El "activismo estético" por el medioambiente llegó a Roma de la mano de una muestra que exhibe desde el lunes las obras de 26 artistas internacionales, entre ellos de España, Brasil, México, Cuba, Colombia o República Dominicana, curada por el importante crítico e investigador cubano Gerardo Mosquera.
Hot Spot. Cuidando un mundo en llamas es el nombre de la exposición en la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma, en honor de la obra homónima de Mona Hatoum ("Hot Spot III", 2009), también incluida en la muestra, y se compone de trabajos artísticos que pretenden hacer reflexionar sobre la complejidad de la catástrofe medioambiental.
"Estoy muy preocupado por los problemas que confronta el planeta", dijo Mosquera a EFE. "Para tratar de darle fuerza a este mensaje, he querido presentar obras que no abordan estos problemas ecológicos de una manera documental o directa, sino usando medios más indirectos, más propios del arte, la poesía, la estética o el simbolismo", indicó.
Además, el crítico e ideólogo del nuevo arte cubano calificó la exposición, que permanecerá abierta hasta el 26 de febrero, de "estimulante", pues trabajar con tantos artistas internacionales le ha enseñado a "huir y compenetrarse con otras estéticas y posiciones", algo que le ha permitido "abrirse y progresar como ser humano".
Nada más entrar en la sala, uno de los primeras proyectos que puede verse es el de la cubana Glenda León: un piano abandonado de cuyas cuerdas brotan flores y con el que la autora quiere transmitir "una idea de optimismo, de cómo de algo abandonado, roto, de algo que no tiene un uso para el cual fue concebido, emerge algo con una belleza", explicó León a EFE.
La artista también expone otras dos obras interactivas, creadas con cuerdas de guitarras, y que al tocarlas producen sonidos que "hablan de escuchar a la naturaleza y de no verla como algo aparte, sino algo a lo que pertenecemos".
Otra de las obras que abarca gran parte del espacio es la de la brasileña Sandra Cinto, que en una labor de siete días de duración realizó un dibujo en la pared de la galería con el que pretende "hablar de la necesidad de libertad, de promover un sueño y las cosas buenas".
Se trata de un dibujo que ocupa uno de los muros principales, hecho con bolígrafos, en el que se representan el cielo y el mar, en una cosmología líquida y poética, y donde se muestra "la brutalidad del mundo", explicó Cinto.
Por su parte, Johanna Calle plasma los problemas climáticos con una máquina de escribir creando un árbol que "tiene que ver con ecosistemas muy frágiles", en concreto de un nogal andino de la Cordillera de los Andes, "especies endémicas que sufren primero cuando hay cambios climáticos, aunque sean leves", indicó a EFE la artista colombiana.
En cuanto a la autora española Cristina Lucas, a través de una pieza audiovisual en formato de video-performance en la que ella es la propia protagonista, pretende encontrar una reacción a la dimensión patriarcal con un feminismo radical.
"Cristina a veces es encasillada como una artista feminista, y es cierto, pero ella va más allá, también tiene esa dimensión de complejidad de la poesía y a la vez de una preocupación social", explicó Gerardo Mosquera.
En la exposición también participan los brasileños Alex Cerveny, Jonathas de Andrade y Ayrson Heráclito, la dominicana Raquel Paiewonsky y el mexicano Alejandro Prieto, junto a destacados autores como Ida Applebroog (EEUU), Filippo de Pisis (Italia), Mona Hatoum (Líbano), Juree Kim (Corea del Sur) y Ange Leccia (Francia), entre otros.