Para Nicolás Copérnico
Para R.
Ambos nacidos en la casa de Acuario
Ambos médicos
Ambos hombres de los túneles
La caída de Camelot es un pétalo en la flor del tiempo.
Los demás pétalos son una versión del mismo suceso, solo
que ligeramente modificado, ¿Sabes cuántos pétalos hay?
Una infinidad.
Deepak Chopra
El campo de girasoles tiene una puerta de alambre
por donde voy a entrar:
caminaré a la sombra de los túneles
entre las hileras de dudoso final
bajo los altos tallos
bajo el encendido y áspero amarillo.
Por allí andan los compases
con los que Nicolaus hace de la tierra un círculo de
aire
quiere un astrolabio
para medir todas las distancias
pero toma el girasol más tenue
Los días del olvido
y lo va deshojando
lentos hilos de luz son los pétalos
su apacible mirada de animal está buscando el centro.
Me invita a bailar un vals
giramos sobre nosotros mismos
alrededor del círculo de aire.
Recogemos los pétalos
y cada uno es una historia.
Los pétalos pesan en su mano
y los pone como astros sobre mi cuerpo.
En ellos las muchachas miran caer la nieve
en Múnich
en Madrid
en Roma
en Montreal
en Moscú
y regresan a la falsa calidez del sol
a la calidez del país
donde los inviernos son también mentira.
Tenemos tantos pétalos
que no sabemos cómo hacer para contarlos.
El moteado pétalo del miedo
el poder que imanta todas las agujas
solo Nicolaus cabría en el recinto donde enfermo
como un pétalo ardido
quién sabe de qué mal
de qué oscuros dolores en el foso del vientre.
No toques ese pétalo
es puro
no dejes que lo cubran los estigmas.
Un niño cruza el río transparente de la casa
en la otra orilla dice mi nombre
lo repite en un idioma torpe y sin letras.
Deja el pétalo
no vea el niño que lloramos.
Pone otro pétalo sobre mi hombro
un hombre da voces sobre una cuidad
de donde todos se fueron
porque era sin dudas el sitio de partir.
Nicolaus se tira de bruces
diciendo ágape ágape
quiere arrancar los pétalos
uno a uno
pero es tarde
los pétalos que se ponen sobre un cuerpo
son para siempre
como dibujados imanes sobre la piel.
Se queda
a compartir el pétalo crispado
donde tomamos la pócima del vencido.
Estos libros
estas mujeres fantasmales
estas distancias se están llevando el amor.
Es 1530
y Nicolaus me invita a escribir con el dedo
en las raras líneas de la noche.
Él ama a alguien como yo
no a mí
dice que no soy real
solo existo en los túneles
en el campo de girasoles
donde no hay antes ni después
y el cielo es luz o sombra según se mueva él
y trace su círculo de aire.
Somos luz y sombra en el pétalo del tiempo.
Escarba en mis ojos
trata de desprender un pétalo de agua
ahueca las manos
pero nadie puede retener un agua así
llena de abismos.
Nicolaus tampoco existe fuera de los túneles
supone que yo descompuse su astrolabio
porque estuve bailando valses desordenadamente.
Nicolaus
era contigo que bailaba
eras tú quien ponía los pétalos como astros
y las historias en los pétalos.
El último pétalo es un sello sobre mi boca
lo levanta sin dolor
lo hace girar alrededor del círculo de aire.
Ya no iremos a Nuremberg
nadie irá
de nada sirve ese punto azul bajo la campana de la
noche.
Esos libros
esas mujeres fantasmales
esas distancias
son la puerta de alambre por donde entré.
Perdimos Nicolaus
1543 está tan lejos
tan absolutamente muerto estás
como muerta voy a estar cuando te vayas.
Han traído tu astrolabio al campo de girasoles
quieren hacerme creer que estos diez pétalos son mis
dedos.
Lo sé perdimos
pero en los túneles todo es posible
mientras el último pétalo no caiga.
Sonia Díaz Corrales nació en Cabaiguán, en 1964. Ha antologado toda su poesía en Los días del olvido (Efory Atocha, Madrid, 2016).
Otros poemas suyos: Séptimo apunte del cuaderno de desastres, Primera letanía sobre la muerte, Llenos y vacíos y Besos y melocotones.