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Narrativa

La muchacha de la performance

'Los espectadores se mantuvieron al tanto de las noticias de la muchacha de la performance, firmaron cartas, se agitaron algo pero no faltó el lechón.'

San Juan

 

A una muchacha la detenían y luego la soltaban. Sucedía tan a menudo que decidieron inventar la desdetención, estrategia que aceleraba artificialmente el metrónomo de la detenciones a las soltaduras al punto que se producía un salto de fantásticos protones que entretenía a los espectadores y se les olvidaba todo aquel asunto.

 

 

Tocaron a la puerta de la muchacha de la performance por 5 horas seguidas, y los espectadores armaron el revuelo con eso, dándole al tiempo una importancia que quién sabe si tiene. Se quedan en la forma, incapaces de entender el truco de nudillos que usaron los que tocaban logrando potentes ondas a través de la puerta.

 

 

Los espectadores se mantuvieron al tanto de las noticias de la muchacha de la performance, firmaron cartas, se agitaron algo pero no faltó el lechón. La muchacha terminó por ser absorbida en los contenidos de la magnífica performance, que resume deseo y aceptación, de los que con la boca llena y grasienta dicen: "se hace lo que se puede".

 

 

El tiempo se aprovechó de las continuas detenciones y soltaduras de la muchacha de la performance: se metió en la fecha de la segunda detención como si fuera la tercera, y desde allí empezó a meterse cada vez más adentro, hasta llegar a un estado prenatal de la muchacha de la performance, y aún allí usaba el cordón umbilical para seguir jugando a detenciones y soltaduras.

 

 

Tania Bruguera, con el pasar del tiempo, se borró un poco la tinta y era como Tania la Guerrillera. A esa altura, a quién le interesaba la diferencia, si en las fotos del libro de Historia no podía apreciarse la naturaleza de sus convicciones.

 

 

En ciertos momentos, no se supo si la muchacha de la performance estaba suelta o detenida. Tales intervalos creaban confusión en la opinión momentánea de los espectadores, y permitía a los más avisados reconocer sus propias miserias.

 

 

La detuvieron 3 veces, ¿y qué? ¿Qué tanto con los números? ¿No odiabas tanto tú las Matemáticas? ¿Acaso no decían cada vez: "buenas tardes"? ¿Acaso te molestabas con el gago amigo cuando le tomaba no 3, sino diez veces decir algo?

 


Javier Marimón nació en Matanzas, en 1975. Ha publicado los cuadernos Formas de llamar desde Los Pinos (1999), El gatico Vasia (cómo engañé al Súbito) (2001), Himnos urbanos (2002). Estos textos pertenecen a un libro en escritura: Sinalectas.

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