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Crítica

Celebración del derrumbe

El libro del poeta guantanamero José Ramón Sánchez aparece en librerías cubanas en estos días en que mucho se habla de la valía o no de la poesía escrita por la nueva camada de poetas cubanos, y del noviciado cochino y antipoético que pulula, sobre todo, en el oriente de la Isla.

Santiago de Cuba

Por estos días en que mucho se habla de la valía o no de la poesía escrita por la nueva camada de poetas cubanos y se organizan paneles, grupos electrógenos, asambleas de rendición poética, donde los más sabios en la materia, hablan del noviciado cochino y antipoético que pulula, sobre todo, en el Oriente, celebramos la aparición en las librerías cubanas de El derrumbe, del poeta guantanamero José Ramón Sánchez. Setenta y cuatro páginas de poesía, parceladas de la siguiente manera: veintiocho iniciales que exponen y representan los efectos de  "El derrumbe" (derrumbe de qué) y cuarenta que cumplen la función de "Réplicas" (no menos angustiantes). Este volumen ofrece una mecánica textual que conduce hacia la idea de un libro futuro, de una expansión mayor; no es sino el avant- goût de una entrega por venir, que tiene sus raíces bien aferradas al suelo de uno de los territorios más áridos y precarios de "Cubita la Bella": les hablo de Guantánamo.

 

 *

 

Si el odio es la vía de acceso a la poesía verdadera, ese odio no demorará en utilizar la violencia para destrozar a la "bella poesía" que no es verdadera. La imagen del desastre convertida en boca sucia de la verdad; en negación de esos narcóticos que son el deseo, el amor y la poesía; narcóticos  que a su vez operan en el autor como fuerza motriz de su escritura. En El derrumbe no se encontrará un lenguaje de moda, sí una manera de decir concisa, capaz de perturbar a las cabezas más conservadoras  y a las mentes más leídas; no solo por la significación de su discurso, sino por el uso de lo real, por sus ritmos, sus tonos y la elección misma de las palabras (duras, manchadas, obscenas). El derrumbe certifica que una escritura destrozada por su odio, es menos poética pero más verdadera.

 

 *

 

Desde la arrancada, José Ramón Sánchez asume la estructura del patchwork (butoriano) para ubicarnos en un territorio de verdadero desconcierto y perturbación:

 

Si te cuento lo que hice tú no duermes esta noche.

Hay que utilizar la maquinaria. ¿Qué tú quieres

matar el atraso conmigo? Hazme un hijo. ¿Quién es?

No es mi estudiante. ¿Quién te mandó a tocar?

Ven a ver la pelota a mi casa. La clavé hasta el cuello.

Dios me lo prohíbe. No le puedo hacer esto a mi novio.

Me voy a casar. Yo soy la niña de mi esposo.

¿Malo fuera con mujeres no? Pero tenía dinero.

 

Nos introduce en la senda de una visión cruda y brutal, cuya brusquedad no disimula su odio hacia el ropaje de lo habitual —que deprime— ni hacia lo convencional que suprime. Esa mirada obscena que desde el inicio del texto toma las riendas del poema, nos sumerge en un profundo laboreo de campo, en una excavación antropológica que pasa la cuchilla a ras de la podredumbre cívica, política y moral que moviliza la materia del poema. Guantánamo escrito, fragmentado, hecho pedazos, rearmado y puesto a funcionar. Guantánamo-país. Guantánamo-redil. ¿Azote? El poema se torna asfixiante en tanto fluye sustentado por una fragmentación que destila violencia en todos los órdenes. La galería de personajes variopintos, casi todos corruptos, corrompidos, personajes-mierda, le impregnan al discurso una dosis importante de cinismo y humor tan necesarios a la poesía cubana de hoy, que peca de ser demasiado "Poesía", es decir: demasiado aburrida. Veamos:

 

La Diva • el Profesor Cheetah

(académica voz de emitir vaciedades)

Cuenterito Canoso • Feto Irresponsable

Momia Pornográfica • Boquita de Rana

y el tres veces horrible Monstruo de Gila

acompañado de sus dos marionetas mestizas.

El funcionario que manda escritores

a cuidar vacas a un municipio cercano.

La funcionaria que grita: ¡No te voy

a dar un sueldo por escribir

en tu casa! El funcionario lascivo

que habla hasta de su madre.

El funcionario que dice: Bastante he dado.

La Yegua Pecosa. El gigante

de ojos turbios y traje Power Rangers.

