Tú quieres sexo yo quiero
una forma reconocible sobre la cama:
me gustaría escribir sobre eso.
Si digo tú quieres sexo,
espero un momento y luego digo
tú quieres sexo
resulta prácticamente imposible
determinar cuál de las dos
expresiones es verdadera.
Me gustaría escribir sobre eso
porque ciertamente una de ellas
es falsa y yo quiero adoptar
una forma reconocible sobre la cama,
una forma aceptada por ti.
Mi pierna dispuesta sobre ti,
mi pierna dispuesta sobre ti, aceptada por ti,
y mis nalgas y mis codos dispuestos
de forma reconocible sobre la cama,
sobre ti.
No exactamente de esa manera,
hay espacios negativos, hay figuras de fondo,
dietas en tus costillas, y además,
siempre puedo disculparme:
tú quieres sexo. Esa es la expresión
falsa, difícil de hallar a simple vista.
Yo quiero adoptar una forma reconocible
sobre la cama es lo mismo que yo quiero sexo
pero con ese después de usted indispensable.
Yo quiero sexo aquí, en este momento
y si fuera posible, sobre este mismo verso,
y si fuera posible me gustaría hacerlo
sobre este mismo verso,
después de usted.
Entonces mi inmensa cabeza deforme
(es decir, mi cabeza desnuda y aburrida)
cae sobre la cama y tú quieres sexo.
Mi forma está dispuesta sobre ti,
mi forma es aceptada por ti.
Donde sea que vayamos con todo esto
será difícil encontrar un lugar donde dormir.
Tú quieres sexo es imposible, es
la versión falsa de las dos. Además, tiene consecuencias:
el pan de la mañana, el pan aristocrático de la mañana,
el que se manda a comprar, se juzga, tiene… brío!
Porque tú quieres sexo es aceptado por ti como forma
reconocible, aceptado como forma falsa reconocible;
al menos si lo digo sobre la cama.
Si no lo digo, si no digo tú quieres sexo
y yo adopto una forma reconocible, una forma
aceptada por ti, una forma aceptada por ti,
el pan aristocrático de la mañana no se parte
sobre lo que digo. Me gustaría escribir
sobre eso. Placer denodado de la forma de mi pierna
aceptada por ti.
Luego, gestos. Pero eso no modifica en nada
que tú quieres sexo como forma sobre la cama,
mientras yo quiero apenas
(hay días en que es todo lo que quiero)
una forma reconocible, más que reconocible,
aceptable: que mi vientre gordo no sea óbice,
que mis pies fríos tampoco, que mi vulgar ingle,
bueno. Me place hablar de todo esto, me gustaría
escribir sobre todo esto.
Entonces habrá que buscarle un lugar a los cariños,
a las ortografías, a las naranjas agrias.
Mario Montalbetti nació en Lima en 1953. Sus libros de poemas más recientes son Lejos de mí decirles (Ediciones Liliputienses, Cáceres, España, 2014), que recoge todos sus libros anteriores, y Vietnam (Lima, 2014), con fotografías de Ralph Bauer. Este poema pertenece a Apolo cupisnique (Paracaídas Editores, Lima, 2012).
Otros poemas suyos: Un explorador polar, Arce o sicomoro, Introducción a la metafísica y Rilke en el Amazonas.