La artista visual cubana Glenda León inaugura su exposición personal El tiempo es un sonido que no escuchamos, en la galería Juana de Aizpuru en Madrid, una de las más emblemáticas de España. Su obra, que estará expuesta hasta mediados de diciembre, "busca incidir sobre la escucha como acto que es cada vez más necesario, no solo para escuchar a los demás y a la naturaleza, sino a nosotros mismos", dijo León a DIARIO DE CUBA.
León comenzó a crear estas piezas en 2012, pero fue durante el confinamiento cuando las retomó, "pensé que sería interesante que las personas pudieran interactuar con sus obras en sus casas, sería más entretenido".
"Esta exposición tiene que ver con el interés que ha acompañado mi obra por más de 20 años que es el sonido, la escucha, porque hace mucho tiempo entendí que te encuentras cosas en la vida que dependen de un segundo, cada detalle es muy importante, la velocidad con que caminas por la calle, el escuchar y ver esas pequeñas acciones de la vida. Además, la escucha es cada vez más rara en el ser humano y la veo como la cura de muchas cosas".
La inspiración le viene a la artista de experiencias espirituales que ha tenido desde muy joven. "Esas vivencias me han hecho experimentar una cercanía con la naturaleza a partir de la disolución del ego, algo que es bien difícil. Hay momentos en que realmente te disuelves, eso que tú crees que eres no existe, son momentos muy fuertes y transformadores en la vida".
La artista busca, con su obra, que las personas vean a la naturaleza como un todo en el que están incluíos, "somos una parte de la naturaleza" y el daño que se le hace a la tierra es extensible para el ser humano.
En la exposición, por un lado, se encuentra un conjunto de esculturas musicales o instrumentos visuales. La artista utiliza mayormente componentes de instrumentos de cuerdas como la guitarra, el piano, el violín y el clavicémbalo, y también tambores, para representar elementos naturales.
"El sol, la lluvia, las estrellas, las fases lunares, devienen en una especie de paisajes interactivos en los que el sonido nace de la imagen y el espectador o músico otorgan la dimensión sonora que los completa: una metáfora de las vibraciones de la naturaleza, y de nuestro potencial de sintonizarnos con ellas, de escucharlas, de absorberlas".
Asimismo, se exhibe una serie de dibujos sobre "cómo convergen manifestaciones de diversas energías en la Tierra, dígase el desplazamiento de las hormigas o de los delfines, el vuelo de las mariposas, el contorno de las nubes, de los continentes, los ríos, las venas del cuerpo, las ramas de los árboles. Todos ellos han sido puestos encima de un pentagrama como alegoría a esa escucha tan inminente, que de no producirse terminará tristemente en el exterminio, en la autoaniquilación".
A la artista le gusta pensar en estas piezas como sanaciones, de la Tierra, de nosotros. "En la cultura japonesa, por ejemplo, la palabra naturaleza no existía hasta hace poco, porque simplemente no era un ente separado del ser humano, y por tanto no había que nombrarla diferente".
En esta exposición participan integrantes de la Orquesta Nacional de España con los que la artista ya ha colaborado anteriormente. Ellos hacen, según León, auténtica magia con los sonidos que emanan de sus obras.