La Madre Superiora

con una mano en el cinto

y la otra acariciando a Peluche.

La homosexual borracha

diciendo que un hombre

la pondrá en su centro.

 

Nadie sale ileso de allí. No hay piedad en el poema (único espacio de absoluta soberanía). Estamos en presencia de una escritura viva, enfrentada a la realidad y alimentada por ella. Mientras se avanza en la lectura, recibimos los desprendimientos, la caída de los modelos-andamios, la reafirmación de la podre, y, no es que en realidad se derrumbe nada, es que ocurre todo lo contrario, las cosas permanecen en su continuo deterioro, dando señales de orgullo fúnebre, de una seguridad a prueba de baba, las cosas permanecen "lindas". Eso, "lindas". No más. Gozando de "lo lindo".

 

*

 

Como todo poema extenso, "El derrumbe" se sostiene en la reiteración de determinadas estructuras  que mantienen la promesa rítmica del texto a la vez que sirven de meandro a diferentes temas que se van introduciendo bajo la fuerza de una violencia que va in crescendo, y que no deja naufragar al discurso en su propia intención. Veamos:

 

Este derrumbe no se va a detener.

Va a seguir más allá de la página y la escritura.

La página y la escritura son nada

si este derrumbe se detiene en ellas. (p.15)

 

Este derrumbe no avanza

con lindas figuras retóricas.

Lo impulsa la inercia de la cloaca.

Mentira. Pretende salvarse.

Hundirse y de paso enseñar

la ridícula historia.

Continuemos. (p.16)

 

Esta flor no se detendrá.

Va a seguir el derrumbe.

¿Hasta cuándo? (p.21)

 

Estas repeticiones funcionan como una plataforma que abre cauces al planteamiento cada vez más explícito de una ética de escritura y de vida enfrentada a la ética imperante (ética oficial-oficiante) que tampoco da ni pide tregua sino que campea libre por su respeto. Llegado este punto, el poema revela una cuestión para mí decisiva y es que deja sobre el tapete su propuesta de no comunidad. Sé que estoy expresando una idea difícil de seguir pero a qué continuar con la hipocresía reinante sin necesidad de ello. A qué tanto carrusel poético si sabemos que no comulgamos con esto ni con lo otro. Qué significa, en efecto, un grupo sino el enfrentamiento de unos hombres al conjunto de otros. Qué significa por ejemplo una iglesia como la cristiana sino la negación de lo que ella no es. Qué significa "la bella poesía cubana" sino la negación de lo que no es ni "bello" ni "poesía" ni "cubano" para ellos.

Leemos:

 

Muéranse egoístas infames.

Codiciosos enfermos de mierda.

Que quieren seguir modelándolo todo

a su imagen y a su semejanza.

Muéranse y también lo que yo

tenga de ustedes.

(…)

Si es suya la cultura

que se acabe la cultura. ¿O vamos a ser

las víctimas perennes de su orgullo?

No hay marcha atrás. Quiero vivir

como los animales. Aunque los animales

siempre son derrotados: su gloria.

 

No quiero decir con esto que los poetas no estén convocados a reunirse como siempre lo han hecho, pero más allá de esta necesidad inmediata, la ausencia de comunidad que propone El derrumbe, deber ser el fundamento de toda comunidad posible y esta debe llevarse hasta el punto de la ausencia de poesía. Todos sabemos que el nacimiento y la muerte de un poema son la misma cosa y que la muerte es el cumplimiento de toda intención poética. La comunicación poética es posible en la medida en que la poesía es llevada a la ausencia de poesía. Un estado de vigilia llevado hasta el extremo de la lucidez y cuyo término es necesariamente el silencio.

 

 *

 

El conjunto de textos que conforman la segunda parte del libro bajo el rótulo de "Réplicas", cumple la función de reafirmar las tesis desplegadas en "El derrumbe", con un tono más reflexivo y calmo, permeado quizás, por los restos de una tradición lírica todavía pesante en el entorno insular. El fantasma de Boti asoma por el diente perro del conjunto y se pasea por la costa sur (solo por allí) y anima las partículas que brindan una fluencia muy peculiar a estos poemas en su mayoría breves.

