El actor cubano Caleb Casas, conocido por producciones como El elegido del tiempo, La Atenea está en San Miguel y programas de televisión como Piso 6, acaba de dirigir la película española Los vecinos de arriba.
Casas también trabaja en Villa Lola, un proyecto que comparte con su esposa, en el que ella imparte clases de danza y él de actuación.
"A mis clases van personas que no tienen grandes pretensiones de ser actores, pero que aman el teatro. El teatro es algo que deberían de existir en todas las escuelas, te da herramientas para la vida. En mis talleres no estoy impartiendo clases para futuros actores, sino para mejores personas", dice desde La Habana.
El actor comenzó el camino de la actuación a los nueve años. Fue su madre quien lo llevó a su primer casting para el programa infantil El cucumí se despierta los domingos. Ya no hubo vuelta atrás para él.
"Mi mamá vio que yo jugaba a interpretar. Cuando íbamos al cine salía dando patadas, si la película era de artes marciales; si era de espionaje, me convertía en espía y hacía los efectos especiales. Si alguien recibía un disparo, me metía una esponja mojada debajo de la ropa y la apretaba. Una vez lo hice con mercurio (mercurocromo) y me llevé un buen regaño", dice Casas entre risas.
Casas pasó por la Escuela Nacional de Arte (ENA) y el Instituto Superior de Arte (ISA), aunque dice que estaba renuente a entrar en este último y confiesa que le hubiera gustado estudiar otra carrera pues, a su juicio, en ambos centros se imparten casi las mismas herramientas.
"La ENA fue una de las etapas más bonitas; estábamos becados, con hambre, pero felices. Ahí te aproximas a ciertos estados por primera vez, aunque no podíamos interpretar personajes profundos al cien por ciento por la falta de experiencias vitales".
Cuando un actor comienza a enseñar imparte herramientas que recibió y otras que le gustaría haber recibido y adquirió con el tiempo, este fue el caso de Casas, quien se formó en la escuela rusa y encontró por el camino a la americana.
"Toda la técnica que aprendí en la ENA y el ISA fue la de los grandes profesores rusos, como Konstantin Sergeyevich. Comprendí todo eso cuando conocí al director Carlos Celdrán, que traía esa información, pero filtrada por los profesores americanos que cogieron la técnica rusa y le dieron una vuelta. Carlos traía unos ejercicios que hacían comprender más rápido".
Casas ya triunfaba en Cuba cuando decidió probar suerte en Colombia. Su carrera tomó proporciones internacionales cuando se fue a Bogotá, donde vivió ocho años. Allí cambió el acento, triunfó y también fracasó. "Aprendí y viví mucho. Entendí que tienes que buscártela para pagar la renta, que todo depende de ti".
A los jóvenes que comiencen en la industria artística les aconseja que tengas ambición y que se nutran de mucho arte. También advierte que el ego es peligroso y hay que saberlo manejar, pues "puede llevar a lugares equivocados".