Back to top
Poesía

Guadalupe, 61 años a cincel

'entró endomingada/ como si fuera Novia/ del Sábado, se me/ plantó de frente, me/ enjaretó cuatro/ jugosos besos/ vertiginosos y que/ en adelante todo/ cambiaría: buenos/ tiempos, larga vida'

Hallandale Beach

 

Se puso chaquetilla torera la muy Barrenechea
    peninsular por todas sus
    costuras, pasada por
    cubana: vistió pantalón
    negro ceñido con una
    lista roja a lo largo de
    la pernera, pantuflas
    bordadas, y siendo
    jueves día demás
    entró endomingada
    como si fuera Novia
    del Sábado, se me
    plantó de frente, me
    enjaretó cuatro
    jugosos besos
    vertiginosos y que
    en adelante todo
    cambiaría: buenos
    tiempos, larga vida,
    una salud de hierro,
    y me bajara los
    pantalones: ella
    sexagenaria, yo
    octogenario, bajé
    la cabeza.

En esta casa tenemos declarada la guerra al
    gluten, al azúcar refino,
    la comida industrial,
    embutidos, latería,
    despojos y demás
    excrecencias de res,
    el chicharrón, la frita,
    el tocino: guerra a
    los tendones, vasos
    sanguíneos, fuera
    jiferos y matachines
    de ovejas,
    desmembradores de
    merinos, moruecos,
    al cuerno los
    destazadores, sus
    matavacas y delantales
    de cuero, aquí no entran
    pomos, enlatados,
    híbridas conservas,
    necrosados melocotones
    en almíbar, salsas  
    de farmacia: causan  
    estitiquez (almorranas)
    mañanas pujando,
    prolapsando, trompetas
    y algazaras de fétidos
    meteorismos para que
    cuatro camajanes
    empresarios vivan
    como Donato jugando
    golf: a la mesa, siete
    de la mañana, alzamos
    ensartados dos boniatos
    de Dominicana, tiras
    gruesas de atún crudo
    a la manera japonesa,
    rebanadas de pan de
    alforfón y tapioca,
    muerte al gluten,
    infusión de jengibre,
    muerte al azúcar, un
    poco como mucho de
    miel de brezo o milflores,
    y en todo el ámbito de
    la sala, damas y
    caballeros, jóvenes
    estudiantes, queridos
    lectores, no se oye un
    eructo, borborigmos,
    vientos: de haber alguno,
    cinta olfativa, onda, círculo
    concéntrico, respirad, que
    huele a algalia (pachulí).

Sesenta y un abriles en enero esta mañana
    Guadalupe enhorabuena
    celebremos como bien
    sabemos quedándonos
    en casa, aquí son ferias,
    albas a su lado, contigua
    su mano amasa, pica,
    trocea, funge almirez,
    estira hojaldres, ceba
    el mundo de pie cantando
    villancicos sefarditas tras
    hogazas, broquetas
    marineras, gollerías
    trigonométricas, salsas
    etíopes, judías cubanas:
    servimos, inclinamos la
    cara, la frente tres veces
    nos tocamos, reímos al
    rato a mandíbula batiente,
    y a los postres, tras la
    sobremesa, vamos
    sacando de un jabuco
    sin fondo aparente dos
    libros, tres monedas
    suficientes, nos
    separamos: cada
    cual por su lado
    celebra a su manera,
    Guadalupe lee una
    novela coreana, yo
    escucho a Schubert
    por el Cuarteto Italiano
    (La morte e la fanciulla)
    leo en voz alta (mantra)
    ni envidiado ni envidioso
    de aquel poeta y traductor
    de su país.

 


José Kozer nació en La Habana, en 1940. Autor de una extensa obra poética, recibió en 2013 el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda. Este poema pertenece a un libro inédito.

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.