Si algo me roba la atención en estas sacudidas, es la forma en que se indaga en "lo cotidiano" que sitia, enreda y amordaza. "Lo cotidiano" abierto a las diversas figuras de los verdadero, a las grandes transformaciones históricas y sociales. Hay una crítica que ya no se limita a querer cambiar la vida ordinaria abriéndola a la historia y a la vida política sino que propone una transformación más radical. Y es que el hombre contemporáneo de hoy, el de nuestras sociedades pornocultas,  pornodandy, pornogalaxy, está hundido en lo cotidiano y a la vez privado de lo cotidiano. Veamos:

 

Los perros de combate viven solos

y buscan en el fango sus peleas:

los dichos del amor hipersexual

la herencia microscópica del tarro

un poco de piel negra serruchada

unas gotas sacadas a la fuerza

un feto destronado entre alaridos.

(…)

Los he llamado perros y son ratas

que viven alejadas del negocio

de la comunidad. Lo que ocurre

es que se creen feroces y muy puros

cuando asoma el llanto por sus ojos.

Debemos comprenderlos. Dar caricia

a sus lomos arqueados de temor.

                   

Es un lugar común encontrarse en contextos como los descritos en el libro con peleas de perros, apuestas, reyertas de los hombres-perros que aplacan su vacío con estas prácticas que se han convertido de alguna manera, en un empleo, en formas de economía y que se extienden cada vez más en los sectores más expuestos a la intemperie social.

Cuando hablé de lo porno y quizá, en un tono casi absoluto, no exageré, no puse más de lo que en la concreta hay. Todo se vincula, se entrelaza en hilados subrepticios que encuentran en ese carácter solapado su lado manifiesto, su desborde. El autor no le pierde rastro a esta perspectiva y la expone de manera excelente en unos de los poemas clave de este conjunto:

 

La prosa en el poema se ha extendido

como una serie de manchas seminales

regadas en sábanas papeles y condones

y ocasionalmente en la tierra y algún cuerpo.

Tu leche es más líquida que la de otros hombres

(me había dicho) y me gusta su sabor a veneno.

Los papeles y condones se acumulaban

y yo los recogía en bolsas de nylon para el basurero.

El cuerpo (de ella) seguiría el mismo destino.

La prosa en el poema sigue extendiéndose

pero ahora se la debo a otras mujeres.

                    

 En contraposición a esta mirada vertical sobre lo real, hay una tríada de poemas que proponen una indagación oblicua no menos interesante y que expresan el espíritu general que sustenta el volumen; ellos son: "Tu amor es una mantis religiosa", "Salamandras" y "Era una gota muy fría".

El último de esta tríada nos ofrece la condición de sospechoso que asiste a todo el que decide escribirse desde su condición de reo de lo cotidiano. El sospechoso es aquel que tiende no solo a molestar sino que prepara al responsable de su odio para convertirse en culpable, puesto que este tendrá que reconocer en algún punto de su vida, que fue un hijodeputa, es decir, culpable. El sospechoso es el hombre cualquiera, culpable de no ser culpable. José Ramón Sánchez, muestra diversas direcciones en las cuales podría orientarse una escritura que penetre de modo eficaz en la realidad del cubano, interesándose en lo histórico, lo político, lo literario, y en la vida residual con que se rellenan nuestros días, llenos de desechos y detritus tanto espirituales como materiales.

En lo trivial "del diario a que a diario", es donde radica también lo más importante, en tanto que nos remite a la existencia humana, en su plena espontaneidad. Lo trivial-cotidiano es aquello que está ligado de manera rotunda  a todo tipo de derrumbes, pues es lo que no vemos ni sentimos nunca por primera vez, sino que solo podemos volver a verlo una y otra vez y así hasta el cansancio de las formas posibles de ver y entender.

 

*

 

Cuando se habla deliberadamente de crisis, de pobreza, de falta de actuantes verdaderos en la poesía que escriben los autores emergentes en la Cuba de hoy, no puedo hacer otra cosa que reírme, como se ríe ante los precios del "Agro", de una manera definitiva. Autores como José Ramón Sánchez destrozan y destrozarán en lo adelante esos comentarios-naderías. No tuvimos desde Orígenes un momento mejor, lleno de actuantes con una fuerza que no se puede desdeñar.

Querría insistir en la profunda viabilidad de esta convulsión que todavía persiste en pos de la poesía en Cuba. Más allá de ciertas actitudes individuales que tienden a aislar y a joder, hay por todas partes una voluntad que consagra al hombre contemporáneo, al retorno de una vida mucho más libre, más noble, una vida que podría calificarse de salvaje.


José Ramón Sánchez, El derrumbe (Letras Cubanas, La Habana, 2012).

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