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Crítica

'Temporada para suicidios'

Manuel Adrián López cuenta 12 suicidios con ironía, intensidad y amargura. Su libro, sin embargo, habría necesitado mayor revisión.

Ciudad de México

El poeta  Manuel Adrián López, "Manny" (Morón, Cuba, 1969 y actualmente residente en Nueva York), incursiona en el relato con este libro en el cual el suicidio es asunto de las 12 piezas que lo forman. Es decir, nos hallamos con textos que nos exponen —a veces con un tono lúdico—variadas razones que resultan el origen del suicidio en personalidades y ámbitos muy diversos.

También nos encontramos en Temporada para suicidios con el asunto gay, que, como el suicidio, no es un tema; ya sabemos que temas son las angustias, amores y perversiones, etcétera, del ser humano.

Además de la novedad de su asunto principal, el libro nos atrapa por la intensidad que constatamos en algunos de sus relatos, por la ironía que descubrimos en otros, por la amargura que nos llega en otros más.

La envidia, la lealtad y su antónimo, la traición, son solo algunos de los temas que podemos saborear en esta obra.

Desde ahora aviso que este libro pudo ser mejor. Últimamente se nota en ciertas publicaciones que, antes de ser dadas a la luz no pasaron por una confrontación con editores; o con un editor, o varios, que metieran la mano a fondo, letra por letra, como debe ser.

Digo lo anterior porque en este conjunto de relatos, que leemos con placidez, y avidez, y que nos muestra asimismo ciertas vertientes singulares del vivir, notamos que algunas piezas pudieron ser mejor trabajadas, sacarles más jugo, que pudo economizarse lenguaje en otras, y algunas debieron ser, quizás, retiradas del conjunto para darles luego más horno.

Uno por uno.

"Todo lo recibido se devuelve con la misma intención", (ya ven, título proverbial), viene siendo el aviso de los cuentos que vendrán a seguidas y va por el camino de lo paranormal o lo esotérico. Compacto, limpio en su factura, avisa: "la hipocresía es la verdadera plaga de estos tiempos".

"Suicidio en Navidad", narrado fundamentalmente en segunda persona, este es uno de los relatos más impactantes del libro, la soledad acompañado, la imposibilidad para volver a ser el de antes, el mentirse a sí mismo, tienen como eje fundamental este cuento. En mi opinión, uno de los mejores del libro.

"Suicidio sobre ruedas". No hay, no habrá piedad, parecen alertarnos estas líneas donde López apoya las consecuencias de lo contado en ese "si hubiera sido así y no de otra forma". O sea, en la culpa del azar, que a veces, ya lo sabemos, es "culpable" también de lo hermoso que pueda llegarnos. Este texto, con siete páginas es uno de los más extensos del libro. Y uno de los que más tiempo de fabulación abarca. De corte lésbico, el triángulo amoroso y la traición resultan sus basamentos principales. El final es realmente impactante, y perfectamente verosímil, literariamente hablando. El narrador es omnisciente y, por momentos, podía ser más ágil en su decir; o sea, se lentifica la acción sobre todo cuando el autor debe informar al lector, lo cual, ya lo sabemos es uno de los deberes más difíciles del arte narrativo.

"Un suicidio impuesto". En este texto de nuevo aparece lo esotérico y el asunto gay. Los tres personajes principales, María Julia, que acaba de morir, el viudo de esta y Eulalia se hacen fuertes en la narración mediante variaciones que con mano diestra nos va dando el autor. Hay adulterio, pero un adulterio poco "raro" diríamos.

"Suicidio con sabor a mango". Una anécdota novedosa, una fábula, una paradoja. Buen planteo que quizás requería de menos palabras o frases, y tal vez por ello falta agilidad, intensidad en la prosa. Pongo de ejemplo la página 35, sobre todo su primer párrafo. La imaginación del autor se explaya en este relato.

"Suicidio Haute Couture". Muy recomendable este relato, de ambiente gay, que resulta una crítica a la frivolidad, al fanatismo farandulero. René, el obseso por lo antes dicho, se despliega con fuerza en estas páginas. Una de las localizaciones aludidas es el café Versailles, en Miami. Hay asimismo una buena lasca de suspenso en este texto. El humor en esta narración no se vale de planteos tan originales como en otras del libro.

"Suicidio en el corazón de la Pequeña Habana", anda por caminos parecidos al texto anterior, la banalidad, la presunción, el cubrir las apariencias. El lenguaje, más bien los diálogos, se hallan repletos de frases hechas del lenguaje más corriente. No quiero decir que esto sea negativo, sino que en mi opinión, si esta historia se hubiera escrito con más mesura, más sobriedad, con un tono más alejado de la anécdota, el cuento hubiese levantado mucho.

"Suicidio gatuno". Dos gatas y un gato son los protagonistas de este cuento. Entonces, más bien algo cercano a la fábula —si bien los tres "personajes" realizan acciones de humanos y son tratados como tal por sus dueños—, el desarrollo del cuento nos va llevando hacia estadios más altos. Es un cuento bonito, con un elemento simpático en la trama; un mensaje que también resulta provechoso para quienes no somos gatos.

"Suicidio interrumpido". Como lo dice el título, aquí el suicidio se frustra. La incomprensión, los celos entre la pareja son elementos básicos de la narración. Dejo al lector diagnosticar si el promiscuo Romualdo, deseaba en verdad suicidarse.  

"Suicidio autoayuda". En mi opinión, este texto no debió figurar en Temporada para suicidios. El autor escamotea demasiado las referencias, o quizás se pasa en las elipsis. Asimismo, la anécdota o el qué no se hayan debidamente documentados.

"Suicidio a lo Allison DuBois" retoma el tema de la farándula, la vacuidad y el humor y la ironía son utilizados con acierto. Y también el asunto gay. A este cuento, de indudable interés en su fondo, le falta limpieza del lenguaje si consideramos palabras y frases que no son indispensables, así como ciertas redundancias en lo gramatical.

"Suicido en masa". Una gran alegoría y una muestra de un recurso poderoso del autor: la imaginación. Un emblemático 17 de diciembre muchas personas, de una y otra orilla, deciden suicidarse. El relato nos abre los ojos acerca de varios hechos vitales que tenemos delante de la vista, pero que no sabemos ver, aunque los miremos.

Queda en manos del lector un libro original por sus propuestas sobre todo

de fondo. Un libro sabroso de leer, que además a muchos de quienes lo degusten le mostrarán localizaciones y facetas de otras vidas que tal vez no imaginaban.


Manuel Adrián López, Temporada para suicidios (Eriginal Books, Miami, 2015).

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