Daymé Arocena, la voz que brilló primero en el mundo y después en Cuba

La cantante cubana Daymé Arocena trasmite paz y una sabiduría que no combina con la edad de una persona que nació en 1992, "cuando la cosa estaba muy mala en Cuba". En su casa en Santos Suárez, La Habana, nunca faltó la música y la puerta siempre estaba abierta. De ahí el optimismo arrollador de Arocena, quien ha sido definida por el diario británico The Guardian, como "una artista que tiene todos los ingredientes necesarios para ser la próxima estrella cubana".

Daymé Arocena habla de su vida, carrera y "aché" en esta entrevista con DIARIO DE CUBA.

"Nací componiendo canciones", relata. "Cuando era chiquita le recitaba poemas que escribía a mi mamá".

A los diez años de edad, Arocena empezó a estudiar canto coral, de lo que posteriormente se graduó en el conservatorio Amadeo Roldán. Es decir, soy música clásica de formación y estudié para dirigir un conjunto de voces".

"La casa de los muchos", como ella describe su hogar, era "un foco dentro del barrio por cantar y bailar mucho, por siempre estar (la familia) sonriendo. El mundo no está ready para que la gente sonría constantemente", cuenta Arocena, quien actualmente vive en EEUU con su esposo, Pablo, también artista, pero del mundo audiovisual.

El nombre de Daymé Arocena suena más fuera que dentro de Cuba. Esto, según la cantante, se debe a las barreras a las que se enfrentan los artistas cubanos para presentar su arte en la Isla. 

"Doy fe de las limitaciones que existen en Cuba para que los artistas desarrollen sus carreras. El primer obstáculo es que necesitas pertenecer a una empresa artística para poder tocar; esto no suena complicado, pero lo es. Por ejemplo, yo me presenté a audiciones para empresas artísticas y las tres veces me dijeron que no. Estamos hablando de que el criterio de tres personas en un jurado, que a veces no son músicos sino funcionarios, tiene el poder de definir tu futuro."

A Daymé la acompañó el "aché" mientras trabajaba duro y aprovechaba cualquier oportunidad para subirse a un escenario. Fue en la peña de un amigo, donde cantaba de forma gratuita, cuando la descubrió el entonces director de la plataforma Habana Cultura. "Fui invitada a un open Mike, y así cambió mi vida y me vi, de pronto, cantando en Londres y todavía no podía tocar en Cuba".

Las canciones de Daymé son pura energía. "A mí me inspira todo y a veces nada. He escrito canciones en aeropuertos, colas, en la ducha y a veces las sueño", como fue el caso de "La rumba me llamo yo" y "Negra Caridad". 

Mujeres poderosas han servido como referente de Daymé Arocena, quien admira hasta la médula a la cantante estadounidense Nina Simone y a las cubanas La Lupe y Martha Valdés.

Preguntada sobre la situación de los artistas en Cuba, Daymé dice que no hace activismo, pero tampoco es ciega. "Le pido al público que entienda que los artistas somos seres humanos, no estamos solo para entretener. Los artistas también estamos para hablar, opinar, creer y pensar. Le hablo al público porque es el que nos juzga y nos mide, y eso hace que algunos no se expresen".

"Me conmuevo porque sé que en Cuba hay mucha tela por donde cortar y mucho que educar. Es difícil exigir cuando estamos mal educados. Yo quisiera pedir a mis colegas que eduquen a su comunidad de seguidores y decirles que está bien que expongan su criterio."

"El principal problema en Cuba es el miedo a romper la barrera del qué dirán. Por ejemplo, que dirán de mí como mujer negra al estar con un hombre blanco, o mi mamá preocupada por qué dirían los vecinos si yo estuviera con una mujer", dice Arocena, quien llama a salir del closet ideológico y de prejuicios en el que se vive en Cuba.

Nuevos proyectos están en el camino de esta mujer que no para de crear y creer en su música. Próximamente lanza disco y nos adelanta que está relacionado con la diáspora africana y la cultura latina.

Daymé se despide como mejor sabe hacerlo, cantando una de sus canciones favoritas, "Menuet para un corazón" y dejándonos con ganas de seguir escuchando esa voz que tiene algo más, "un bichito, algo que conmueve, un no sé qué".