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Entrevista

Sintiendo a Gema Corredera

'Me propongo llevarme al público en un viaje personal y mágico', dice una de las voces cubanas más bellas y cálidas de las últimas décadas.

Miami
Gema Corredera.
Gema Corredera. Cortesía de la entrevistada

Gema Corredera no necesita presentación, pero si la necesitara diría que posee una de las voces cubanas más bellas y cálidas de las últimas décadas. Luego de formar dúo con el cantautor Pavel Urkiza con quien grabó siete álbumes, durante años Gema ha desarrollado una carrera en solitario con grabaciones como Derramando luz (2013) y Feeling Marta (2015), con el que ganó el premio de Mejor Álbum Contemporáneo en 2016. En estos momentos está preparando un concierto homenaje a la gran compositora Marta Valdés. Sin más, los dejo con un intercambio con la cantante.

Creciste en El Vedado rodeada de música, como cualquier cubano: escuchando por la radio la Orquesta Aragón, corridos mexicanos, pop español, la Nueva Trova, la música que tocaban tus abuelos maternos, músicos aficionados. ¿Qué fue lo que te empujó a pasar de consumir música a hacerla?

Desde que nací escuché y amé la música. Antes de hablar intentaba "cantar" las canciones que se escuchaban en la radio. Mi tío tenía una guitarra y siempre la traía a casa. Me hipnotizaba el sonido del instrumento, y el olor que todavía recuerdo. Yo no sabía que amaba tanto la música. Un principio de curso llegó a mi escuela un niño nuevo y en el matutino comenzó a cantar y tocar la guitarra. No pude disimular la emoción. Sentí que la música era mi destino. Al poco tiempo comencé a cantar en un corito de la escuela junto a aquel niño. Él mismo nos llevó adonde estaba estudiando la guitarra: el taller infantil de Teatro Estudio. Debuté ese mismo curso y de ahí todo fue música y música hasta hoy.

Se crea arte por impulso interno y necesidad externa. Cuáles fueros estos en tu caso. ¿Qué pensaste que podías aportar a la música?

Cuando empecé a cantar era muy pequeña. Me movía la pasión, lo divertido que era aprender a tocar la guitarra, memorizar canciones y componerlas. Siempre he querido unirme a la música como una religión. Es ella la que le aporta color y belleza a mi vida y me ha salvado en los momentos difíciles. La música desahoga mi necesidad de comunicación. Haciendo música me siento libre y sin filtros. Todo lo que ha ocurrido en mi carrera ha sido orgánico. He tenido la suerte de hacer lo que me gusta, llevada por mis influencias y mis ganas de hacer cada vez algo diferente de lo que hice ayer.

El Vedado era el barrio al que los habaneros confluíamos los fines de semana. Se tenía la impresión de que allí pasaba todo lo que importaba. ¿Cómo recuerdas tu adolescencia y juventud allí?

Disfrutaba mucho ir al cine, al teatro y a ver danza contemporánea en el Teatro Mella. También fiestaba bastante, pero la mayor parte del tiempo la pasaba en casa de mi maestra Leopoldina Núñez escuchando jazz y música de Ella Fitzgerald, Billy Holiday, Frank Sinatra, Nat King Cole y muchos más. En esa época formamos un grupito en casa de Leo. Nos hicimos llamar Sagafit, un nombre raro, pero lo hicimos con las iniciales de cada uno. Cantábamos temas de la Nueva Trova, canciones latinoamericanas y algunas compuestas en colectivo. Fue una etapa maravillosa.

Una vez que habías escogido el camino de la música, ¿cuáles fueron tus mayores influencias? ¿A quién querías parecerte?

Yo quería ser como Ella Fitzgerald por su ligereza y su facilidad para improvisar, como Barbra Streisand por el fraseo y la pronunciación perfecta, y como Elis Regina por todo: fuerza improvisatoria, soltura, extensión vocal, y su interpretación. Influyeron mucho en mí Elena Burke, porque era una diosa jugando con las melodías, por su oído perfecto. Pacho Alonso por su capacidad y buen gusto para hacer canciones "filinescas" y música bailable. Pablo Milanés por casi todo: sus canciones, su voz preciosa, la manera de interpretar magistralmente todos los estilos de la música popular cubana, por la genialidad de sus segundas voces, para mí uno de los más grandes artistas que ha dado Cuba.

