Back to top
Crítica

Qué nos sucede, belleza

Algunos escritores han dicho de sí mismos que su patria es el Lenguaje, la Locura, el Cuerpo, la Memoria. ¿Cuál sería la de Legna Rodríguez Iglesias? ¿El Parque de Diversiones?

La Habana

Del espanto a la ternura van dos personas, una de ellas es un hombre amante de la música, la otra una poeta. De obsesiones, desencuentros, deseo y muerte es la novela Mayonesa bien brillante. Una novela de amor, de la poeta y narradora Legna Rodríguez Iglesias (Camagüey, 1984). En las inmediaciones de los protagonistas los lectores advertirán la presencia de individuos que se opondrán a la concreción de una relación entre el músico y la escritora (concreción como sedimento, aglomeración, incluso costra).

Hay en el párrafo anterior dos elementos que marchan en sentido contrario. Al menos para mí, la sinopsis bien podría corresponder a un libro que vendría siendo más de lo mismo en el vasto territorio de las novelas de amor, y que quizá nos arranque un par de suspiros o cierta dosis de emoción. Pero como tren de alta velocidad circula en sentido contrario no solo el título de la novela, también el nombre de la autora (tomando en cuenta las características de los libros que hasta ahora ha publicado).

La supuesta contradicción al menos implica que, como mínimo, Legna nos dará "pollo por pescado". En principio tal "descolocación" (no me atrevería a utilizar el término "desterritorialización") no está mal, porque de tal forma Mayonesa bien brillante… no sería más de lo mismo; si lo es, digamos que sería, aparentemente, más de lo mismo en lo que concierne a la escritura de Legna Rodríguez Iglesias —aquí hablamos de aparente caos, el absurdo, ligereza antes que solemnidad, a veces la parquedad, otras el torrente, y siempre el delirio del juego, también una suerte de bad writing (no suena bien su traducción, pero es eso: "mala escritura" —no pasar por alto el entrecomillado).

Teki la escritora y Lasso el músico son las dos caras del evento a narrar. Como ya he advertido, por ellos y sobre ellos pasará el amor; como buena sustancia radioactiva que se respete, el amor provocará efectos secundarios y daños colaterales. ¿Pero qué sucede cuando te atreves a variar algunos ingredientes en una historia de amor, o a ensayar cambios en la manera de narrar el devenir de un hombre y una mujer cuyo contexto está marcado por la posibilidad del intercambio de afectos, intereses, fluidos? Lo probable es arribar a un texto "políticamente incorrecto" —y no es algo novedoso bajo este sol que nos calcina— dentro de la política del Canon de Lo Literario. Una precisión: Canon Literario no es sinónimo de Canon de Lo Literario (pero eso es harina de otro costal).

Mayonesa bien brillante. Una novela de amor (Premio Fundación de la Ciudad de Matanzas 2011) no solo parodia y satiriza a la novela de amor y a la poesía de iguales presupuestos, entre el homenaje y la burla —dice Claudio Magris en Utopía y desencanto que parodia es homenaje, y sátira destrucción— rinde culto y a la vez desacraliza la literatura, el cine, las artes plásticas, incluso la filosofía.

Más de un lector sentirá poco orgullo al encontrar este libro en el contexto literario nacional, no lo contemplarán orgullosos, incluso negarán su validez dentro del género; el desacuerdo sé que incluirá el título de la obra —ya ha sucedido con libros anteriores de esta autora: Chupar la piedra o Chicle. Y como no se trata solo de advertir la existencia de una "zona de conflicto" para con una escritora camagüeyana y sus libros, vayamos a lo que ocurre en el interior de su breve novela.

No hay una grande densidad en sus 116 cuartillas, pero no se le puede pedir a un libro lo que no se propone ni tiene el libro ni desea el autor —porque quizá no es el propósito del libro ni el derrotero buscado por el autor. Entonces, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos de Mayonesa bien brillante…? Aquí me atrevo a hablar de lo que se quiere y lo que se puede en términos de "esfuerzo y producción intelectual", de retos, apuestas, de un proceso, incluso de la educación sentimental, de aproximaciones, fugas. ¿Cuál es la apuesta de Legna Rodríguez?

Lo que intuyo es la horizontalidad en la historia, de andar "levantado del suelo", a muy baja altura y mirar en lo bello y lo humano, relacionar y despotricar, nombrar sin (mucho) compromiso y con desparpajo, tocar el suelo, hurgar y jugar con los detritos como si solo importara embarrarse los dedos para luego poner la huellas en la pared, en una bata blanca o en el rostro del que se cruce en el camino, pero también de detenerse en eventos inscritos en una hoja de vida sin grandes peripecias pero que garantizan, cuando menos, el insomnio (ese instante en el que reflexionas acerca de cuánto has hecho por ti, por los tuyos, o lo que quisieras en un futuro inmediato hacer por ti, incluso por los tuyos).

