El próximo 23 de marzo la prestigiosa institución madrileña Casa de América abrirá la exposición Rafael Soriano: El artista como místico. Esta es la primera vez que Casa de América exhibe la obra de un pintor cubano que vivió y murió en el exilio miamense.
La exposición estará abierta al público hasta el 26 de mayo. El documental sobre la vida y obra de Rafael Soriano, Hacia la luz, será proyectado al público en Casa de América el viernes 24 de marzo. La exposición es una versión reducida de la que fue organizada por el McMullen Museum de Boston College. La comisaria de la exposición original fue Elizabeth T. Goizueta. La versión que será presentada al público madrileño constará de 29 obras, la mayoría óleos sobre lienzo, al igual que unas cuantas obras en papel, las cuales demuestran la maestría de Soriano con el medio y técnica de pastel.
También hasta principios de febrero, una selección de piezas de la última década de trabajo del maestro Soriano estarán expuestas en L&S Gallery, en Coconut Grove, Miami, la cual representa el legado del artista.
La pregunta es: ¿por qué este nuevo interés en la obra de Soriano? Quizás la única respuesta posible es que, por fin, el mundo del arte se está despertando de su agotante mediocridad y reconociendo la grandeza de Rafael Soriano como un pintor único, original.
Rafael Soriano (Matanzas, 1920-Miami, 2015) pertenece a la tercera vanguardia cubana, aquellos jóvenes artistas que terminaron sus estudios en San Alejandro entre 1940 y 1950. Fueron la última generación que estudió el arte de la pintura bajo el maestro Leopoldo Romañach, al igual que la escultura bajo Juan José Sicre. Entre sus compañeros de generación se encuentran Roberto Diago, Roberto Estopiñán, Agustín Cárdenas, Zilia Sánchez, Agustín Fernández y Gina Pellón, por mencionar a los más importantes.
Rafael Soriano es una figura excepcional dentro de este grupo. Primero, por el aspecto espiritual de su obra, su exquisita y depurada técnica pictórica, y su universal lenguaje pictórico.
Recién graduado de la Academia de San Alejandro, Soriano y otros tres colegas fundaron la Escuela de Bellas Artes de Matanzas, donde enseñó Dibujo y Pintura, y fue director. Esta acción era típica de esa generación que, inspirada por los gobiernos democráticos del momento (las presidencias de los auténticos Ramón Grau San Martín y Carlos Prío Socarrás), construían "patria" a través de la educación y la cultura.
En los años 50 Soriano fue miembro del grupo de pintores concretos, pero ya en 1962 se encuentra en el exilio. Es el trauma y pérdida de su patria, la dureza del exilio, lo que transforma su pintura de buena pintura a gran pintura. Entre los años 60 y 70 Soriano desarrolla una pintura donde lo geométrico se transforma en lo orgánico, y las formas existen en espacios que evocan aventuras metafísicas.
Su técnica es solo comparable a la gran pintura española del siglo XVII, con sus veladuras y transparencias, sus delicados empastes, y las definiciones de luces y sombras que captan las ansias de ser y de estar con y en Dios, como en Zurbarán o Velázquez. Lo que es inevitable con la obra de Soriano es que hay que enmarcarla dentro de varios contextos geográficos y culturales: el cubano y el latinoamericano, el del arte contemporáneo de EEUU y de Europa. Su exploración de lo espiritual lo pone en compañía de Mondrian y Kandinsky, su pasión por el misterio y la buena pintura lo hermana con Matta y Rothko, con Fernando de Szyszlo y Armando Morales.
La exposición en Casa de América, en Madrid, presentará al público a uno de los grandes pintores de nuestro tiempo. Espero que lo descubran y aprendan de su obra. Que se pierdan, que tengan aventuras dentro de las maravillosas telas de Rafael Soriano.