¿A quién no querías parecerte?

A los artistas que no quería parecerme no los recuerdo. Me imagino que, como no me gustaban, mi cabeza los borraba automáticamente.

¿Qué músicos de generaciones anteriores conociste en tus años formativos? ¿Te influyeron de alguna manera?

Tuve la dicha de conocer al trovador Graciano Gómez, que era mi amigo viejo y me enseñó varias de sus canciones trovadorescas. Conocí y compartí escenario con el excelente pianista Frank Emilio Flynn, con Marta Valdés, Ñico Rojas, Elena Burke, Omara Portuondo, Barbarito Diez y Pablo Milanés. Pienso que todos ellos son la base de mi estilo como intérprete y como músico. Soy amante de la trova tradicional cubana, la nueva trova y el feeling.

De los músicos cubanos que no conociste, ¿a cuáles te hubiera gustado conocer?

Bola de Nieve en primerísimo lugar. También me hubiera encantado escuchar y conversar con Ernesto Lecuona, María Teresa Vera y Sindo Garay.

Todavía se te asocia al dúo que por años hiciste con Pavel Urkiza. ¿Qué te llevó a trabajar con él? ¿Qué aprendiste de aquella experiencia?

El dúo de Gema y Pavel ha sido una época esencial en mi vida y mi carrera. Aprendimos mucho juntos y logramos un sello con sonoridad única en la música cubana. Desde prácticamente la adolescencia, cada vez que nos encontrábamos quedábamos en un día hacer algo juntos. Pero quien nos juntó fue Marta Valdés, en la peña que ella tenía en una casona del Vedado. Nos invitó por separado y, una vez que estuvimos uno frente al otro, empezamos a montar piezas de diferentes autores para cantar allí.

Una tarde me puse a descargar con él y a escuchar sus canciones, ahí mismo le pedí que las montáramos. Recuerdo que la primera canción de Pavel que quise cantar no estaba terminada. Él la terminó de componer a la semana siguiente pero el tema acabó llamándose "Bolero inconcluso". Sin darnos cuenta, ya éramos un dúo. 

En tu repertorio aparecen muchos compositores de tu generación: Vanito Brown, Boris Larramendi, Kelvis Ochoa, Andy Villalón, Descemer Bueno (casi todos asociados a la peña de 13 y 8 en El Vedado, por cierto). ¿Qué sientes que venía a decir de nuevo esa generación?

Yo sentía que estos muchachos tenían un lenguaje y un estilo musical nuevo con respecto a lo que sonaba en Cuba a nivel cantautor. Sus textos eran muy desenfadados, casi coloquiales, jugaban con ritmos como la conga, el guaguancó, el son, y lograban una amalgama perfecta entre la canción trovadoresca y el rock de moda en aquellos años, el americano y el argentino.

Estos chicos que luego devinieron Habana Abierta y ya son artistas muy reconocidos crearon una especie de unión entre la música cubana bailable y los estilos y timbres del rock. El público típico de cantautor se fusionó con los rockeros y los amantes de la timba. Excelentes textos, atrevidos y valientes.

Esta es una impresión personal que quiero compartir contigo. El filin, uno de los movimientos musicales más renovadores de la historia musical cubana, anunciaba muchas más posibilidades de las que se cristalizaron. Pienso por ejemplo en la bossa nova, un movimiento posterior con el que el filin tiene muchos puntos en común y en su influencia arrolladora en la música brasileña cuando su espíritu renovador fue transferido a otros géneros y formatos. Como cultora del filin y habiendo grabado íntegramente un disco dedicado a una de las principales compositoras del filin, Marta Valdés, quería preguntarte: ¿piensas que el filin dio todo de sí o hubo posibilidades que se pudieron o pueden aprovecharse? ¿En qué sentido crees que ha continuado la esencia de esa música o crees que se puede continuar?

