El rapero mexicano Bocafloja muestra su amistad con el oficialismo cubano

Tres días mereció La Habana la visita del rapero mexicano Bocafloja. Esta incluyó la presentación de su más reciente libro Del mondongo al Ojalá en Casa de las Américas, un concierto en Estudio 50 y otro en la Casa de la Poesía, donde intercambió con poetas locales.  

El libro, según el artista multifacético, es una colección de ensayos, cuentos cortos y fotografías que "hablan de la fe como posibilidad política". Las canciones que trajo para el concierto de Estudio 50 no se caracterizaron precisamente por su virtuosismo ni por la buena ecualización del audio, todo lo cual contribuyó al distanciamiento del público. No obstante, Bocafloja es un nombre reconocido en el hip hop mexicano y un visitante frecuente de Cuba, lo cual le garantizó cierta audiencia.

A la Isla viaja desde los inicios de su carrera, allá por el año 1998, cuando ocurrían los festivales de rap de Alamar, en los cuales participaba. Los raperos jóvenes no lo conocen. Pero algunos de "la vieja escuela" sí lo tratan como algo más que un colega. En escena lo acompañaron el spoken Ahmel y Sekou. Con la ingenuidad y la hospitalidad que distingue a artistas marginales, el mexicano es recibido por sus iguales cubanos.

Bocafloja es un destacado representante de esa izquierda radical amante de las dictaduras. Más de una canción suya expresa la admiración por Hugo Chávez, y este mismo agosto se alegraba en Twitter de que el Consejo Electoral de Venezuela hubiera fabricado una victoria para Maduro. Es de esos activistas feroces que culpan al "bloqueo" de los estallidos sociales en Cuba y ven a Kamala Harris racista. Tiene recursos verbales al hablar, pero no construye dos oraciones sin que aparezca la frase "poder hegemónico" como categoría antagónica. Esta pendencia todavía le confiere a él y sus camaradas de lucha algún capital simbólico, alguna fe de los incautos.

Su visita a La Habana, sin embargo, ha sido organizada por la Embajada de México con motivo de las fiestas patrias mexicanas y el rebelde artista solo quiere saber de las oficialistas Casa de las Américas y la Agencia Cubana del Rap. Entre los colegas raperos que lo saludan detrás del escenario, alguno podría hacer el favor de recordarle que para nosotros los cubanos no hay nada más hegemónico que esos poderes que él acompaña.