José Triana (Hatuey, Camagüey, 1931), autor de varias piezas de teatro, poemarios, relatos, guiones de películas y novelas, ha publicado Siempre perdido, un libro-poema acompañado de 15 dibujos de la artista chilena, también radicada en París, Vivian Scheihing, bajo el cuidado de Camila Mora-Scheihing.
Cada ejemplar, hecho a mano y enumerado, lleva un dibujo original de esta artista nacida en el puerto fluvial chileno de Valdivia. Todos los dibujos realizados en técnica mixta sobre papel están acompañados de un verso del autor en el mismo orden en que aparecen en el poema de cuatro estrofas. La abstracción es su estilo de preferencia, pero insiste en que nada es fortuito: "Hay diferentes motivaciones que se me aparecen", revela.
"Cuando comienzo a pintar hay como un torbellino que me aleja hacia mis recuerdos más lejanos … y así es como entro a mi paraíso perdido", añade.
Vivian Scheihing explora con colores y trazos sus sentimientos. Reconoce que no sabe a dónde va, de no saber qué hacer, de ir siempre a encontrarse con lo desconocido. No ha de extrañarnos que ante la poesía de José Triana se haya sentido inspirada y deseosa de acompañar sus versos con su trabajo.
Es lo que en francés se conoce como exemplaire de tête, un libro de lujo, de edición limitada, acompañado por obras originales de artistas, que utiliza un soporte de materia exquisita, en general con papel vitela o papel Japón y, en ocasiones, no comercializado, a veces sin desbarbar o intonsos. Este tipo de obra, muy buscada por bibliófilos y coleccionistas, suele ser siempre el fruto de la amistad y colaboración entre un escritor y un artista. Su origen se remonta a la época en que en las antiguas imprentas las planchas grabadas se desgastaban con el uso y, para aprovechar la nitidez y calidad de las primeras páginas tiradas, se imprimían sobre papel de mayor calidad, enumerando los primeros ejemplares, raros y coleccionables.
"Repasando la vida y sus misterios", dice uno de los versos de Siempre perdido. Y desde la incertidumbre de la escritura nos habla de ese momento mágico en que las palabras se agolpan para llenar el espacio de la memoria, para crear la ilusión de que con ellas estamos viajando en el tiempo o, simplemente, descifrando el pasado.
Hay siempre en la poesía de José Triana un juego con palabras que, como mago, saca de un cofre protegido con celo. "En la senda de las cruces y los ventisqueros", escribe, "las palabras son palabras y un desierto", porque no bastan para explicar el porqué de tantas cosas, de todo el misterio que acompaña nuestro paso por la vida. Y hay poesía, música y también mucho de sabiduría en sus versos.
Reconocerse "perdido", errante entre sentidos, frases, ideas y recuerdos, no significa fracaso, sino más bien humildad: la convicción de que no son los versos ni las páginas que se escriben el instrumento para sentirnos que lo entendimos todo, que no necesitaremos preguntarnos, una y otra vez, el sentido de nuestra propia existencia. En ello radica la simbiosis con la pintura de Vivian Scheihing y es esa la razón fundamental por la que la pintora chilena sintió necesidad de adoptar en trazos de colores los versos de Triana.
Siempre perdido se añade a la extensa obra poética del escritor cubano exiliado en París desde 1980 y autor de los poemarios De la madera del sueño (1958), Coloquio de sombras (1981), Aproximaciones (1989), Cuaderno de familia (1989), Oscuro el enigma (1993), Vueltas al espejo (con el que obtuvo la residencia de escritura de la ciudad portuaria de Saint-Nazaire en 1996) y Orfeo en la ciudad (2008). Su poesía completa anterior a 2011, así como su teatro, ha sido publicada por la editorial Aduana Vieja, en Valencia.
José Triana, Siempre perdido (con dibujos de Vivian Scheihing, Hacker Books, París, 2016).