El filin reinó por casi dos décadas en Cuba y en Iberoamérica. De esa época vinieron muchas canciones que aún hoy son un éxito y se siguen versionando. En los 60 surgió el movimiento de la nueva canción latinoamericana que exaltaba los valores folclóricos y textos de temática social. Por un lado, el recién llegado Gobierno de Cuba realizó una cruzada contra los clubes y cabarets que eran el hábitat principal del filin. Por otro lado, alentaron y apoyaron el surgimiento de canciones que hablaban de los "logros" de la revolución. Los filinistas continuaron componiendo, pero sus temas no tenían divulgación apenas.

A veces, al interpretar una canción conocida primeramente en otras voces te apegas hasta cierto punto a la interpretación original, pero en otros la dejas irreconocible respecto a la interpretación original, descubriéndole posibilidades inesperadas. ¿Sigues alguna regla o principio al interpretar una canción de otro autor?

Generalmente sigo las reglas del jazz, primero presento la pieza original —respetando al autor— y ya en la segunda parte propongo mi idea personal de la obra. También miro las canciones u obras fijándome en la armonía, el ritmo y la instrumentación del arreglo y trato de que mi voz sea como el barniz final del tema.

Hay momentos en los que el arreglo o la versión se hizo para que cantara otra persona, en otra tonalidad distinta a la mía y es lo más difícil, intentar que mi voz embellezca la canción respetando el estilo original y el arreglo, pero adecuando la melodía a mi tesitura.

La importancia de las voces femeninas en la música cubana y latinoamericana ha sido decisiva históricamente. Las compositoras, tradicionalmente, aunque importantísimas, han tenido un peso relativamente menor que el de las cantantes. ¿Sientes que ha habido cambios importantes al respecto en las últimas décadas? ¿Me puedes dar ejemplos concretos de autoras recientes que te hayan llamado la atención?

Pienso que han surgido muchas artistas que cantan sus propias canciones, cantautoras. En algunas de ellas he sentido la fuerza y la calidad de aquellas compositoras de antaño que siguen adoradas hoy o al menos sus canciones, porque muchos las cantan, pero no saben quién las compuso. Me han sorprendido las primeras canciones de Rosalía, la obra de Marta Gómez, Natalia Lafourcade, Ile, Goyo, entre muchas otras. Todas cultivan diferentes géneros, pero sus obras son de buena calidad artística y musical y combinan perfectamente la modernidad con el folclore y tradiciones de sus respectivas tierras.

¿Alguna que te gustaría interpretar?

Son muy distintas, aunque sus estilos no sean muy cercanos al mío, con seguridad me encantaría grabar algo de Marta Gómez.

En tus conciertos en vivo, aparte de tu capacidad para crear una conexión íntima e inmediata con el público sorprende tu capacidad para llevar a tu público a un plano donde las urgencias de nuestras vidas ceden paso preocupaciones esenciales, trascendentes, de lo humano. ¿Te lo propones o se te da natural? En caso de que sea lo primero, ¿cómo lo consigues?  

Desde siempre he querido que el público pueda sentir lo que yo siento cuando canto canciones. Me hace feliz que me digas esto. Yo pienso que hay una parte que se da de manera natural y me atrevo a decir que se debe a la honestidad con la que interpreto cada pieza del concierto. Todas las canciones que canto me apasionan y no puedo evitar paladear cada detalle de la letra, su melodía y quiero trasmitir esa fascinación a todo el que escuche.

Por otra parte, me propongo llevarme al público en un viaje personal y mágico. Para conseguirlo, muchas veces recurro a la dramaturgia, a seguir un hilo conductor, una historia personal en que van llegando temas de diferentes ritmos, estilos, géneros. Puede que también me ayude el hecho de mirar a los ojos a la audiencia, incluso aunque esté lejos, fijo mi vista en algunas personas buscando complicidad. No lo hago con la intención de conectar con el público, pero me he dado cuenta con los años que esto también me ayuda a conectar. 
 

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