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Sociedad Civil

'Corojo roto', de Johnny Peña: la historia de la resistencia del 27N en Cuba

El realizador y sus padres grabaron lo ocurrido fuera del Ministerio de Cultura el 27 de noviembre de 2020, cuando centenares de cubanos se aglomeraron para rechazar la represión contra el Movimiento San Isidro.

Miami
Cartel de 'Corojo roto' en el Teatro Tower, de Miami.
Cartel de 'Corojo roto' en el Teatro Tower, de Miami. Diario de Cuba

Al abrir a patadas la puerta de la calle Damas 955, en La Habana, la noche del 26 de noviembre de 2020, el régimen provocó la avalancha del descontento acumulado por generaciones en Cuba. La violencia gubernamental hacia creadores y activistas funcionó con los protocolos de siempre; pero ahora, las imágenes de los gendarmes utilizando su fuerza para transgredir la vida y el espacio privado de ciudadanos pacíficos se difundían a la velocidad de un tweet, o una directa limitada por ETECSA.

Al otro día, decenas de jóvenes nos aglomeramos frente al Ministerio de Cultura, en el Vedado; exigíamos la intervención de la entidad en favor de los artistas, el arte y lo que debería ser justo para todos. Se unieron familiares, amigos, ciudadanos solidarios hasta llegar a cientos. Llamamos la atención de la prensa internacional, del director de cine Fernando Pérez, del músico Robertico Carcassés, la artista urbana La Diosa, el joven trovador Fito del Río, y otros que se sensibilizaron con los jóvenes y nuestro derecho a expresarnos sin recibir represalias.

Algunos de los manifestantes ignoraban el trabajo intensivo de la Seguridad del Estado para silenciar las voces disidentes, muchos teníamos referentes de lo que había ocurrido con eventos como el Primer Festival de Rap, Poesía Sin Fin y Rotilla, usurpados por las instituciones culturales del régimen. Otros, en el pasado, y en ese momento, sentían al toro resoplando en el pescuezo, como si nuestro país fuera un San Fermín para quienes cuestionan a la corona.

32 entramos al ministerio, escuchamos a los funcionarios con las amenazas y el temor de lo que pudiera pasar a las personas que quedaron fuera, que aplaudían y cantaban rodeadas por militares. Dentro, los 32 hicimos catarsis y nos quedó cargar con el desengaño de acuerdos hechos por el régimen para ganar tiempo.

Nuestros interlocutores —Fernando Rojas, Jorge Fernández, Chicho y los demás— no son creadores, no pueden serlo; la función de ellos, como la de los uniformados fuera del ministerio, era frenar nuestro atrevimiento y escarmentar a los demás.

Cuando salimos —después de más de tres horas de tensión—, pedimos a las personas que nos confiaron decisiones que se marcharan a sus casas. Perdimos el pico de poder que logramos todos, siendo más de 300 y no solo 30. Ese día aprendimos que con el Gobierno no hay diálogo; ellos saben lo que nos hacen y se hacen los desentendidos.

Días después, un amigo de mi barrio me preguntó por lo ocurrido. Él, sin ser un intelectual ni tener muchos estudios, me decía que debimos quedarnos, que él por ser delincuente y tener antecedentes no podía ser la punta de lanza, pero que estaba dispuesto a unirse si se formaba algo más grande y sostenido. Hablaba por los miles de cubanos de barrios pobres que salieron meses después, el 11 de lulio de 2021, a protestar bajo la presión del encierro, la escasez de comida y medicamentos.

Hasta ese momento, pensábamos que el 27N, como fenómeno social, era lo más grande. Nosotros, unos chamas dentro de la sociedad cubana, despertamos en la población la curiosidad y la adrenalina que genera protestar públicamente, juntos. Los próximos enfrentamientos con el poder fueron aumentando en violencia y consecuencias para los implicados. De los osados protagonistas de esos despertares durante 2021, los más privilegiados hemos marchado al exilio; otros, con menos suerte, se encuentran en prisiones cubanas.

Cuando el rapero Soandry HDC canta "el porvenir que llamas te da ocupado/ se vive incomunicado y en espera/ el menú que hay por la nómina de Estado/ te oferta solo un producto en esta nueva era/ futuro frito... caballeros hablen bajito". Escucho en sus versos la razón de nuestras protestas y la necesidad de explotar contra el sistema.

Hace unos días, mientras daba una entrevista al cineasta Ian Padrón, Johnny Peña pasaba por detrás de la mesa del parque desde el que me conectaba. En un momento comenzó a escucharnos. Con tanto espacio alrededor, su cercanía me ponía tenso; son rezagos de la persecución política en Cuba, las paranoias ante los desconocidos. Cuando terminé mi charla con Ian, Johnny me dijo: "esta es la segunda vez que te veo en persona". Solo abrí los ojos.

Él fue estudiante de cine en Cuba. El 27 de noviembre estuvo fuera del Ministerio de Cultura, filmó la parte que los 32 no vivimos ni supimos cómo contar después. Johnny y sus padres pasaron inadvertidos, grabando imágenes que el régimen hubiera preferido ocultar. Captaron la unión de cientos de personas protestando porque la violencia contra el Movimiento San Isidro (MSI) colmó el límite de paciencia colectiva, y se prestó de tribuna para que cada cual lo demostrara con su presencia ante el Ministerio de Cultura.

Johnny y su familia grabaron también las contraprotestas orquestadas posteriormente por el oficialismo en el parque Trillo para aparentar que el socialismo funciona y tiene jóvenes adeptos. Si bien en Cuba, entre la juventud, hay alas de izquierda, en los últimos tiempos los jóvenes también han manifestado su descontento con el sistema.

El 30 de abril de 2021, en Obispo y Aguacate, Leonardo Romero fue detenido por la Policía tras exhibir un cartel que decía "Socialismo sí, Represión no", en una manifestación por el cese al hostigamiento al MSI.
 
Shows como los del parque Trillo demuestran el control de la dictadura sobre ciertos grupos a los cuales no les impone convicción, sino servilismo. Los que estuvieron allí son los que ejecutan los actos de repudio, los que delatan en los barrios al que tiene negocios o al que se opone al Gobierno.

Pasar encubiertos sin levantar sospechas y lograr sacar el material de Cuba es una clase de periodismo de Johnny Peña y su familia para muchos que hemos sido presos de nuestra visibilidad mediática, imprescindible en ciertos escenarios como escudo ante la persecución gubernamental, pero freno a la hora de encausar investigaciones satisfactorias investigaciones.

Johnny Peña, director de Corojo roto, y sus padres, recogieron la historia de quienes quedaron fuera del Ministerio de Cultura el 27 de noviembre de 2020 e hicieron la resistencia. El documental fue presentado este domingo 27 de noviembre en el Teatro Tower, de Miami, y ya está disponible para todos en YouTube.

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