El próximo 23 de noviembre se cumplirá el centenario del natilio del pintor cubano Rafael Soriano, una de las figuras claves del arte visual cubano, latinoamericano, y muchos pudiéramos considerar también del universal.
Las circunstancias actuales, donde una pandemia ha alterado ese supuesto orden de las cosas, esa "normalidad" ya de por sí caótica, conecta especialmente con la obra de Soriano. El artista experimentó emociones y sentimiento similares a los que muchos de nosotros estamos sufriendo debido a esta crisis epidemiológica mundial. Y el encierro físico (en una cárcel, en un manicomio, en una nave espacial… o el que hemos estado padeciendo en nuestras casas) se hace más soportable mediante la liberación de la mente y el espíritu. Y es ahí donde el arte resulta esencial e imprescindible.
Precursor de la abstracción geométrica en Cuba e integrante del grupo Diez Pintores Concretos, la obra de Rafael Soriano evolucionó hacia una abstracción de tintes surrealistas y expresionistas. Soriano fue fundador de la Escuela Provincial de Artes Plásticas de Matanzas, donde como director fomentó la investigación y la experimentación.
Las circunstancias políticas, culturales y sociales lo llevaron a emigrar hacia EEUU en 1962. Lejos de su tierra natal donde había alcanzado la cúspide de su carrera artística, tiene que reinventarse en un contexto ajeno. Su perseverancia por salir adelante hizo que trabajara como diseñador gráfico para la Editorial América y como profesor en la Oficina Católica de Bienestar Social y en la Universidad de Miami.
Sus deseos de retornar a la Isla fueron convirtiéndose en una imposibilidad difícil de asimilar. Durante algún tiempo, esta frustración bloqueó su trabajo. Pero, poco a poco, en las noches, luego de realizar los trabajos que le permitían la subsistencia familiar, comenzó su búsqueda interior a través de la pintura. Comenzó a emerger su yo en una nueva abstracción alejada visualmente de su producción anterior.
Volviendo un tanto atrás, a pesar de que a finales de los años 50 el arte concreto alcanzaba su mayor madurez en Cuba, desde entonces eran cuestionados los valores de este lenguaje por el intelectual Juan Marinello en su ensayo Conversación con nuestros pintores abstractos. La revolución que triunfa en 1959 comienza a promover maneras de pensar afines a las de Marinello y reedita su ensayo como libro en 1960 y 1961, e incluso años después. De tal modo, la pintura figurativa, conveniente a los objetivos y líneas de pensamiento del naciente proceso político-social, encontró el respaldo de las instituciones estatales pertinentes.
Soriano comienza a padecer cómo su libre expresión era coartada; y cómo ese lenguaje artístico que otros al igual que él habían escogido para exponer sus inquietudes, visiones y emociones como creadores, comenzaba a ser estigmatizado.
Por una parte, tuvo que abandonar su país donde no veía una posibilidad de que su arte continuara transformándose; y por otra, pasa a encontrarse en un contexto donde todo lo que había logrado en el ámbito artístico no era reconocido en gran medida.
Durante sus primeros años en el exilio, se encontró en un punto de incertidumbres, cuestionamientos, desasosiego, reconocimiento y asimilación. Pero tales circunstancias de crisis extrema lo motivaron a emprender una búsqueda interna profunda. El resultado fue una obra pictórica abstracta donde paulatinamente iba dejando atrás lo geométrico y aquella visualidad cercana al diseño. Comienza a crear figuras biomórficas inmersas en una infinita y silenciosa oscuridad.
Gran parte de su dolor y angustia está en esas sombras; pero al mismo tiempo, la luz propia que comprenden sus figuras, nos habla de seres que han alcanzado la liberación mediante un difícil proceso de cambio. Figuras laberínticas, enrevesadas, misteriosas, inescrutables, como lo puede ser la propia naturaleza humana; que una y otra vez parecen volverse sobre sí mismas en medio de una metamorfosis constante. Formas que se contienen unas a otras, que se transparentan sin permitir que las definamos del todo.
En una considerable parte de su obra, desde los 70 hasta cerca del año 2000, Soriano intentó reflejar la esencia de las cosas, el Absoluto; compartir una sabiduría que reconoce con la aprehensión de cada experiencia y vivencia, un desconocimiento del infinito. Cautivado por el pensamiento filosófico de Nicolás Cusano y por los logros alcanzados en la era espacial, persigue captar en varias pinturas la belleza enigmática del universo. Muestra la posibilidad de existencia de "otros mundos", de otras entidades (espirituales, divinas o extraterrenales). El misticismo que emana en la producción de este período pudiera deberse también a cierta influencia de un pariente cercano amante de la teosofía.
Existe un movimiento contenido en la mayoría de estas pinturas, ese movimiento continuo que nos ratifica a diario la existencia de un todo; a la vez que reflejan serenidad y reposo, propios de un profundo estado meditativo.
El recordar o poder descubrir la creación de Rafael Soriano cerca del final de este año tan desestabilizador, ratifica la idea anteriormente planteada sobre la utilidad del arte en cualquier momento histórico. Aun cuando su pintura nos puede transmitir soledad, el temor del olvido, saturación, negación de la realidad, incertidumbre, desesperación, el desgarramiento que conlleva separarse de lo amado y a lo que se está aferrado inmensamente; también refleja la magia de ese tiempo cíclico pero siempre diferente de la vida. Nos muestra que las experiencias dolorosas albergan caminos de luz.
Muchas de sus figuras constituyen una compleja red de conexiones. Resulta curioso la sintonía de Soriano con uno de los principios del siglo XXI (conectividad y comunicación), que asumiéndolo positivamente nos ha permitido hacerle frente a la actual crisis global. Asimismo, en su trabajo puede percibirse una espera, pero forjada por una paciencia activa, alerta, que permite captar y aprovechar la sorpresa de cada instante que comprende el sueño quimérico del futuro. Representa naves que se dirigen hacia otras dimensiones; que logran cargar consigo recuerdos y acortar distancias en la búsqueda del infinito.