Pablo A. de Valencia, médico militar forense, describe uno de los impactos y heridas que encontró en la fisonomía de José Martí: "Otra herida de bala en el cuello, cuyo orificio de entrada está en la barba, como a unos quince centímetros de la misma, y a cuatro de la rama derecha del maxilar inferior, y cuyo orificio de salida se encuentra por encima del maxilar superior, lado derecho, cuyo labio se halla destrozado".
Juan Trujillo, el cabo sanitario que estuvo en el combate de Dos Ríos, describe, en 1902, siete años después de los acontecimientos, el cadáver de José Martí: "Después de muerto observé que tenía mordida la lengua [cursivas mías], y materialmente los dientes clavados en ella".
Centrado en la constelación de imágenes que tiene como centro esta imagen dialéctica, Johan Gotera lee críticamente la poética de Octavio Armand. En Octavio Armand contra sí mismo se propone la lectura como fuga e incitación "a desleer la tradición del sentido", en el cuerpo verbal (poemas y ensayos) del escritor cubano.
Contrapuesta a la "mítica insular" de José Lezama Lima y sus imágenes suspendidas de la casa, la alianza familiar, la ciudad ideal, el legado y el archivo, la comunidad poética; "la poesía de Armand encarna el caos de un mundo fragmentado, el recomienzo o fuga de lo cubano que implica su interrogación extrema y la alteración decisiva de su lenguaje".
La lengua mordida de Martí funcionaría como "esa significativa escena de autofagia", en la que se encuentra "la incisión brutal que pudiera igualar su experiencia a veces traumática con el lenguaje de la poesía". La lengua rota, incontrolada, intraducible y fragmentada de Armand, como la califica Gotera, podría ser la representación de la comunidad desobrada (Jean-Luc Nancy) en que se han des/ constituido las poéticas cubanas postmartianas.
En la contrahistoria del reciclaje de la búsqueda de la figura de Martí como encarnación del no ser cubano, el vacío, como lo señala Antonio José Ponte, en su exploración de las poéticas origenistas; en la oposición a ese "cuerpo hurtado que regresa a pasar algunas temporadas entre nosotros", y en el que Ponte sitúa la obsesión de Cintio Vitier, Lezama Lima y Eliseo Diego, por seguir escuchando lo histórico cubano; Armand vendría a hacer hablar póstumamente la lengua mordida de Martí.
El exilio físico y verbal, la negación de la lengua madre y la figura del padre, la decapitación y la ruina como encarnación de lo órfico, la extirpación del sujeto, la masacre sintáctica, la lógica de la descuartización, el sofocamiento del poder, el desastre del sentido, la experiencia de la extranjeridad, el desquiciamiento de los marcos de la significación, la fuerza de la discontinuidad, la potencia de la interrupción, el paisaje del no retorno, el acto de la lectura como lugar de no reconocimiento y exclusión, conformarían procedimentalmente la fisiología crítica de Johan Gotera: el ensayo literario como una posible deconstrucción de la voz y las ruinas, la destrucción y la mutilación; operaciones con la que Octavio Armand se enfrenta a sí mismo, en su radical experiencia de apostarse "en las afueras del lenguaje para dibujar su exterioridad, el improbable afuera del sentido". Una (im) posible interpretación del desmenuzamiento y la consumición contenidas, imperativa, disuasivamente, en uno de los epígrafes de Armand: "Com(prend)e, que esta es mi forma. ("Piel menos mía", 1976)".
Johan Gotera, Octavio Armand contra sí mismo (Efory Atocha, Madrid, 2012).
Este texto apareció en El Nacional, de Caracas. Se reproduce con autorización del autor.