Esos eventos aparecen en la novela como pequeñas cavidades que aprovecha la autora para depositar allí digresiones, dudas y certezas; no son más que breves paradas. ¿Es cuestionable esa actitud, esos modos de escritura? ¿Resistirá el paso del tiempo? Cierro los ojos y trato de recordar, sino toda, una buena parte de las novedades presentadas por las editoriales a inicios de año. ¿Nuestra literatura, incluyendo la tuya, posee esa característica reservada solo a los clásicos, es decir, que aunque finalices su lectura son libros que nunca se terminan de leer? ¿Qué nos sucederá, belleza? Lo natural es la derrota, el olvido…

Sigamos con Mayonesa bien brillante, ese bad writing que quizá no resista el paso del tiempo: les decía que tiene, en su horizontalidad, pequeños agujeros o zonas de reflexión en medio de un terreno que es levedad, absurdo, caos, soledad, desamor. ¿A Legna se le debería catalogar como escritora naïf? No lo creo. Prefiero activar las alarmas de la sospecha ante esa "escritura en superficie", a las asociaciones producidas al interior de sus historias, a la oscura ingenuidad que allí se desata. Algunos escritores han dicho de sí mismos que su patria es el Lenguaje, la Locura, el Cuerpo, la Memoria; hay otras definiciones singulares que además sobrecogen: Cuba y la noche. ¿Cuál sería la de Legna? ¿El Parque de Diversiones?

No me atrevería a definir por ella cuál sería su patria, pero no estaría nada mal asociarla o definirla como Parque de Diversiones, porque allí un cuerpo no solo se deleitaría en el tobogán o en la noria, también con el tiro al blanco —deslizarse, dejar que el viento levante la falda y se vea la breve prenda interior si es que se lleva, o un tatuaje reservado para unos pocos, dar vueltas alrededor de un mismo punto y ver la falta de sentido en el sistema de relaciones en el entorno de lo privado y lo público, dar en el centro de una diana y ganar un peluche para una muchacha o un travesti llamado Diana.

También se podría, simbólicamente, ubicar en el blanco el rostro o la definición de aquello con lo que se está en desacuerdo —no debe pasarse por alto que al Parque de Diversiones pocas veces se va solo, se invita al otro que por una razón es importante, digamos vital, su compañía (física o intelectualmente se desea a ese otro cuerpo, y se establecen alianzas, dominaciones, dependencias).

En los textos de Legna todo transcurre en medio de una aparente infinita libertad, porque no debemos olvidar los límites, el concepto de panóptico —hay un detalle a tener en cuenta en la escritura de Legna Rodríguez: es en la poesía donde esta escritora conecta, o ha ido conectando, el delirio y la despreocupación del divertimento con el contexto social (incluso político) de este breve y tórrido archipiélago, prueba de ello es el poemario Tregua fecunda (Unión, La Habana, 2011) y otro en preparación titulado Hilo más hilo—. Pero quien va al Parque de Diversiones por un rato se olvida de todo y va a lo suyo, y cuando Legna va a lo suyo repite ligereza, deseo, irreverencia, juego, parodia y sátira.

En un juego no hay una férrea ruta crítica a seguir, tal vez solo en los juegos de guerra, y en esos, mientras se produce la diversión, los vectores o líneas de fuerza que se originan no son otros que el enfrentamiento y la aniquilación del contrario.

Aunque le quites la acotación, Mayonesa bien brillante no es una receta de cocina, tampoco la receta de una escritura fácil y rápida de hacer. "Uno es lo que hace", dice la escritora Teki Heromu Cho (ya saben: hay una manera Legna de titular y nombrar), y a continuación aparece en la acotación lo siguiente: "en efecto, lo que hace en ese momento y lo que hará en los momentos siguientes será escribir" (Teki es poeta, recuerden). "¿Eso se permite?", pregunta la Señora Bomba, que estará todo el tiempo comprobando los modales de Teki. Y la escritora, sin dudar, responde: "Mientras sea literatura cualquier método es permisible".

¿Acaso Teki Heromu Cho vendría siendo el alter ego de Legna? Hay detalles en la biografía de este personaje que bien podrían indicar que sí, y que además le hablan a los lectores de una postura o filosofía de escritura y de vida (a veces están muy diluidos los límites de ambos territorios de acción), de cuál es su apuesta, su "patria", detalles como coordenadas para establecer la posible ruta de su "esfuerzo y producción de imágenes, ideas", la posición más o menos exacta de la zona del Canon a la cual pretende aproximarse desde su fuga, terquedad, juego, caos, tartamudez.

Legna Rodríguez Iglesias va a lo suyo, y supongo que sabe, como todos nosotros, que la medallita de calamina a colgar en nuestro pecho por lo general no es otra que la del olvido, la derrota (aunque se sude tinta al concatenar con párrafos o versos la gravedad de un episodio nacional, o desde la solemnidad nombrar la muerte, el amor… aunque en el acto de escritura sea una constante el insomnio).

Ella es lo que hace. A su manera intenta cavar un túnel.

 


Legna Rodríguez Iglesias, Mayonesa bien brillante. Una historia de amor (Ediciones Matanzas, Matanzas, 2012).

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.