Muy recomendable (por fin podemos decirlo) la exhibición que acoge el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam sobre una de las principales escuelas de arte del siglo XX. Se trata de la exposición itinerante El mundo entero es una Bauhaus, que en su recorrido por América no ha olvidado la Isla. Para los estudiantes de arte, diseño y arquitectura, será cita obligatoria.
La Bauhaus, como se sabe, fue mucho más que un concepto moderno puesto en el mundo para el aprovechamiento de las grandes ciudades (¿qué fachada lisa no le debe a Weimar y a Dessau?) sino que constituyó una rara materialización de la utopía de una escuela de arte verdaderamente inspirada, con profesores que fueran verdaderos artistas, y la creación que efectivamente consigue transformar el mundo.
Ese es el espíritu que recoge la exposición organizada por el Instituto de Relaciones Internacionales de Stuttgart y la oficina del Goethe-Institut de La Habana. La muestra se divide en ocho áreas que, progresivamente, van cubriendo desde los proyectos estudiantiles, pasando por las transformaciones de la escuela, hasta terminar en una muestra, que se agradece, de objetos originales de la Bauhaus. Todo apoyado en infografías, audios, vídeos y material documental muy bien organizado.
El homenaje a la escuela de Gropius, Meyer, y Van der Rohe, no se limita a esta exposición, sin embargo, sino que ha motivado una jornada que terminará el 21 de mayo donde se dictarán conferencias (los lunes de abril y los martes de mayo) a cargo de especialistas en arte, diseño y arquitectura. Se presentará también la serie documental MUNDObauhaus y, además, presenta tres recorridos guiados en bicicleta llamados "Bauhaus en Bici" por tres municipios de La Habana buscando las huellas de la escuela alemana, que no son pocas.
En los años 50, mientras la modernidad entraba a La Habana al mismo tiempo que en las grandes ciudades del mundo, hasta el propio Walter Gropius fue invitado a la Facultad de Arquitectura de la Universidad de La Habana. Como se sabe, fue este estilo el que acompañó buena parte del vertiginoso crecimiento de esta ciudad. Fue también ahí donde se detuvo.
Contrastará al visitante el entusiasmo constructivo en una Alemania empobrecida después de la Primera Guerra Mundial —por la cual, no obstante, no pocos creadores decidieron apostar— con una ciudad circundante que es solo el recuerdo de ese impulso y de cuya crisis no surge ningún resarcimiento.
Pienso que la Bauhaus fue una escuela cuya influencia en Cuba no cesó en los 50. Fue referente para varios diseñadores de libros y carteles en los 60.