Back to top
Narrativa

Derrida al agua

'Me planto sobre el suelo, con las piernas separadas, entonces extiendo el brazo derecho para recoger manzanas invisibles. Después extiendo el brazo izquierdo, para recoger, con la mano correspondiente, otras manzanas inexistentes.'

Miami

Fue un bypass. Ahora un muro, el muy intenso amarillo de la luz de la tarde, y un verde fuertísimo. Esto, cuadriculado por el cristal de una ventana, mientras me ejercito recogiendo manzanas.

Me planto sobre el suelo, con las piernas separadas, entonces extiendo el brazo derecho para recoger manzanas invisibles. Después extiendo el brazo izquierdo, para recoger, con la mano correspondiente, otras manzanas inexistentes.

Unas manzanas inexistentes por aquí, unas manzanas inexistentes por allá. Mi tórax, envuelto por los alambres, me parece un juego de papel. Pero ¿qué quiero decir con esto?

¿Qué pasa cuando un muro se enchumba de amarillo y de verde?

¿Cómo se extendió una arteria después que se la injertó en otro lugar?

Y, sobre todo, mientras la música indirecta rueda por este gimnasio del pabellón cardiológico, donde ahora estoy recogiendo manzanas, se producen los siguientes fragmentos de un daydream:

—he roto mis papeles escritos y los he tirado en un cesto;

—vuelco el cesto sobre una alfombra;

—los papeles rotos, y volcados sobre la alfombra, son como un texto que Derrida hubiese deconstruído;

—este discurso que Derrida ha descentrado consta, entre otras cosas, de los siguientes rotos pedazos: un pedazo cubierto de anillos; otro roto pedazo, pero donde unos pájaros se han logrado mantener; un topacio en otro pedazo, mientras también se encuentra un fragmento sobre mi padre y mi madre; un dibujo de mi tórax, sin el alambre;

—el discurso de papeles rotos, después que el cesto de papeles se vuelca, no solo cubre  una alfombra, sino que también me cubre a mí;

—o sea, que me digo, mientras recojo la última manzana invisible: "Todos estos pedazos deconstruídos por Derrida, pueden estar llenando mi vida post-operatoria."

¡Hay que ver las idioteces que se le pueden ocurrir a uno!

 


Lorenzo García Vega nació en Jagüey Grande, Matanzas, en 1926 y falleció en Miami, en 2012. Sus últimos libros publicados son El oficio de perder (Universidad Autónoma de Puebla, 2005; Espuela de Plata, Sevilla, 2005), Papeles sin ángel (2005), Cuerdas para Aleister (Tsé-Tsé, Buenos Aires, 2005), Devastación del Hotel San Luis (Mansalva, Buenos Aires, 2007), Son gotas del autismo visual (Mata-Mata, Ciudad Guatemala, 2010), Erogando trizas donde gotas de lo vario pinto (La Palma, Madrid, 2011). Este cuento inédito será incluido en una antología de su narrativa que prepara Pablo de Cuba Soria, a publicarse próximamente.

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.