a Reinaldo
Estoy aquí en vilo
en un agujero de tu mente
del que vuelves a traerme a tierra firme.
No quiero ser el mito que repite no más.
Ya no me escondo a escribir diarios
para mitigar los ruidos y la soledad
esas fueron palabras jóvenes
venidas de la introversión y la molestia
y ha pasado mucho tiempo.
En realidad mis cenizas se confunden
con la cal esparcida en Bergen-Belsen
con el aire de esta tierra
llena de perseguidos sin rostro
—como bien dices Reinaldo—
pero nada va a borrar aquellos recuerdos
ni a Kitty a Moortje ni la Casa de atrás
donde hacinados creamos un mundo real
con voces y explosivos incluidos.
Soy inmortal en tus recuerdos y con eso basta
duermo y despierto en tu memoria
con la vitalidad de mis trece años
y a veces como ahora
me pierdo y tratas de encontrarme
a pesar de la bruma azulosa las llamas y el humo…
La muerte nos invita nos mata nos revive
y sin compasión nos transforma en asombro.
Una ventana da paso a la noche en que me aguardas.
Ena Columbié nació en Guantánamo en 1957. Sus libros más recientes de poemas son Luces (Silueta, Miami, 2013) y Sepia (Betania, Madrid, 2016).