan procesiones,
están presentes en las morgues.
A veces profetizan.
Mi hermana
me hacía señas todo el tiempo.
Trasnochaba, no dormía,
quieta, miraba en la ventana,
hablaba con las calles.
Advertía con sonidos guturales
la llegada de seres de otro mundo.
No comía, no tenía hambre.
Mi hermana,
la expresión de lo perdido.
Matilda, por otro lado,
aúllaba como un lobo
en su jaula de madera.
Me pasaba su lata vacía,
su taza sin agua.
Pidiéndome,
sonreía.
Es de noche,
no puedo.
Es de día,
no puedo.
Tendrá que dejarse morir
para salir de esa jaula.
Matilda se pudre.
Insectos la devoran.
Tiene una bata blanca
color fango y en cuclillas
se sienta sobre el lodo.
A Judith la visito los domingos.
Tan tranquila.
En las comisuras de los labios
una leve espumilla se dibuja.
Una carta en el piso.
El marido la ha enterrado.
Son órdenes judiciales.
Mi hermana no dijo nada.
La recogieron una tarde.
Gritaba pidiendo auxilio,
que no se la llevaran.
En la cama del recinto
perdió el habla,
la movilidad.
La visten, le dan de comer,
La bañan cuando pueden.
La peinan.
Le hacen todas las pruebas necesarias.
Ha perdido la razón, dicen.
Magali Alabau nació en Cienfuegos en 1945. Sus últimos libros publicados son Volver (Betania, Madrid, 2012) y Amor fatal (Betania, Madrid, 2016). Ha recogido sus poemas en el volumen Ir y venir. Poesía reunida 1986-2016 (Bokeh, Leiden, 2017). Este poema pertenece a un libro inédito.